¿Habéis escuchado aquello de que “una persona que come carne con un coche híbrido contamina mucho más que un vegetariano conduciendo una 4×4?”? Dejando a un lado razones éticas o de salud (los porcentajes que relacionan consumo de carne y , por ejemplo, cancer son bastante interesantes), resulta que comer carne es poco ecológico. Los datos impresionan, y creo que no está de más el comentar que esto es lo que pasa cuando convertimos a otros animales en meros objetos de consumo en el sistema radical y enajenado en el que vivimos.
Ya en 2006, en el informe La larga sombra del ganado la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) señalaba al sector pecuario como productor del 9 % de las emisiones de CO2 antropogénicas y lo sitúa como primer responsable de la emisión de los gases de efecto invernadero, representando un 18% de las mismas (por encima del porcentaje debido a los medios de transporte). Dato que, por cierto, parece que el Premio Nobel de la Paz Al Gore no consideró relevante incluir en su archiconocido documental Una Verdad Incómoda. En fin.
Desde el World Watch Institute (WWI) de Washington se sugiere que la ganadería es en realidad responsable del 51% de los gases de efecto invernadero, añadiendo a los datos de la FAO un 34% adicional atribuido a los sistemas de calentamiento y enfriamiento utilizados, la producción y manejo de subproductos ganaderos, embalajes, tratamientos médicos y veterinarios etc., que, según el WWI, el estudio de la FAO parece no contemplar.
Otro informe de la FAO (Emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del sector lácteo) señala que, excluyendo la producción de carne, el sector lácteo representa -considerando solamente la producción, elaboración y transporte de leche a nivel mundial- el 2,7 % de las emisiones antropogénicas mundiales de gases de efecto invernadero (GEI).
Me parece importante destacar que con estas líneas no se pretende hacer una demonización del consumo de carne. Pero la industria… (¡ay, la industria!) es otro asunto. Aventuro, además, que si la alimentación y mantenimiento de los animales fueran diferentes y, por supuesto, la cantidad de animales explotados menor; estos porcentajes serían diferentes. Por cierto que entre las opciones para reducir estas emisiones flatulentas del ganado lo primero que se les ocurre es darles pastillas, y curiosamente no aparece la posibilidad de reducir la capacidad de las explotaciones.
Algunos ejemplos de las toneladas de CO2 que podríamos estar ahorrando por día sin carne las encontramos en la web de los autores del documental Meat the Truth, en el siguiente link: http://www.meatthetruth.nl/wp-content/uploads/2010/09/20080517_Carbon_Savings_UK.pdf
Para aquellos, carnívoros convencidos, que ni consideren renunciar drásticamente al consumo de carne, les animaría a comprar productos de ganaderías ecológicas y plantearse, al menos, reducir su consumo y/o celebrar unos días sin carne a la semana… dadle al vídeo, que os va a gustar (si estáis comiendo pastel de plátanos maduros, mejor).

De nada… Algunos datos del informe de la FAO (son datos de 2006, que, creo, son los datos que se siguen manejando):
– Se prevé que la producción mundial de carne se incrementará en más del doble, pasando de 229 millones de toneladas en 1999/01 a 465 millones de toneladas en 2050, y que la producción de leche crecerá de 580 a 1 043 millones de toneladas.
– El área total dedicada al pastoreo equivale al 26 por ciento de la superficie terrestre libre de glaciares del planeta, mientras que el área destinada a la producción de forrajes representa el 33 por ciento del total de tierra cultivable. En total, a la producción ganadera se destina el 70 por ciento de la superficie agrícola y el 30 por ciento de la superficie terrestre del planeta.
– el 70 por ciento de las tierras de la Amazonia que antes eran bosques hoy han sido convertidas en pastizales y los cultivos forrajeros cubren una gran parte de la superficie restante.
– Las principales fuentes de contaminación provienen de desechos de los animales, antibióticos y hormonas, productos químicos usados en las curtiembres, fertilizantes y plaguicidas usados en los cultivos forrajeros y sedimentos de pastizales erosionados. Aunque no se dispone de cifras mundiales, se estima que en los Estados Unidos de América, la cuarta superficie más grande del planeta, la producción pecuaria es responsable del 55 por ciento de la erosión y sedimentación, el 37 por ciento del uso de plaguicidas, el 50 por ciento del uso de antibióticos y un tercio de las descargas de nitrógeno y fósforo en los recursos de agua dulce