Entornos saludables: promoción de la salud más allá de la Atención Primaria.
Vivimos rodeados de estímulos que nos evocan a la enfermedad: publicidad generada por la industria alimentaria; modelos de belleza impuestos que nos minan la autoestima y nos llevan a la frustración de querer conseguir una belleza basada en el consumo; el hiperrendimiento (laboral, lúdico y sexual); la supercomunicación, unas condiciones laborales precarias, la dificultad de acceso a la vivienda… Así, la ansiedad, la depresión o los suicidios no son problemas individuales o aislados, sino una pandemia inmanente a la violencia a la que nos evoca el propio sistema y que está totalmente normalizada. El proceso de salud debería ser un eje transversal en la vida de las personas, familias y comunidades.
Está científicamente comprobado que la percepción de aislamiento social activa los mismos mecanismos en el cerebro que el dolor y que disminuye considerablemente la respuesta inmunitaria. También está científicamente comprobado que las redes de apoyo social son un amortiguador emocional imprescindible. Por el contrario, crear vínculos reales es cada vez más difícil, ya que el tiempo “libre” se ha convertido también un espacio de consumo. El capitalismo siempre se ha servido del individualismo para fomentar la producción. En el contexto del COVID-19, se está fomentando el miedo, el aislamiento, la pérdida del contacto con lo humano y el rechazo al otro por “miedo al contagio”, como si fuéramos virus andantes.
Muchas personas están muriendo solas, y sus seres queridos tienen prohibido abrazarse. Por otro lado, va en aumento la tendencia de aislar a nuestras mayores en residencias o solas en sus casas, desplazándolas de nuestras vidas, mientras los medios de comunicación les interpelan constantemente con la muerte en vez de generar algún entretenimiento que les permita sobrellevar mejor la situación.
Durante el confinamiento, mujeres y niños estuvieron obligadas a convivir con sus maltratadores y/o sus abusadores. Quiero destacar que, en el estado español 1 de cada 5 niños/as es abusado por algún familiar y las llamadas al 016 por violencia de género aumentaron casi un 48% . ¿Qué está suponiendo el confinamiento en la salud de estas personas?
La promoción de la salud y de entornos saludables no debería generar ningún coste. Con entornos saludables, las industrias alimentaria, farmacéutica y de belleza tendrían pérdidas económicas. Cada anuncio publicitario nos incita a “consumir enfermedad” para obtener placer. Es tan accesible acceder a la enfermedad que nos la venden en máquinas expendedoras de productos comestibles y refrescos en las instituciones sanitarias, educativas y laborales. No tiene sentido que cueste menos una Coca Cola o cualquier chocolatina que dos piezas de fruta que tengan algo de sabor. La crisis del sabor que promueve y legitima la industria alimentaria tiene un gran impacto en nuestro proceso de salud, en la capacidad a la hora de tomar decisiones sobre qué comemos y en las adicciones que nos generan de manera muy consciente. Es bien sabido que ambas industrias van de la mano y tienen muy buena relación con el estado y sus políticas “promotoras de salud”.
Cabe destacar aquí también los conflictos de intereses entre la industria alimentaria, universidades y asociaciones y/o fundaciones médicas “científicas”, como la Asociación Española de Pediatría, la Fundación Española de Nutrición, la Fundación Española del Corazón (promovida por la sociedad española de Cardiología), la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, la Fundación para la Diabetes y la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, entre otras. La industria inyecta dinero y estas entidades celebran sus congresos a cambio de legitimar sus productos.
La Atención Primaria (AP) es el recurso más próximo a la comunidad, especializado en la promoción de la salud y el seguimiento de patologías crónicas. Es la puerta de entrada y base del sistema sanitario, imprescindible para que éste funcione. Desde ella, se debería luchar
para la colectivización de la salud y el empoderamiento de la sociedad en sus procesos de salud individuales y colectivos para crear entornos promotores de salud y huir de la medicalización de la vida.
Permitidme recordar aquí que los fármacos son la tercera causa de muerte en el mundo, después del suicidio. Así lo dice Peter G Gotzsche, médico e investigador médico danés, profesor de universidad y co-fundador de la Cochrane, en su libro Medicamentos que matan y crimen organizado.
Es muy difícil realizar unos cuidados de calidad desde la AP. Realizar un abordaje integral de cualquier situación es prácticamente imposible si apenas nos dan 10 minutos de visita por paciente. También es difícil que exista un seguimiento adecuado por medicina o enfermería de referencia debido a las listas de espera o la sobrecarga en las agendas. Tampoco serán de calidad los cuidados de enfermería si ésta no está especializada o viene rebotada del hospital a “descansar” al CAP en la última etapa antes de la jubilación.
Durante la pandemia, el estado desvalorizó y continúa desvalorizando el papel de la AP cuando es imprescindible. Con el COVID-19, los medios de comunicación omiten la problemática de AP centrándose exclusivamente en la hospitalaria, cuando son sus propias políticas las que están haciendo que se saturen los hospitales.
Con la excusa del COVID-19, se cerraron muchos Centros de Atención Primaria (CAPs). Hubo muchos profesionales contagiados y, en vez de cubrir la plantilla, enviaron a los “no contagiados” a hospitales de campaña. La falta de EPIs y de recursos humanos debido a las bajas y los aislamientos por el contagio fue indicativo de que no se dio una respuesta adecuada para mejorar la situación en la AP.
Antes de que pasara todo esto, la OMS advirtió a España en 5 ocasiones para que se proveyera de material necesario y el gobierno español no hizo ningún caso.
En el contexto actual, la AP está filtrando qué pacientes han de ir al hospital y cuáles pueden ser atendidos en sus casas o en los propios CAPS, evitando así la saturación de los hospitales y la sobreexposición innecesaria al COVID-19 a través de la atención telefónica, consultas virtuales y atención domiciliaria. Desde la AP se está haciendo un acompañamiento digno de admiración en los procesos de final de vida tanto de los pacientes como a los familiares y también en los procesos de duelo, previniendo, en la medida de lo posible, que éstos sean patológicos en el futuro. También se hacen seguimientos de pacientes dados de alta, tanto por COVID-19 como por otros motivos.
Si siguen desmantelando la primaria ¿Qué pasará con otras patologías, que no son COVID-19, pero que siguen existiendo? Las patologías crónicas necesitan un seguimiento que, desde la salud pública, sólo puede dar la Atención Primaria. La atención a activos comunitarios en los barrios, como centros tutelados, residencias de ancianos o albergues residenciales de personas sin hogar también se hace desde la AP.
La AP está especializada en unos cuidados muy diferentes a los del hospital y aborda desde el individuo hasta la comunidad. Estos cuidados especializados no pueden ser obviados y, mucho menos, pueden ni podrán ser asumidos bajo ningún concepto por el hospital.
La colectivización de la salud, los grupos de apoyo mutuo y los vínculos reales son la base para cuidarnos y generar entornos promotores de salud. Organizarnos para crear la vida que queramos vivir, por unas “condiciones laborales” saludables y por tener las necesidades básicas cubiertas y no tener que vivir esclavizadas para para ello, también es generar entornos promotores de salud.
Alba María Campos Lizcano.
Enfermera Familiar y Comunitaria.
Escribí este texto en plena pandemia del COVID-19 para la revista Diari de la Sanitat. En él, reivindico la importancia de la Atención Primaria dentro del sistema sanitario. Considero la Atención Primara como el eje principal que sustenta todo el sistema sanitario, aunque, en la práctica, no genere una promoción de la salud real.
Logísticamente, es imposible realizar una promoción de la salud que vaya más allá de analíticas de control y medicalización “preventiva”.
Hoy por hoy es imposible dar una atención integral, individualizada y de calidad en ningún servicio público de salud.
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