Todas presenciamos la patética campaña de desprestigio que la derecha emprendió contra la investigación utilizando como cabeza de turco una subvención para un programa de investigación que pretende trazar un mapa de las más de 4000 terminaciones nerviosas (el tejido más sensible del cuerpo humano) del clÃtoris. La intención de este estudio es hacer posible una mejor reconstrucción del clÃtoris en casos de extirpación o mutilación, que ya se practica en España desde hace cuatros años.
Pero la sexualidad no sólo recibe ataques de la derecha más rancia y machista. Hay un lobo vestido de corderito que defiende y financia la investigación en el clÃtoris con oscuros fines. La anorgasmia femenina constituye la causa más frecuente de consultas de las mujeres en materia de sexualidad. Sus causas, sin embargo, no suelen tener que ver con problemas patológicos, neorológicos, fisiológicos… y por supuesto no requieren ninguna medicación ni intervención quirúrgica. El Viagra es uno de los medicamentos más rentables de la historia, lo es hasta el envÃo masivo de spam sobre el mismo… y constituye el caso más flagrante de medicalización de la sexualidad. ¿Qué es eso? Es simplemente el tratar de resolver los problemas tomando una pastilla, en este caso, los problemas sexuales.
Con una sexualidad falocéntrica y coitocéntrica, la pérdida de erección es el talón de aquiles del heteropatriarcado. Sus causas, nuevamente, no suelen estar relacionadas con razones neurológicas, fisiológicas… Sin embargo, el perfil del consumidor no es el que se publicitó y no son pocos los jóvenes que lo consumen por miedo a “fracasar”. Una vez medicalizada la sexualidad masculina, ahora queda medicalizar la sexualidad femenina.

La lentitud, los cuidados, la confianza, la escucha… a fin de cuentas, poner las relaciones humanas en el centro no sólo nos lleva a una economÃa diferente, a una relación con nuestro medio natural diferente, a una relación polÃtica con las demás diferente, sino que nos lleva a una sexualidad más respetuosa, una sexualidad que dura 24h al dÃa, que trabaja la relación con el otro en todos sus ámbitos, una sexualidad llena de comunicación, una sexualidad que nada tiene que ver con el consumo, la rapidez, la creación de necesidades y la inmediatez, donde no hay “problemas” sino señales de que algo necesita ser trabajado y cuidado. El decrecimiento es vivir mejor con menos, es cambiar el chip, es replantearse la economÃa, la riqueza, el trabajo, el tiempo… y la sexualidad. El decrecimiento es, al fin y al cabo, la plenitud que reside en la sencillez, en lo cotidiano.