Recientemente, el ex-futbolista y actor Eric Cantona hacía en una entrevista una crítica al sistema económico capitalista, apuntando a los bancos como sus principales agentes, causantes a su vez de la crisis actual. Cantona señalaba que hoy por hoy las manifestaciones no son tan efectivas y que si realmente se quiere cambiar las cosas, o hacer que el sistema colapse, lo realmente efectivo sería retirar el dinero de nuestras cuentas bancarias. A dicha propuesta se le puso fecha concreta: el 7 de diciembre.
El fundamento de esta propuesta de Cantona se basa en el hecho de que actualmente la banca sólo está obligada a conservar una pequeña parte del dinero que ingresa a través de los depósitos de sus clientes, concretamente entre un 2% y un 10% del ese total. Esto es lo que se denomina sistema de reservas fraccionarias (sólo se conserva una fracción de los depósitos). Por lo tanto todo el dinero que los clientes de un banco tienen en ese mismo banco no está físicamente en dicho banco, sino que sólo existe en forma de anotaciones, por lo que si todos los clientes de dicho banco fueran a retirar su dinero el mismo día, este último no podría satisfacer tal demanda.
Lo que no conservan los bancos es lo que usan para dar créditos, y en ello precisamente reside su negocio: cobrando más por lo que prestan que por lo que reciben a través, por un lado, de los intereses cobrados por los créditos concedidos, y por otro lado, por los intereses pagados por los depósitos recibidos. Y a esto hay que sumarle las múltiples comisiones que las entidades bancarias cobran por todo tipo de operaciones.
En definitiva, la banca crea medios de pago mediante la generación de deuda: es por lo que se dice que crean dinero. Solo que este dinero no es físico y palpable, al contrario que el dinero de curso legal como las monedas y billetes que sólo los bancos centrales pueden emitir. Pero eso no significa que no sea dinero: lo es y buena parte de las compras, actividades, proyectos, etc. se financian con este tipo de dinero por vía de transferencia, pagos con tarjeta, etc.
El problema esencial reside en que no existe ningún tipo de criterio ético o moral a la hora de conceder préstamos a tal o cual actividad, sino que el objetivo de tal operación reside en ganar dinero con los intereses cobrados a la hora de su devolución: el único criterio es por tanto la rentabilidad de la actividad a la que se presta. Aunque evidentemente existen márgenes amplios en los riesgos que se toman siempre y cuando estos se paguen con mayores intereses.
De esta forma, cuando observamos el modelo de producción y de consumo que rige nuestro mundo, podemos estar bastante seguros de que este tiene detrás el respaldo financiero de los bancos. Así pues, es ya bastante conocido que los bancos son los principales causantes de la última gran crisis económica en la medida en que en lugar de canalizar el ahorro que han recibido a la inversión productiva lo han llevado a la especulación financiera e inmobiliaria. Pero aparte de eso también son los bancos quienes, al igual que muchas otras corporaciones transnacionales se instalan en paraísos fiscales, evitando así pagar impuestos pero también permitiendo blanquear el dinero de quienes trafican con personas, armas, drogas, etc. Igualmente, son los bancos quienes financian todo tipo de actividades empresariales sin pararse a mirar si estas conllevan condiciones laborales miserables, depredación medioambiental, si fomentan la explotación infantil, etc. Como hemos señalado, no es un criterio de los bancos, por mucho que luego destinen algunas migajas para aliviar situaciones de este tipo a través de una “responsabilidad social corporativa” que les permita lavarse la cara y darse buena publicidad.
Sin embargo, por mucha publicidad que haya existe un público cada vez más amplio que es consciente de todo esto e incluso es víctima de ello, y sabe que hoy en día no hay ningún resorte decisivo de la vida social que se mueva libre de la influencia de la banca. Ahorros o planes de pensiones perdidos o reducidos drásticamente, hipotecas imposibles de pagar, o lo que un pequeño o mediano empresario tiene que sudar para obtener créditos de unos pocos miles de euros, son algunos de los problemas que nos atañen a todos y que no nos equivocamos en achacar a la forma de funcionar de los bancos. Por eso no es de extrañar la gran repercusión que han tenido incluso las palabras de Cantona.
No obstante, para muchos quizás esta repercusión no ha sido suficiente: estamos a 7 de diciembre y la banca no ha colapsado, ni siquiera ha habido un atisbo de alarma por la cuestión empezando por el hecho de que para que la acción propuesta por Cantona surja efecto debería de tener un seguimiento masivo o al menos muy amplio.
¿Por qué no ha sido así? Evidentemente, y al margen de la apatía generalizada respecto al activismo político hoy en día, está claro que uno de los efectos colaterales de la importancia del poder financiero es que este extiende su influencia a la política, a los medios de comunicación, a la creación del pensamiento, a la educación, etc. Es posible incluso que podamos alegar que la apatía se deriva indirectamente de ello. Pero en mi opinión cabe resaltar dos carencias en la propuesta de Cantona o quizás deberíamos ser más precisos y decir “de la propuesta que se ha hecho a raíz de las declaraciones de Cantona”. La primera de ellas es que cualquier acto movilizador o acción política que pretenda tener cierto impacto debería ir precedido de una labor de información y divulgación de carácter explicativo acerca de lo que se propone hacer y de porqué se propone, más allá de la propuesta en sí de simplemente retirar el dinero de los bancos. Y de aquí subyace la segunda carencia de la propuesta, y es que la misma está incompleta en la medida en que no queda claro para las personas que deciden adherirse a la propuesta de retirar su dinero del banco el qué hacer con ese dinero. Y esta no es una cuestión baladí.
Por supuesto existe la posibilidad de guardar ese dinero debajo del colchón. Sin embargo, además del riesgo que pueda suponer para la persona que lo haga de perder todos sus ahorros, es dudoso el potencial beneficio para el resto de la sociedad que tiene esta acción. Aunque habrá quien con cierta razón dirá que al menos su dinero no contribuirá a dar más poder a los bancos y sus actividades con lo que ello conlleva. Pero todas aquellas personas que necesiten algún dinero adelantado para poner en marcha una actividad, o hacer que esta mejore en calidad o simplemente perdure, por muy ética, moral y respetuosa que sea con el medioambiente y los derechos de los trabajadores, lo seguirán teniendo difícil o más aún que ahora.
Existen otras formas de guardar nuestro dinero de tal forma que el ahorro se movilice poniéndose a disposición de quienes necesitan financiación externa para crear riqueza con unos criterios éticos con los que coincidamos y sobre los que además podamos decidir. En ello consiste la Banca Ética en donde se incluyen distintos proyectos cooperativos de financiación como pueden ser Coop57 o Fiare y algunos bancos privados como por ejemplo Triodos Bank. Esta actividad financiera es fundamental en cualquier economía por lo que, como señala el catedrático de economía Juan Torres López, “lo importante no es sólo sacar el dinero de los bancos que efectivamente están haciendo tanto daño, sino crear otro sistema financiero ético, limpio, transparente, al servicio de la creación de riqueza”. Riqueza que por otra parte cabe matizar que debe ser distribuida con criterios de justicia social y creada conforme a las necesidades humanas reales y a la sostenibilidad de los ecosistemas que sustentan la vida.
Es cierto que con el dinero que se reintegre de los bancos tradicionales hay que destinarlo a otros canales más controlados, éticos y morales. El hecho de traspasar el dinero de un banco a Triodos bank tiene lógica desde el punto de vista ético pero tengo mis dudas si esa acción realmente también no tiene sus riesgos debido a que mantenemos el sistema de bancos financiadores y por tanto, puede que Triodos colapse también. Yo apuesto por financiar DIRECTAMENTE obras sociales, medioambientales, movimientos sociales y alternativos, proyectos de barrio y locales en general sin intermediarios (cooperativas de consumo, movilidad sostenible, ocio creativo…). En definitiva, volver a lo local desmontando lo globalizado.
Efectivamente, la cosa está todavía muy inmadura. Incluso las alternativas como banca ética (http://www.triodos.es) o las cooperativas de servicios financieros como Coop57 (http://www.coop57.coop/) o el proyecto FIARE (http://www.proyectofiare.com), siguen la lógica de la reserva fraccionaria. Sin embargo, el movimiento se demuestra andando, y creo que tenemos que centrarnos en dos cosas:
– divulgar lo máximo posible este problema y hablar de las alternativas
– apoyar moviendo nuestros ahorros allí a las alternativas que, aún siendo todavía imperfectas, son algo mucho más deseable que la depredación financiera y económica sin guía ética que llevan a cabo las grandes entidades bancarias. Hay varios documentales que hablan de este asunto y que podrían ser de vuestro interés:
money masters (http://www.youtube.com/watch?v=GBe7u_i77MY)
el dinero es deuda (http://www.youtube.com/watch?v=nHt2MJTqUOQ)
la solución al dinero (http://www.youtube.com/watch?v=Z1TJhlJKTRQ)
Sería interesante ver estos documentales dentro de 40 años y ver qué ha cambiado, qué soluciones se proponían y cuáles se han puesto en práctica… y más interesante aún sería ver qué dicen los libros de historia dentro de 500 años sobre ese pequeño punto de inflexión de la historia humana, ¿cómo nos verán entonces? ¿acaso como aquellos que pusieron en peligro la supervivencia de la especie, degeneraron su propio hábitat y dejaron problemas que todavia están sin solucionar? ¿aquellos que sólo se quiaron por su propia avaricia y explotaron a sus semejantes mientras hablaban de los derechos humanos? ¿habrá un apartado para aquellos que quisieron un mundo distinto? me gustaría que la pregunta fuese la contraria, y que ellos fuesen un apartado, una excepción en la historia de la humanidad… eso depende de nosotros en parte… ¿tomamos nuestro lugar en la historia de la humanidad? ¿quién se apunta?