MST: EFICIENCIA Y JUSTICIA

MST:EFICIENCIA Y JUSTICIA

Luiz  CarlosBresser Pereira

En este mes, el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST)del Brasil  inauguró su universidad en el interior delestado de Säo Paulo, lo que dio la oportunidad a la derechabrasileña de manifestarse por medio de sus más diversosrepresentantes en defensa del orden público, del respeto a lapropiedad y  los contratos. Es el "non sense"conservador que se repite, siempre revestido del más alto buensentido.

En contrapartida, el presidente del Instituto de Colonizacióny Reforma Agraria (INCRA), provocó una justa reacciónal identificar el agronegocio con el mal y la reforma agraria con elbien. Otro "non sense", esta vez de la izquierda y lleno debuenas intenciones, pero miope. La agricultura moderna de exportaciónes fundamental para el desarrollo económico del país y,en los últimos años, ha tenido un papel importante enel reestablecimiento de nuestras cuentas externas.

Frente a dos absurdos, no obstante, ¿cómo quedan lareforma agraria y la organización que la defiende, el MST?¿Debemos condenar el gran movimiento social porque desafíaa la propiedad y a los contratos? ¿Porque no respeta el ordenestablecido? ¿Y debemos condenar  la reforma agrariaporque la gran propiedad capitalista sería máseficiente? Un conservador no tendrá duda en responderafirmativamente, ya que la derecha se define por siempre priorizar elorden en relación a la justicia.

Pero, ¿por qué no tendría sentido esta posición?Y, más ampliamente, si el movimiento de los sin tierra es tanterrible así, ¿por qué no fue colocado todavíafuera de la ley? Sin duda, hay radicales que desearían que esoaconteciese. Existe, sin embargo, aún entre los conservadores,la idea de que el Brasil es un país profundamente injusto, ytal vez sea eso lo que los paralice. Porque no pueden dejar deadmitir que la lucha del MST es esencialmente una lucha por lajusticia social. Por la disminución de las enormesdesigualdades sociales existentes en el país. Por laposibilidad de ofrecer a una parte de los brasileños que estánmás radicalmente excluidos del modesto proceso de desarrollodel Brasil una mejora de sus condiciones de vida y de oportunidad derealización personal.

El mundo en que vivimos hoy es bien diferente de aquel que existía,por ejemplo, en los años 60. En aquel tiempo, las utopíastodavía existían, y parecía posible  distinguircon claridad lo justo de lo injusto. Hoy, después de 30 añosde contrarrevolución conservadora, la ambigüedadpostmoderna se volvió dominante: nada es más seguro, nila verdad ni la justicia.

Ahora bien, es en ese cuadro que surge el MST sin ambigüedadalguna. Podemos discordar de sus métodos, pero no podemosnegar que luche por la justicia. Que esa organización enparticular y los demás movimientos organizados de sin tierrason, en la práctica, las únicas grandes institucionesque luchan por más justicia en este Brasil.

Puede argumentarse que no es posible que haya  justicia encontra de la ley, pero la historia de la lucha por la justicia ytambién por la libertad fue, inicialmente, la lucha contra elorden establecido por la ley. Esa lucha en algunos momentos fuerevolucionaria, en otros, semirrevolucionaria, como es el caso delMST; en otros, legal, cuando realizada dentro de las norma vigentes.

Esa última forma de lucha es la preferible, pero, con elestudio de la historia, sabemos que en algunos momentos la revoluciónfue necesaria, que en muchos otros la acciónsemirrevolucionaria, la presión, por ejemplo, por medio de lasinvasiones practicadas por los movimientos de los sin tierra, fueeficaz en promover la justicia. Todos los regímenesdemocráticos precisan abrir algún espacio para ese tipode acción. Aún en los países másavanzados socialmente.

Pero ¿la reforma agraria no sería un forma ineficientede hacer justicia? Tal vez, pero la justicia, como la libertad, esvalor último que no puede ser subordinado a la eficiencia.Debemos considerarla porque el desarrollo económico es untercer objetivo político fundamental de las sociedadesdemocráticas modernas. Pero las medidas de eficiencia, aunquemás precisas que las de justicia, son muy relativas.¿Eficiencia con relación a qué? ¿Alretorno a la inversión? ¿O a ese retorno en términosde mejoramiento de la calidad de vida de los asentados en proyectosde reforma agraria? Hay estudios antropológicos que muestran  una extraordinaria mejoría en esa área.

¿Y no sería también conveniente considerar elretorno en términos del aumento del empleo? Yo sé quelos economistas ortodoxos "abolieron" el concepto dedesempleo cuando inventaron la "tasa natural de desempleo",pero, a pesar de eso, el desempleo continúa siendo el mayorproblema económico brasileño.  Y sabemos cuanto elmismo representa en términos de sufrimiento humano, de faltade respeto a la persona.

En el pasado, ya se afirmó que la reforma agraria era unacondición para el desarrollo del Brasil. Eso no era verdad enel plano económico entonces y continúa falso hoy. De unpunto de vista mayor, sin embargo, del punto de vista político,estoy convencido de que uno de los principales problemas que impidenel desarrollo brasileño es la enorme desigualdad aquíexistente. Es esa desigualdad la que explica políticaspopulistas, llevando a veces al desequilibrio fiscal, otras veces alcambiar, otras veces a ambos. Es esa injusticia en la distribuciónde la riqueza y de la renta que hace  a la sociedad brasileñapoco solidaria, dividida y, por eso mismo, incapaz de constituirse enverdadera nación.

Dentro de ese cuadro, el MST es una fuerza positiva importante. Es ungran movimiento político de los pobres en el Brasil. Es unmovimiento que deja a la derecha indignada, o "perpleja",como a sus portavoces les gusta decir, olvidando que lo que realmentemerece causar  perplejidad  es la injusticia que aquíimpera.

Luiz  CarlosBresser Pereira
Profesor de economía y de teoría política de laFundación Getulio Vargas, ex ministro de Hacienda, de laReforma del Estado, y de Ciencia y Tecnología, es autor de"Democracy and Public Management Reform" (Oxford UniversityPress, 2004)