El Laboratorio, una genealogía. Propuesta de investigación (III)


Centros Sociales

En la reflexión y práctica de los centros sociales en Madrid, la idea central de que estos son dispositivos fundamentales de intervención en la ciudad ha sido uno de los argumentos centrales en la defensa y promoción de estos espacios. Los centros sociales, en tanto que espacios privilegiados de socialización, agregación política, creación cultural y prácticas transformadoras, constituyen un elemento fundamental para una política urbana antagonista. Analizar las experiencias de los centros sociales, por tanto, no se cierra sobre la construcción de una narrativa de movimiento (en este caso, el de okupación) más o menos marginal, sino que tiene un alcance e interés mayor por cuanto los centros sociales son considerados como actores claves de las políticas urbanas. O dicho de otro modo: Los centros sociales encarnan la idea de comunes urbanos que pueden establecer o reconstruir los vínculos comunitarios necesarios para pensar en instituciones del común en la ciudad. En este sentido, ese análisis puede contribuir a pensar a día de hoy el papel de los espacios sociales como agentes activos del cambio político en las ciudades en general y en Madrid en particular.

También —no hay que olvidarlo en estos momentos de pensar, afirmar o negar la representación política y las formas de intervención social activista— porque algunas experiencias de convivencia en espacios sociales constituyen una de las experimentaciones más valiosas respecto a la idea de poner la vida en el centro, de utilizar la propia vida como condición de experimentación y práctica política.

A día de hoy, en Madrid, la situación política requiere ser pensada en su presente. Esta genealogía se pretende también como herramienta para eso: ¿de qué modo los planteamientos, o algunos planteamientos, de algunas prácticas autónomas de finales de los 90 y primeros 2000 se recogen en planteamientos y prácticas políticas actuales?, ¿qué sentido tienen?, ¿qué se puede rescatar para ser pensado de nuevo bajo la óptica actual?, ¿cuál es el papel de los centros sociales en la política municipal?, ¿qué dispositivos consideramos apropiados para la gestión de la vida común en las ciudades y cómo se pueden articular entre ellos?

En ese sentido, cada experiencia singular encarna un valor propio, expresa los contenidos de una época, pero contribuye además a incrementar —y transmitir— el corpus de conocimiento colectivo en resistencia a la lógica neoliberal.

El Laboratorio es una de esas experiencias.