Agricultura y el medio rural en Madrid

LA AGRICULTURA EN MADRID: HISTORIA DE UN A MUERTE PLANIFICADA

Daniel López García Area de Agroecologia y Soberania Alimentaria Ecologistas en Accion
De la reconversión del sector a su desaparición

El sector agrario estatal se encuentra sumido en una fuerte crisis, debido al fuerte
proceso de reestructuración sufrido desde los años ’70 (en que ocupaba el 25% de la
población activa nacional) y que se profundizó desde la entrada en la UE. En estos 30
años se han perdido cerca de 2.500.000 puestos de trabajo en el sector, hasta llegar a la
cifra actual de unos 800.000 activos, que suponen algo menos del 4% de la población
activa total. Pero las cifras siguen cayendo, con la desaparición de unas 30.000
explotaciones anuales, por ejemplo, en 2007.

La renta media en el sector ya es cercana a la renta media del conjunto de los sectores
económicos en España, y en 2008 ha seguido cayendo: 3,4%. Los precios en origen no
dejan de bajar, a la vez que el precio final se ha elevado considerablemente en los
ultimos años, alcanzando una media en de 4,5 veces el primero1. A su vez, los precios
de los insumos no dejan de subir, sobre todo a partir del alza de los precios del petróleo,
alcanzando este año un alza en los costes por explotación de más de 6.000€ por
explotación, especialmente sensible en piensos animales (35%) y fertilizantes (100%).
La pérdida de rentabilidad es, por tanto, insostenible para la mayor parte de las
explotaciones, y sobre todo para las más pequeñas.
La agricultura madrileña no supone una excepción a esta tendencia. Más bien al
contrario, la condición de Comunidad autónoma urbana profundiza estos procesos, ya
sea por la mayor rentabilidad de otros usos de la tierra (el urbano o industrial), o por el
escaso interés de las autoridades en el sector. En este sentido, la crisis de la actividad
agraria en Madrid pasa a ser una caída en el vacío, bien ilustrada por el fuerte proceso
de descomposición en que están sumidas las administraciones agrarias regionales y
comarcales, las instituciones de los agricultores (Asociaciones, sindicatos, cooperativas,
etc.) y las infraestructuras agrarias (riegos, logística, etc.).
En esta misma línea, el aparato estadístico está profundamente debilitado y la
información respecto al sector es muy deficitaria (escasa, desordenada y anticuada),
además de la escasa transparencia que muestran administraciones y cuerpo técnico, que
desconfían altamente de cualquier otro agente social. A pesar de esto, trataremos de dar
algunas pinceladas sobre la situación actual del sector. En la tabla 1 se observa un
importante descenso de los grandes datos relativos de la agricultura madrileña: peso en
el PIB regional, proporción de la población activa y superficie agraria.
Datos Comunidad de Madrid 1985 2001 Evolución
(%)
Superficie labrada (ha)2 251.500 199.700 – 26%
% Superficie labrada3 32% 25% -22%

Ocupados sector agrario4 22.200 13.300 -40%
% Ocupados sector agrario respecto a total CAM 1,51% 0,6% -60%
1980 1998 Evolución
(%)
% PIB agrícola respecto a total CAM5 0,6% 0,1% -83%
% PIB Agroindustria respecto a total CAM 3% 2,2% -27%
En efecto, la reducción de superficie cultivada ha sido dramática, pero mucho más lo ha
sido la reducción de ocupados en el sector, al haberse efectuado en el periodo de análisis
un fuerte proceso de cambio en la orientación económica de las explotaciones hacia
cultivos con menor requerimiento de mano de obra, en los que se ha venido en llamar
extensificación productiva, ligada a la modernización de las explotaciones. Lo cual
redunda, a su vez, en una caída en picado del peso económico de la agricultura en la
CAM, ya que estos cultivos mas extensivos generan menores ingresos por unidad de
superficie. Es de esperar, sin embargo, que en los años transcurridos desde 2001 los
datos sean aún más abruptos, dada la expansión de la urbanización, y por consiguiente
del PIB de la CAM, en la última década.
En cuanto a los cultivos, la superficie de viñas (18.000 ha) ha descendido
sensiblemente, y sobre todo la superficie de hortícolas (6.600ha), que son el cultivo que
genera mayor valor añadido. Estos cultivos han sido sustituidos, respectivamente, por
cereales de secano (78.000 ha) y por maíz, principalmente, aunque gran parte de las
vegas también han sido sembradas con otros cereales de secano. El olivo (25.000 ha) es
el otro gran cultivo de la Comunidad de Madrid, y en estos años su superficie se ha
mantenido mas o menos estable6. En esta transición, la agricultura se ha ido
concentrando en la zona sureste de la CAM, la menos urbanizada, mientras que la
agricultura del arco metropolitano (con una horticultura floreciente hasta los años ’80) y
del valle del Henares prácticamente han desaparecido frente a la urbanización.
Por su parte, la ganadería sobrevive en explotaciones extensivas de vacuno para leche
en la Sierra Norte, como segunda actividad, mientras las infraestructuras ganaderas
(servicios técnicos, mataderos, cañadas…) van desapareciendo. La ganadería que resta
se mantiene a duras penas frente a la restrictiva legislación de las zonas naturales
protegidas, los usos cinegéticos y la urbanización; usos del territorio todos ellos mucho
mas rentables. En los municipios de las campiñas o del sur apenas sobrevive algún
rebaño de ovino o caprino, abocados a la desaparición por lo bajos precios de la carne,
la leche y la lana.
Las instituciones agrarias desarticulan aquello que gestionan

Respecto al marco institucional, la pauta viene marcada por la pérdida de rango de las
competencias en agricultura, que pasan de ser Consejería a ser Dirección General dentro
de la Consejería de Economía y Hacienda, y ya en 2008 a ser Subdirección General
dentro de la Consejería de Medio Ambiente, y subordinada a Desarrollo Rural. Por su
parte, el Instituto Madrileño de Investigación Agraria (IMIDRA) va perdiendo a su vez
objetivos en Agricultura, para centrarse en industria agroalimentaria y desarrollo rural.
En los últimos años el IMIDRA ha cambiado varias veces de director (tres veces desde
2006), y se ha vendido buena parte de sus bienes y centros de experimentación.
El personal técnico está completamente sobrepasado por los acontecimientos,
inoperante y anclado en un pasado en el que la agricultura era importante. La agricultura
va perdiendo recursos, sumiendo al sector en un círculo vicioso en el que cuanto menos
apoyo, menos agricultores, y cuantos menos agricultores, menos personal técnico.
Desde 2002 no se realizan anuarios estadísticos, no hay datos de ningún tipo, ni se prevé
ningún plan estratégico para salvar la agricultura madrileña.
Desde la administración se ha intentado desde los años ’90, impulsar la producción y el
consumo de alimentos de Madrid (con la campaña “Alimentos de Madrid” o la de
“Madrid también es campo”), con escasos resultados. Se crean la Denominación de
Origen “Vinos de Madrid” (1990) y la Indicación Geográfica Protegida “Carnes de la
Sierra de Guadarrama” (2004) y por último la Denominación de Origen “Aceite de
Madrid” (2007). En la práctica, estos tres productos vienen a ser las tres principales
producciones agrarias en la CAM en cuanto a Valor Añadido Bruto y a explotaciones
que dependen de ellas, a excepción de los cereales, mucho más dependientes de las
subvenciones de la UE7 y con menores perspectivas de futuro.
El sector que si ha resultado más floreciente es el de la Agroindustria, que supone el 6%
del sector nacional y el 2,2% del PIB regional. En este sentido, es un sector que si se
apoya fuertemente desde la administración (la creación de las dos D.O. no apoya, de
hecho, a los agricultores, sino a la industria vinícola y a la aceitera), y que mantiene
muy buenas relaciones con el gobierno regional, a juzgar por sus cargos más
destacados8. El aparato cooperativo agrario que queda del franquismo, y que supuso un
importante balón de oxígeno para los agricultores madrileños en los años ’70, está hoy
muy debilitado, y la Comunidad de Madrid opta claramente por la iniciativa privada.
Incluso los dirigentes del aparato cooperativo madrileño, como el Presidente de la
UCAM, parece que apuesta más por la empresa privada que por las cooperativas que
preside.
Las Organizaciones Profesionales Agrarias parecen bastante desconcertadas y no
muestran tener mucho poder para cambiar la situación. La mayoritaria ASAJA (con el
60% de la cámara agraria regional, muy cercana al PP) tiene una línea seguidista del
gobierno regional, proclive a la ultramecanización y tecnologización (por ejemplo, con
los transgénicos y los agrocombustibles), y sus mayores energías las emplea en reducir
las condiciones del convenio colectivo del campo9 o en impedir que se prohíba o limite
el uso de agrotóxicos. La UPA (más cercana al PSOE) y AGIM-COAG (la organización
mas “de izquierdas”, mayoritaria a nivel estatal hasta 2008, en que se ha partido,
prácticamente, en dos) tienen poco peso (12% de la Cámara Agraria Regional cada una)
y tampoco tienen una postura clara frente al modelo de la modernización.

En definitiva, la dinámica institucional hace entender una estrategia de liquidación del
sector, derivando los pocos recursos existentes hacia la agroindustria y el desarrollo
rural, desde una visión folclórica del medio rural como Museo Agrario10. También
quedan recursos, como no, para la investigación en biotecnología (en la CAM se
concentra el 40% de la investigación de este tipo que se realiza en España), pero otras
líneas como las subvenciones de primera instalación para jóvenes agricultores están
paralizadas desde 2005.
Las principales líneas de desarrollo generadas por la administración parecen ser el
ampliar y mejorar los regadíos existentes11, mejorar y ampliar la agroindustria, e
impulsar el cultivo de agrocombustibles. Otra línea fuerte de trabajo viene en torno a las
Vías Pecuarias como dinamizadoras del desarrollo turístico. Sin embargo, cuestiones
como la agricultura ecológica no acaban de entrar en los planes de acción.
El desarrollo rural: ¿una alternativa para quién?

El Desarrollo Rural es el Segundo Pilar de la Política Agrícola Común (PAC) de la UE,
y aunque su presupuesto solo representa el 10% del total de la PAC, ha transferido
importantes recursos para el desarrollo rural. La estructura de los fondos de desarrollo
rural en la UE cambió en 2006, con la aparición de los fondos FEADER12, y sus
directrices se han transpuesto casi exactamente en la CAM. La aplicación de los
FEADER se desarrolla en Madrid con el Plan de Desarrollo Rural (2007-2013), que
prevé un gasto de 231.900.566 euros para el periodo. El PDR aun no ha sido aprobado y
se espera que empiece a funcionar a finales de 2009. ¿Dónde ha ido el dinero ya
concedido por la UE y que en estos dos años no se ha gastado?
Más allá de especulaciones, en la práctica este PDR vuelve a destinar la mitad de sus
fondos al primer pilar de la PAC (“mejora de la competitividad de la agricultura y la
selvicultura), hacia un modelo aun mas intensivo en capital y mas agresivo con el medio
ambiente, y menos extensivo en mano de obra y Valor Añadido generado. También
destina buena parte de los fondos al apoyo de la agroindustria, e introduce como
elemento importante la promoción del cultivo de agrocombustibles (dentro del apartado
de “mejora del medio ambiente rural”). Por último, destina una buena parte del
presupuesto a la “diversificación de las economías rurales”.
En este sentido, en la Sierra Norte es donde se ha gastado más dinero –muchísimo
dinero- en la diversificación económica: para turismo rural (arreglando los pueblos y
financiando establecimientos de hostelería) y creando empleo público precario en el
sector servicios13. Pero ¿quién puede invertir en turismo rural? Los “hijos del pueblo”
que emigraron a las ciudades y que hoy tienen capacidad de inversión, a diferencia de la
gente que si vive en los pueblos todo el año, que no la tiene. Así, la mayor parte de los
alcaldes de la Sierra Norte son constructores o están muy cercanos a la construcción. El
turismo y la segunda residencia han hecho, además, que los precios de la tierra y de los

Por último, el apoyo a la agroindustria viene ligado a una legislación sanitaria y
administrativa que no diferencia la gran industria agroalimentaria de la pequeña
industria artesanal. A la vez que los Planes de Desarrollo Rural pretenden impulsar que
los agricultores y ganaderos transformen sus producciones, la legislación requiere unas
inversiones imposibles de afrontar para las pequeñas explotaciones agrarias. Y son estas
pequeñas explotaciones las que pueden realizar una agricultura sostenible, las que
mantienen el territorio y las que fijan empleo y población en el medio rural. Sin hablar
de los problemas de seguridad alimentaria14 que esta mostrando en las ultimas décadas
la producción agroindustrial. Para la administración, “burro grande, ande o no ande”.

El desarrollo rural se entiende, por tanto, como una forma de bombear capitales a la
agroindustria y a sectores y formas de manejo agrarios que, por los acuerdos globales de
comercio agroalimentario, no pueden ser subvencionados directamente. Y por otro lado,
como una forma de terciarizar las economías rurales, buscando nuevos nichos de
mercado. Ninguna referencia, ninguna posibilidad para un medio rural ligado a formas
sostenibles de agricultura15 como motor del desarrollo local. La agricultura desaparece
en la CAM ya que no puede competir con la rentabilidad de otros sectores económicos,
y estamos cada vez más lejos de la Seguridad y la Soberanía Alimentarias.

Conclusiones: “vale más un ladrillo que un kilo de arcilla” 16

La administración agraria de la CAM sigue reproduciendo un modelo de agricultura
abocada a la desaparición, tal y como lo muestran las cifras que hemos aportado, pero la
propia descomposición de esta administración esta acelerando este proceso. Los
recursos financieros para el sector se están destinando a la agroindustria, a la renovación
de los municipios rurales y el turismo rural; a la vez que se desmantelan los organismos
públicos de transferencia e investigación agrarias. La agricultura, de momento, se
concentra en la zona sureste de la CAM (la comarca de Las Vegas, de los ríos Tajuña,
Tajo y curso bajo del Jarama), mientras que en los últimos 20 años ha desaparecido del
área metropolitana y del resto de valles de la CAM (Henares, Guadarrama y Jarama)
frente a la especulación de suelos.
El modelo de la agricultura industrial no es cuestionado por ninguno de los actores
importantes en juego. Y mientras esta sea la línea mayoritaria, seguirán desapareciendo
explotaciones, ya que la agricultura de Madrid no es competitiva en el mercado global
ni por clima, ni por diferenciación del producto, ni por volumen, ni por su
infraestructura logística. La cercanía al mercado de Madrid es, para todos los actores, la
Gran Oportunidad. Pero mientras las producciones madrileñas sigan la pauta de la
producción de masas, industrial y basada en el paquete tecnológico de la Revolución
Verde17, no parece que vayan a conectar con las escasas organizaciones de
consumidores que en las ciudades madrileñas optan claramente por el consumo de
productos locales y de calidad (ecológicos, por supuesto, más allá de la certificación).
En el modelo territorial de la CAM no cabe la agricultura, y mucho menos la agricultura
ecológica, único subsector que a nivel nacional crece. La CAM se entiende como un
territorio terciarizado, que solo debe concentrar los últimos eslabones de la cadena
productiva: aquellos que generan mayores valores añadidos. Y la actividad agraria, a
pesar de su importancia histórica, cultural, social y ecológica, no genera grandes valores
añadidos. Por lo tanto, bajo el modelo económico imperante la agricultura, aquí, no
tiene lugar.
Madrid, a 18 de diciembre de 2008

1 En algunos productos, como los cítricos, el PVP supone 22 veces el precio percibido en orígen por los
agricultores. (www.coag.es, 2009)
2 Libro Blanco de la agricultura en Madrid
3 Libro Blanco de la agricultura en Madrid

4 INE
5 Libro Blanco de la agricultura en Madrid
6 Datos referentes a 2003, obtenidos de MAPyA (2006): Hechos y cifras de la agricultura, la pesca y la
alimentación en España. Los datos sobre la evolución han sido tomados del Libro Blanco de la
Agricultura y el Medio Rural en Madrid.

7 Se prevé que en 2013 se reduzcan sensiblemente las subvenciones a cultivos extensivos herbáceos,
como los cereales de secano y el maiz.
8 Jesús Pérez, militante destacado del PP madrileño, es a la vez Consejero Delegado de la Caja Rural de
Toledo (muy influyente en el rural madrileño), presidente de la Unión de Cooperativas Agrarias de
Madrid (UCAM), gerente de la Denominación de Orígen “Aceite de Madrid”, y gerente de Recespaña, la
principal cooperativa agraria de Madrid, y una de las mayores cooperativas olivareras de España.
9 En principio, defiende los intereses de los empresarios agrarios que mantienen trabajo asalariado,
aunque muchos pequeños agricultores están en ASAJA.

10 Como botón de muestra, la venta de la mitad de la principal finca del IMIDRA, El Encía (600 ha, en
Alcalá de Henares, vega del Henares) se presentó en 2006 junto al proyecto de creación, en el terreno
restante, de un parque temático sobre agricultura. Las 300 ha privatizadas se prevén para la construcción
de un campo de Golf.
11 Algunas mejoras en la red de regadíos viene ligada a la venta de agua a las regiones hortícolas, como el
caso del Canal de Estremera (2007).
12 Fondo Europeo para Agricultura y Desarrollo Rural.
13 Empleo que desaparece una vez cesan las subvenciones.
inmuebles (también aquellos de uso agrario) suban hasta niveles inaccesibles para una
renta agraria.

14 Contaminaciones, adulteraciones, pollos con dioxinas, etc.15 Puede resultarnos gráfico el caso del dimetoato. Es un insecticida de contacto, organofosforado, de
amplia utilización en olivar convencional. Desde hace 2005 años la CAM está anunciando que se va a
prohibir por sus efectos nocivos sobre la salud humana y sobre el medio ambiente. Pero no lo hace,
porque no se encuentra sustituto convencional para la mosca de la aceituna. Mientras tanto, sigue
regalando el producto a los olivicultores de la CAM.
16 Frase textual del presidente de la asociación de agricultores de un municipio del sureste de Madrid.
17 Mecanización, fertilizantes químicos, pesticidas y semillas híbridas o más recientemente transgénicas.