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De la resistencia a la disputa de la hegemonía: el FSM debe cambiar su formato y contener a las ONGs

Aram Aharonian

A la hora de hacer un balance del FSM de Belém do Pará, nos viene a la mente la imagen de los brazos entrelazados y en alto de cinco presidentes latinoamericanos (Evo Morales, Rafael Correa, Hugo Chávez, Lula da Silva, Fernando Lugo) y, a la vez, el triste recuerdo de los burócratas de las ONGs, “cabildeando” en el Hotel Hilton, en su intento por reapoderarse del Foro.

El Foro Social Mundial no nació como un fin en sí mismo, sino como un instrumento, una herramienta de lucha para la construcción de lo que se llamó “otro mundo posible”, para hacer frente al hegemonismo neoliberal, al pensamiento único, al cacareado fin de la historia.

 

Hay quienes aún hoy creen que el fin del FSM es el intercambio de experiencias: éstos deben haber quedado satisfechos del encuentro. Pero quienes llegaron a Belém do Pará angustiados con la necesidad de respuestas urgentes a los grandes problemas que enfrenta el mundo, quizá quedaron frustrados. Queda ese sentimiento subcutáneo de estancamiento, de que el actual formato del Foro está agotado.

 

Queda esa sensación de que si de aquí en adelante, el FSM no quiere diluirse en la intrascendencia o el mero turismo social, debe cambiar de formato y dejar la dirección en manos de los movimientos sociales.

 

El recuerdo de los cinco presidentes –algunos de ellos participantes como ciudadanos de anteriores ediciones-, es la prueba de gobiernos que en diferentes niveles aplican políticas que identificaron al FSM desde su nacimiento, como las de inclusión social, la reglamentación al capital financiero, las campañas por la alfabetización.

 

Y que hoy se traducen, como políticas de estado, en el Banco del Sur, en el Alba, en la solidaridad energética y el gasoducto regional, en el Consejo Sudamericano de Seguridad, en las Facultades de Medicina para pobres, en Unasur: en el SUCRE, en la moneda única regional, en la construcción del posneoliberalismo en América Latina, definiría Emir Sader.

Fernando Lugo decía que muchos le advertían que hay que tener paciencia, a lo que él respondía que en América Latina, después de tanto tiempo de sufrimiento y de injusticias, lo que se debe tener es impaciencia, “porque estamos impacientes de edificar por fin la América Latina que queremos”.

Evo dejó en claro que en el Foro estaban sus profesores. “En los Foros, yo he aprendido y he comprendido. Si hemos llegado a Presidente es, en parte, gracias al Foro Social Mundial, porque de aquí sacamos ideas, establecimos contactos y redes”, Y agregó: para cambiar la sociedad, cada uno de nosotros tiene que empezar a cambiar, empezando por sí mismo. Si cada uno de nosotros cambia, toda la sociedad habrá cambiado.

Correa dijo que es el momento de oponer al neoliberalismo, el Socialismo del Siglo XXI. Y definió de qué se trata; de una serie de compromisos que, impulsados por los movimientos sociales, deben asumir los gobiernos progresistas: intervención del Estado en la economía, planificación, supremacía del trabajo humano sobre el capital ; priorizar el valor de uso sobre el valor de cambio, la deuda ecológica; la equidad de género y para los pueblos originarios, asumir la autocrítica y la convicción de que no hay recetas.

Se debe partir de la convicción de que el Socialismo del Siglo XXI no es único, ni estático: ya no se puede creer en dogmas ni en fundamentalismos, con el único fin de un mayor bienestar  para los más pobres del planeta, con una nueva concepción del desarrollo. Los gobiernos progresistas deben ahondar más algunas de sus iniciativas y avanzar en la integración, que significa más garantia para nuestros procesos de cambio y de progreso.

Chávez recordó que la vida del Foro, hasta ahora, ha coincidido casi exactamente con los dos mandatos del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, “un personaje abominable que debería ser juzgado por un Tribunal Penal Internacional por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad”, y señaló que ahora asumió Barack Obama, “que por el momento tiene un grave problema interno con la crisis económica y financiera. Una crisis de la que solo se puede salir por la vía del socialismo”.

En 2005, en el Foro en Porto Alegre, Chávez declaró por primera vez el carácter socialista de la revolución bolivariana. “Aqui, un mundo nuevo está naciendo. El que tenga ojos que venga y lo vea (…) la utopía de un mundo mejor, de un nuevo mundo está naciendo aquí. Pero es como un bebé, necesita protección y apoyo”.

Lo cierto es que hay un consenso general sobre algunas iniciativas inmediatas como la elevación del salario mínimo, la ampliación de las políticas de protección social, la defensa del servicio y de los bienes públicos, el fin de la independencia de los bancos centrales y la nacionalización de los bancos privados.

 

Entre los participantes del Foro, situados en la franja del centro a la izquierda, podemos encontrar dos grandes vertientes: los que buscan superar la fase neoliberal recuperando un desarrollo regulado por la acción estatal, y los defensores de una ruptura socialista. Pero, aparentemente, ambos concuerdan que las acciones de corto plazo deben ser anticíclicas, teniendo al Estado como protagonista. El objetivo es contener el desempleo y las consecuencias sociales del desastre.

 

Entre movimientos, partidos y gobernantes

 

Sin duda, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), ya con cuarto de siglo de vida y lucha por la democratización de la propiedad en Brasil y varios otros países sudamericanos, cuenta siempre con el odio visceral de la derecha y de los medios de comunicación, no solo de Brasil sino de toda América Latina. La crítica viene de parte de los “políticos”, quienes señalan que en los últimos meses la dirigencia del MST ha asumido una “posición sectaria” y “poco constructiva” para la construcción de las fuerzas populares y democráticas.

 

Las críticas llegaron, sobre todo, desde el mismo Brasil. Unos, por no invitar al Lula da Silva a un acto en el que participaron cuatro presidentes con los movimientos sociales y a donde el mandatario brasileño no fue convidado por no pertenecer su país a la Alternativa Bolivariana (ALBA). Algunos analistas brasileños hablan del malestar del MST para con el gobierno, por la paralización de proyectos de asentamientos para la reforma agraria.

 

Sin lugar a dudas, Fernando Lugo, Rafael Correa, Evo Morales y Hugo Chávez, contaban con la aquiescencia de Lula para participar del acto, donde Joao Pedro Stedile, el líder del MST no olvidó citar a Argentina y Brasil entre los gobierno progresistas de la región, “integrantes de un movimientos histórico en América Latina de rompimiento con el neoliberalismo en la región”.

 

Stedile, vocero de los movimientos sociales latinoamericanos, fue duro con los presidentes: “Esperamos más de ustedes, queremos los cambios estructurales que necesitan los pueblos, no medicinas para el capital. En las próximas cumbres regionales, inviten a los movimientos (sociales) de sus países”, señaló.

Hablar de  transformación social  y de procesos de cambio está muy bien, pero no deben ser sólo discursos. Hay que hacer cambios estructurales, para que no haya marcha atrás, insitió. Hay que nacionalizar la banca, el Estado debe tomar el control de todos los mecanismos financieros, hay que construir una moneda suramericana, que proponemos que se llame  maíz, porque es el símbolo de la soberanía alimentaria histórica de los pueblos originarios.

Hay que hacer una verdadera reforma agraria para garantizar la soberanía alimentaria de nuestros pueblos con una agricultura de nuevo tipo respetuosa del medio ambiente, y no orientada exclusivamente a la exportación.

Ninguno de los presidente parecieron ofenderse, pero sí la prensa de izquierda, que recordó que Chávez enfrentó y derrotó un golpe de Estado, Evo venció a la derecha separatista en un proceso constituyente, Correa realiza una auditoría a su deuda externa y Lugo terminó con 60 años de dictadura stronnista.

 

Joao Pedro recordó que todos los mandatarios de América Latina habían estado un mes antes en Costa do Sauípe, na Bahia, en un foro anti-OEA, con Cuba, pero donde no decidieron nada: “Comieron bien, anduvieron por la playa y nosotros nos quedamos con las expectativas de cambios”. Y en tono de broma, agregó: “algunos gorditos no fueron a la playa”.

 

Stedile dejó en claro que “las elecciones no resuelven los problemas de la región”, ante unos presidentes electos, refrendados y reelectos popularmente, y ante el hecho de que las elecciones directas fueron conquistas de las sociedad latinoamericanas, en especial en la lucha de 1984 en las etapa posdictatirial brasileña. Hay quienes quieren ver en ello  una negación a la actividad política y a la práctica partidista, espacios de la “institucionalidad burguesa”.

 

El líder del MST cree que, excepto en Bolivia, donde el pueblo está en las calles, el movimiento de masas está desarticulado. Sostiene que la cooptación de los líderes de esos movimientos por parte de los gobiernos progresistas viene de antes. Hace años que la izquierda –afirma– fue derrotada por el neoliberalismo, y lo que hoy se vive son las consecuencias de ello.

 

Cuando se le señala que su posición no le atrae simpatías y lo aleja de una parte de la izquierda institucional, responde: “si nosotros tuviéramos como objetivo la popularidad tendríamos que organizar una banda de rock. Ni con la televisión ni con los votos se resuelven los problemas. Nuestro objetivo es resolver  problemas y hacer cambios estructurales y eso sólo se logra con la movilización popular.”

 

Y aquí vendría bien la diferenciación entre movimientos sociales y partidos políticos, aún sin dejar de considerar que hoy por hoy, la izquierda en nuestro continente está liderada por los movimientos sociales, que son los que realmente exigen cambios estructurales en nuestras sociedades.

 

En la interna política brasileña, el MST vive un fuego cruzado de aislamiento, promovido por los medios comerciales de comunicación y por el capitalismo vernáculo, en medio de la opción del gobierno de Lula por los agronegocios volcados a la exportación, que obviamente favorecen al capital trasnacional.

 

Quizá sea hora de repensar el tema agrario, porque la expansión del capitalismo en áreas rurales puso en jaque a un tipo de reforma agraria productivista. Hoy el latifundio es agronegocio y no es ya un anacronismo económico y social. Es una modalidad que emplea pocos trabajadores y se somete, en especial en los ingenios de caña de azúcar, a condiciones extremadamente precarias,  muchas veces de trabajo esclavo. Y, en el área de los granos, el patentamiento de las semillas genéticamente modificadas (transgénicos) aumenta exponencialmente la productividad extensiva de la tierra.

Las ONGs temen a la política y a los políticos

Obviamente, algunas ONGs y los sempiternos intelectuales europeos reclamaron de la hegemonía latinoamericana y de la presencia de los cinco presidentes, que quizá constituyó el momento más importante de todo el Foro (algunos dicen que de la historia del Foro), pues puso en claro los cambios políticos en nuestra región y también el camino para enfrentar las turbulencias instaladas en el escenario global: la consigna es profundizar la integración de nuestros pueblos.

Los movimientos sociales tienen en claro que es en América Latina donde se realizan los cambios más significativos de la última década, casi todos ellos impulsados por la llegada de dirigentes progresistas al poder político, gracias a la intensa movilización social, lo que permite construir políticas públicas universales. Al grupo que aún controla la organización del FSM no le gusta nada el poder político.

Cuando fianalizaba la primera edición del Foro, en 2001 –recordemos que se presentó como un contrapunto al Foro de Davos-, el belga François Houtart alertaba sobre el riesgo de que el FSM se convirtiera en una feria de alternativas, mientras otros destacaban que era un proceso y no un evento.

Ocho años después, este proceso sigue teniendo cara de evento, de feria de alternativas. Es un fuerte indicio de ello la pelea por definir el lugar y la fecha del próximo Foro. La mayoría de las ONGs e intelectuales europeos quieren que el próximo Foro se haga en 2011, pero los acontecimientos en esos dos años pueden volver políticamente irrelevante un encuentro pautado recién para esa fecha.

Pero el mundo cambió en estos años y ese cambio tiene cara de una crisis que amenaza con el desempleo a millones de personas en los próximos meses. Tiene cara de guerra, en Irak, Gaza, Afganistán y en Colombia. Pese a ello, el Consejo Internacional de Foro Social Mundial propuso que el próximo encuentro sea en dos años.

 

La decisión de realizar un nuevo Foro Social recién en enero de 2011, es desacertada, fuera de timming, desconociendo lo que se está jugando en el mundo entero, y significa dejarle el campo libre al decadente Foro Económico Mundial de Davos, sin el contrapunto altermundista.

 

El estado de crisis en el que se encuentra el sistema capitalista exige respuesta continuas y búsqueda permanente de soluciones. Quizá ésta sea la Madre de todas las crisis (parafraseando el Sadam Hussein), protagonizada por el conjunto del sistema.

 

Hoy subsiste una falencia sistémica cuya calificación pasa por términos como terminal, final, fracaso, declinación imperial, sean Eric Hobsbawm, Giovanni Arrighi o Immanuel Wallerstein quienes califiquen. Para otros es un reordenamiento de la competencia imperialista, en la cual Washington continua teniendo el papel protagónico y sigue barajando los naipes, con ayuda de la Unión Europea , el alicaído Japòn, al lado de los neocompetidores como China y la nueva Rusia.

 

El francés Michel Lowry decía que “el Foro es lo que tenemos”, es la gran arena donde entran en debate las ideas, alternativas a la propuesta de hegemonía neoliberal a escala mundial, la posibilidad de visiones multilaterales (y no gubernamentales) que se contrapone al pensamiento (y accionar) único del G-8.

Pero los directivos del Foro propusieron que el próximo encuentro sea en dos años en algún país de África (Sudáfrica o Senegal). Hubo quien propuso que fuera en Estados Unidos: problemático pero tentador, sobre todo por los dictámenes discriminatorios del Departamento de Estado estadounidense, que impediría que los activistas viajaran a ese país. Lo mismo se puede decir de Europa, quizá en grado menor, siempre a merced de policías vejadores de turistas e inmigrantes de países del Sur.

Nadie puede estar en contra de África, pero el malestar nuestro es porque las ONGs –en especial las europeas-, no quieren que se realice en América Latina. Ellos se sienten muy incomodados, y no por primera vez, por el protagonismo de las políticas y de los políticos de nuestra América.

Y el continente africano se presenta atractivo para ese pensamiento eurocéntrico, y como quedó evidente en la edición de Nairobi, es visto como una especie de reserva de mercado, pues las ONGs africanas son financiera, política y umbicalmente dependientes de las europeas. Lamentablemente, pareciera que en el FSM las decisiones están en manos de la gente del Norte, y para nuestro Sur queda el asistencialismo y la caridad.

 

Por eso no es de extrañar que muchos estén pujando para que en enero del 2010 se realice un Foro Social Latinoamericano, abierto a todo el mundo, para no dejar que Davos se alimente por la ausencia de contravoces. Este mundo tal cual está es imposible, y exige respuestas continuas.

 

Entre las prioridades de acción, la ecuatoriana  Magdelena León, de la Red Latinoamericana de Mujeres Transformando la Economía, habló de una nueva Cumbre de las Américas que consolide una agenda propia de América Latina, una nueva arquitectura para la soberanía económica, energética, estructural y política de la región, y un nuevo protagonismo mundial ante temas polémicos, como las agresiones israelíes en Palestina.

 

La cooperación, medio de dominación

En la otra imagen, están las ONGs, entidades cuya naturaleza está fuertemente cuestionada por su ambiguo carácter de no-gubernamentales y por su manejo discrecional de la ayuda al desarrollo de los países del Norte, por el carácter poco transparente de sus funcionarios y funcionamientos , de sus “socios” del Norte y sus socios locales, casi siempre en los sectores derechistas y golpistas.

Actúan en el espacio que definen como “sociedad civil” (¿será lo opuesto a una sociedad militar?), opuesta a los partidos políticos y a los gobiernos, lo que incrementa esa ambigüedad. Las ONGs, cuyos directivos no fueron elegidos por nadie más que sus financistas, quieren ocupar el lugar de los movimientos sociales y hablar por ellos. Esas entidades tuvieron un enorme peso en el comienzo del FSM y hoy aun conforman la mayoría en el secretariado internacional, dejando en clara minoría a los verdaderos grupos representativos de nuestras sociedades, los movimientos sociales.

 

Si la cooperación puede ser un medio útil para reforzar a los actores sociales del sur, también puede desviarse y convertirse en un medio de dominación. Disyuntiva esencial planteada por el teólogo y activista brasileño Frei Betto.

 

Para asegurar una cooperación realmente solidaria es esencial “ejercitar la modestia”. Las ONG del norte que trabajan en el sur “deben dotarse de los útiles de la pedagogía de la educación de Paulo Freire” enfatizó Frei Betto. Eso implica “ponerse al servicio del otro sin ninguna arrogancia ni colonialismo, comprendiendo las diferencias, entendiendo que nadie es mejor que el otro sino que cada uno tiene una cultura diferente”.

 

Una regla de fuego de toda cooperación, exige promover la autoestima de los actores sociales del Sur, completó el teólogo, quien instó a la cooperación internacional a “actuar en el Sur con la idea de reforzar la solidaridad con las luchas de los movimientos sociales. No queremos recibir dinero para aumentar estructuras sino construir conciencias y relaciones igualitarias. No aceptamos asistencialismo, sino acompañamiento en nuestra propuesta de emancipación”, subrayó.

Pero en estos años, la lucha antineolibeal pasó de la defensiva, de la resistencia, a la disputa de la hegemonía y la construcción de alternativas de gobierno. Y, lamentablemente, las ONGs siguieron copando el tren directivo del FSM. En Belém, quizá, la realidad le pasó por encima a la burocracia, con el protagonismo de los movimientos sociales, la reunión de los pueblos indígenas y el Foro Panamazónico, los movimientos campesinos, los sindicatos, los movimientos feministas, negros, de jóvenes, de estudiantes… con la riqueza, diversidad y libertad de los espacios de debates.

Y, por el otro lado, las “marcas” de las ONGs reflejadas en la atomización, fragmentación de temas de debate sin prioridad alguna, dando la sensación que se cumple con el fin de presentar los temas para obtener los financiamientos y la cuota de presencia y poder. Tanto da hablar de la tierra, el agua, la regulación de los capitales, la guerra y la paz, el papel del Estado, como de la democratización de los medios de comunicación.

Lo que se esperaba era que el Foro proveyera de alternativas a tomar frente a la crisis económica global y frente a los diferentes epicentros de la guerra imperial –Palestina, Irak, Afganistán, pero también Colombia-  y ante estas problemáticas las ONGs responden con un anorme silencio. Ahí están las llamadas actividades, “autogestionadas”, o sea aquellas entidades (en general ONGs del Norte) que tienen recursos pueden planear sus actividades y publicitarlas. Los movimientos sociales van encontrando la dimensión en que pueden hacerlo, para proyectarse definitivamente como los protagonistas de FSM.

Muchos dirigentes hoy se asustan con este otro mundo que está surgiendo, sobre todo en América Latina, impulsado, empujado, por los movimientos sociales. Hoy, el encorsetado grupo de representantes de ONGs enquistado en la dirección del FSM no está a la altura de la construcción de alternativas que se gestan desde los gobiernos latinoamericanos y desde los movimientos sociales, que están pasando de la resistencia a la disputa de la hegemonía.

 

El Foro de Belém, dejó algunas certezas: el mercado quebró, y basta ya de obedecer a los que fracasaron. No salvemos a los bancos, salvemos a la gente. Lo económico y lo ambiental van de la mano. Soberanía latinoamericana sobre los recursos latinoamericanos. Una moneda común. Un cambio ético. Lo colectivo por sobre lo individual. Tolerancia cero al analfabetismo. Alerta roja ante los nuevos disfraces del capital transnacional, especialmente los vinculados con los monocultivos y las semillas transgénicas. Socialismo del siglo XXI. Políticas de Estado regionales. Cooperación en áreas estratégicas. Formación de cuadros políticos y sociales como reaseguro de un proyecto democrático y popular de largo alcance. Son sólo algunas de las certezas que deja este FSM.

La crisis debe conducir a un escenario global diferente

Sin duda, el fantasma que recorrió el FSMl, fue el de la crisis económica, que estuvo presente en decenas de debates y reuniones durante la última semana de enero en la lluviosa y amazónica ciudad brasileña de Belem do Pará. Incluso en los debates de temas aparentemente distintos, como comunicación, ecología o derechos de las minorías, terminaban por referirse al cataclismo económico.

 

Las preocupaciones de capitalismo eran menos Estado, más mercado, más privatizaciones, apertura comercial y financiera. Ahora, en Davos, el Estado

es tomado como el único agente capaz de rehacer el capitalismo. Todas las crisis apuntaban al hecho de que el problema era el Estado. El discurso de Ronald Reagan en 1981 era que el Estado era el problema. Hoy, es que el Estado es parte de la solución.

 

Y lo peor es que la conducción de la crisis está en manos de los mismos que la provocaron y que las izquierdas (europeas) no tienen coraje de denunciar todo esto y exigir cambios reales, están paralizadas, señaló el exministro español de Obras, Joseph Borrell.

 

La idea de que América Latina estaría inmune o menos vulnerable a los efectos de la crisis deja lugar a previsiones más pesimistas. El pronóstico es malo para países de economía poco diversificada (Brasil redujo de 4 a 2% su previsión de crecimiento para 2009), que dependen de la exportación de sus commodities, y que van a tener que sobrellevar el efecto combinado del estrangulamiento del crédito y la caída de los precios de sus materias primas. Las previsiones hablan de 23 millones de desempleados en América Latina, cuatro millones más que en 2007. En el mundo, 230 millones de desempleados, 50,5 millones más que dos años atrás.

 

El sistema simplemente paró y no consiguieron reiniciarlo, señaló el peruano Oscar Ugarteche, para quien estamos recién en la primera etapa de la crisis.

El encuentro terminó por transformarse en la primera manifestación popular global contra la crisis, según el francés Francois Sábado, quien destacó que la turbulencia actual posee dimensiones económicas, sociales, políticas, energéticas, climáticas y alimentarias. “Una crisis de civilización”, que revela una profunda derrota de las políticas neoliberales, resumió.

 

Sábado evalúa que si la izquierda y las fuerzas populares no logran encontrar un programa mínimo común para actuar, se corre el riesgo de que la disputa por la superación de la crisis quede entre los neoliberales y aquellos que desean reformar el capitalismo.

 

Los movimientos sociales coinciden en una orientación general sintetizada: los trabajadores no pueden pagar la cuenta de la crisis. Algunas centrales sindicales defienden la tesis que empresas que reciban financiamiento público no pueden cesantear trabajadores, y reclaman la caída de las tasas de interés. Algunos van más allá y exigen la nacionalización del sistema financiero y el control de los flujos de capital, como iniciativas de corto plazo, tópicos complementarios entre sí.

 

Aún es difícil saber cuál será la dirección que tomarán las disputas políticas por la solución de la crisis. Todo dependerá de la lucha política, de la conciencia popular y de la correlación de fuerzas en los embates para la reforma o por la superación del capitalismo.

 

Ojalá nunca más las ONGs hablen en nombre del Foro, y que los movimientos sociales asuman no sólo la dirección formal sino la real del Foro Social Mundial para poder seguir trabajando por otro mundo posible. En Belém quedó en claro que los movimientos populares que reivindican su autonomía, consideran que la lucha de clases no se mueve por calendarios electorales, y que la única solución para el cambio social es que las clases populares acumulen fuerzas y se genere un ascenso en el movimiento de masas.

Cambio fundamental» en la política de EEUU en America Latina, solicitan a Obama unos 400 académicos

En carta enviada al candidato demócrata Barack Obama, casi 400 académicos dedicados a las relaciones interamericanas demandaron un "cambio fundamental" en la política de Estados Unidos hacia América Latina.

A continuación, el texto, suscrito entre otros por Eric Hershberg, presidente de la Asociación de Estudios Latinoamericanos; Ariel Dorfman, de la Universidad Duke; Jean Franco, de la Universidad de Columbia; Arturo Arias, de la Universidad de Texas; Carmen Diana Deere, de la Universidad de Florida; Arturo Escobar, de la Universidad de Carolina del Norte; Mark Weisbrot, codirector del Centro para el Estudio Economía y Políticas, Emma Zapata Martelo, del Colegio de Posgraduados de México, y Magdalena Barros Nock, profesora investigadora del CIESAS de México.


"Senador Obama: Nos dirigimos a usted para felicitarlo por su campaña y para expresar nuestra esperanza de que, como próximo presidente de Estados Unidos, aprovechará una oportunidad histórica para mejorar las relaciones con América Latina. Como académicos enfocados en la región, también queremos comunicarle nuestro análisis del proceso de cambio que se da actualmente allá.

"Así como el pueblo estadounidense ha empezado a debatir cuestiones básicas en relación al tipo de sociedad que desea -gracias, en parte, a su propia candidatura, aunque también debido a la magnitud de la actual crisis financiera- así, también, lo están haciendo los pueblos latinoamericanos.

"De hecho, el debate sobre una sociedad justa se dado en Latinoamérica a lo largo de más de una década y la mayoría opta, como usted y muchos de nosotros en Estados Unidos, por la esperanza y el cambio. Como académicos con un compromiso personal y profesional con el desarrollo y la democracia en Latinoamérica, tenemos la esperanza de que en su presidencia Estados Unidos se pueda convertir en un aliado, y no en un adversario, de los cambios positivos que ya se están llevando a cabo en el hemisferio.

"El actual ímpetu en favor del cambio en Latinoamérica es un rechazo al modelo de crecimiento económico que se ha impuesto en la mayoría de países desde principios de los años 80; un modelo que ha resultado en la concentración de la riqueza, que ha confiado, sin éxito, en las fuerzas del mercado, sin restricción alguna para resolver los profundos problemas sociales, y que ha socavado el bienestar humano. El actual rechazo de este modelo cuenta con una base amplia y democrática. De hecho, los movimientos contemporáneos para el cambio en América Latina reflejan una participación significativamente mayor de trabajadores y campesinos, mujeres, afrodescendientes y pueblos indígenas; en dos palabras, movimientos de base.

"Esos movimientos están llegando al poder, uno detrás de otro. No son ni títeres, ni están cegados por el fanatismo y la ideología, como los pintan las caricaturescas descripciones de algunos expertos. Al contrario, estos movimientos merecen nuestro respeto, amistad y apoyo.

"Los latinoamericanos con frecuencia han visto a Estados Unidos no como un amigo, sino más bien como un opresor; el garante de un sistema económico internacional que funciona en contra, y no en favor de ellos, la verdadera antítesis de la esperanza y el cambio. El gobierno de Bush ha empeorado la situación y el prestigio de Estados Unidos en la región se encuentra a niveles históricamente bajos. La tendencia de Washington de luchar en contra de la esperanza y el cambio ha sido especialmente prominente en las recientes respuestas de Estados Unidos a los gobiernos democráticamente electos de Venezuela y Bolivia. Los sentimientos antiestadunidenses son fuertes, pero la historia demuestra que dichos sentimientos pueden cambiar. En los años 30, luego de dos décadas de conflicto en la región, Estados Unidos juró no intervenir y adoptó una Política del Buen Vecino. No por coincidencia, esa fue la época de mayor armonía en la historia de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. En los años 40, casi todos los países de la región se convirtieron en nuestros aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Esto puede suceder una vez más.

"Existen muchos otros retos también. Colombia, el principal foco de la política del gobierno de Bush, es actualmente el escenario de la segunda crisis humanitaria más notable en el mundo, con 4 millones de personas desterradas internamente. Su gobierno, el cual criminaliza hasta las protestas pacíficas, busca una extensión de las políticas de comercio libre, en contra de las cuales gran parte del hemisferio está reaccionando ya. Cuba ha iniciado un proceso de transición que debería ser apoyado de manera positiva, como, por ejemplo, a través del dialogo por el cual usted aboga. Decenas de miles de mexicanos y centroamericanos migran para buscar trabajo en Estados Unidos, donde su poder laboral es de gran necesidad, pero su presencia es denigrada por un público que se ha opuesto siempre, desde que comenzó el desarrollo de las encuestas de opinión en los años 30, a la inmigración desde cualquier parte del mundo.

Rechazo a construir muros

"La forma de abordar el tema de la inmigración no es construyendo un gigantesco muro, sino más bien, Estados Unidos debería apoyar un desarrollo con mayor equidad en México y Centroamérica y, de hecho, a lo largo de toda la región. Además, Estados Unidos debe reconsiderar su política de control de drogas, que simplemente no ha funcionado y ha sido parte del problema de violencia política, especialmente en México, Colombia y Perú. Estados Unidos también debe renovar su apoyo activo en favor de los derechos humanos en la región. Desafortunadamente, en los ojos de muchos latinoamericanos, Estados Unidos ha llegado a mostrar su apoyo hacia regímenes de desigualdad.

"Finalmente, le imploramos que su gobierno se comprometa al firme apoyo de los derechos constitucionales, incluyendo la libertad académica e intelectual. La mayoría de nosotros es miembro de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, la asociación profesional de expertos más grande de la región, y hemos vivido personalmente cómo los intentos del gobierno de Bush por restringir el intercambio académico con Cuba han resultado contraproducentes. Esperamos poder tener una pronta oportunidad para discutir éstos y otros temas relacionados con América Latina en su gobierno.

"Nuestra esperanza es que usted tome la oportunidad de inaugurar un nuevo periodo de entendimiento y colaboración para el bienestar del hemisferio. Lo que nosotros solicitamos es cambio, y no sólo en Estados Unidos".

Atentamente

Eric Hershberg, presidente de LASA (2007-09), Universidad Simon Fraser
Charles R. Hale, anterior presidente de LASA (2006-2007), Universidad de Texas
Sonia E. Álvarez, anterior presidenta de LASA (2004-2006), Universidad de Massachusetts
Marysa Navarro Aranguran, anterior presidenta de LASA (2003-2004), D'Artemouth College
Arturo Arias, anterior presidente de LASA, (2001-2003), Universidad de Texas
Thomas Holloway, anterior presidente de LASA (2000-2001), Universidad de California
Susan Eckstein, anterior presidenta de LASA (1997-98), Universidad de Boston
Cynthia McClintock, anterior presidenta de LASA (1994-95), Universidad George Washington
Carmen Diana Deere, anterior presidenta de LASA (1992-94), Universidad de Florida
Lars Schoultz, anterior presidente de LASA (1991-92), UNC, Chapel Hill
Jean Franco, anterior presidente de LASA (1989-91), Universidad de Columbia
Helen I. Safa, anterior presidenta de LASA (1983-85), Universidad de Florida
Paul L. Doughty, anterior presidente de LASA (1974-75), Universidad de Florida
María Rosa Olivera-Williams, anterior congresista de LASA (2001-2003), Universidad de Notre Dame, Indiana
Thomas Abercrombie, Centro de Estudios para América Latina y el Caribe, NYU
Holly Ackerman, Universidad Duck
Judith Adler Hellman, Universidad de York en Toronto
Norma Alarcón, Universidad de California, Berkeley
Alfonso Álvarez, Boston College
Wayne F. Yerson, Universidad Johnson C. Smith, Charlotte, Carolina del Norte
Robert Yolina, Universidad de Seattle
Frances R. Aparicio, Universidad de Illinois
Kirsten Appendini, El Colegio de México, México
Juan Manuel Arbona, Bryn Mawr College
Benjamin Arditi, Centro de Estudios Políticos, UNAM, México
Mauricio Arenas , CUPW Local 626
Yrés Avellaneda, Universidad de Florida
William Avilés, Universidad de Nebraska, Kearney
Dra. Emperatriz Arreaza-Camero, Cine Club Universitario de Maracaibo, Universidad de Zulia
Florence E. Babb, Universidad de Florida
Xóchitl Bada, Universidad de Illinois
Gianpaolo Baiocchi, Universidad Brown
Sharada Balachyran-Orihuela, Universidad de California
Deborah Barndt, Universidad de York, Toronto, Canadá
Magdalena Barros Nock, CIESAS, México
Leslie Bary, Universidad de Luisiana
Emilio Bejel, Universidad de California
Lourdes Benería, Universidad Cornell
Carollee Bengelsdorf, Hampshire College, Amherst, MA
Rina Benmayor, Universidad estatal de California
Vivienne Bennett, Universidad Estatal de California
Charles Bergquist, Universidad de Washington
Michelle Bigenho, Hampshire College
O'Neill Blacker-Hanson, Universidad de Valparaíso, Indiana
Mario Blaser, Universidad de York, Toronto
David Block, Universidad Cornell
Laura Bonilla-Merchav, Ciudad Universitaria de Nueva York
Stephen R. Boucher, Universidad de California
Kirk Bowman, Instituto de Tecnología de Georgia
Kalina Brabeck, Rhode Isly College
Rosalind Bresnahan, Colectivo de Ediciones Coordinadas sobre Perspectivas de América Latina
M. Brinton Lykes, Centro de Derechos Humanos y Justicia Internacional, Boston College
Janet Brody Esser, Universidad de San Diego
Alejandra Bronfman, Universidad Columbia Británica en Vancouver, BC
Dr. Ronda Brulotte, Universidad de Nuevo México
Mónica Bucio, Universidad de Warwick, Reino Unido
Stephanie Buechler, Universidad de Arizona
Amy J. Buono, Universidad Metodista del Sur
María Cristina Burgueño, Universidad Marshall
Kenhryn Burns, UNC, Chapel Hill
Marisol de la Cadena, Universidad de California
Kia Lilly Caldwell, UNC, Chapel Hill
Maxwell A. Cameron, Universidad de Columbia Británica
Ginetta E.B. Cyelario, Smith College, Northampton, MA
Gloria Cañez, Departamento de Estudios Sociales del Sistema Alimentario CIAD AC, Sonora, México
M. Carmen Carrero de Salazar, Universidad de York
Jennifer J. Casolo, Universidad de California en Berkeley
J. Celso Castro Alves, Amherst College
Emma Cervone, Universidad Johns Hopkins
John C. Chasteen, UNC, Chapel Hill
Ronald H. Chilcote, Universidad de California
Donna Chollett, Universidad de Minnesota
Aviva Chomsky, Salem State College, Massachusetts
Clemency Coggins, Universidad de Boston
Jorge Coronado, Universidad del Noroeste
Fernando Coronil, Ciudad Universitaria de Nueva York
Dominic Corva, Universidad de Washington
Jennifer N. Costanza, Universidad Brown
Liliana Cotto-Morales, Universidad de Puerto Rico
Raymond Craib, Universidad Cornell
Altha Cravey, UNC, Chapel Hill
Marta G. Cruz-Concepción, Universidad de Carolina de Norte
Marco Cupolo, Universidad de Hartford
Edward D'Angelo, Universidad Quinnipiac
Juanita Darling, Universidad estatal de San Francisco
Karen Davis, Universidad estatal de California
Don Deere, Universidad DePaul
William D. DeGrush, Saint Michael's College
Guillermo Delgado, Universidad de California
Jonenhan Dettman, Universidad de California
Dr. Rosalina Díaz, Ciudad Universitaria de Nueva York
Ariel Dorfman, Universidad Duke
Lindsay DuBois, Universidad Dalhousie, Halifax, Canadá
Christopher Dunn, Universidad Tulane
Luis Duno-Gottberg, Universidad Rice
Christine E. Eber, Universidad Estatal de Nuevo México
Marc Edelman, Ciudad Universitaria de Nueva York
David Egilman, Universidad Brown
Lynn Engly, Universidad del Valle de Utah
Cecilia Enjuto Rangel, Universidad de Oregón
Edward Epstein, Universidad de Utah
Arturo Escobar, UNC, Chapel Hill
Francisco Escobedo, Universidad de Florida
Diego Escolar, Universidad Nacional de Cuyo
Mónica Espinosa-Arango, Universidad de Los Yes, Bogotá
Alicia Ivonne Estrada, Universidad estatal de California
Judith Ewell, College William y Mary, Williamsburg, VA
Reverendo Marc Fallon, New Bedford, MA
Claire Farago, profesor, Universidad de Colorado
Linda Farthing, autora independiente
Paja Faudree, Universidad Brown
Karen Ann Faulk, Universidad de Michigan
Sandra Fernández Castillo, Universidad de Chile
Sujatha Fernandes, Queens College, CUNY
Virginia M. Fields, Museo de Arte del Condado de Los Angeles
Luis Figueroa, Trinity College, Hartford, CT
Eileen J. Findlay, Universidad Americana
Liz Fitting, Universidad Dalhousie, Halifax
Sara María Lara Flores, Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, México DF
Yvette G. Flores, Centro de Educación Extranjera, UC, Davis
Alcira Forero-Pena, UCD, Denver
Jonenhan Fox, Universidad de California
Erich Fox Tree, Wellesley College
Elisabeth Jay Friedman, Universidad de San Francisco
Max Paul Friedman, Universidad Americana
Monica Frölyer-Ulf, Universidad de Pittsburgh
Carmenza Gallo, Queens College, Nueva York
Alyshia Gálvez, Lehman College/Ciudad Universitaria de Nueva York
Forrest Gander, Universidad Brown
Ángela García, UC Irvine
Spike Gildea, Universidad de Oregon
Andrea Giunta, Universidad de Texas
Helen Sabrina Gledhill, eFundación Pedro Calmon, Brasil
John Gledhill, Max Gluckman, Universidad de Manchester, UK
Tanya Golash-Boza, Universidad de Kansas
W. L. Goldfrank, Universidad de California
Roberta E. Goldman, Universidad Brown
William W. Goldsmith, Universidad Cornell
Judith Goode, Universidad Temple, Filadelfia
Gail González, Universidad de Wisconsin
Miguel González, Universidad York, Toronto
Soledad González Montes, El Colegio de México
Paul Gootenberg, Stony Brook
Hubert C. de Grammont, Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, México DF
Greg Gryin, Universidad de Nueva York
Karen B. Graubart, Universidad de Notre Dame
Terence Grieder, Universidad de Texas
Anna Gruben, pUniversidad de Oregon
Kevin Guerrieri, Universidad de San Diego
Menthew Gutmann, Universidad Brown
Liza Guzmán, UNC-Chapel Hill
LaDawn Haglund, Universidad estatal de Arizona
Richard L. Harris, Universidad estatal de California
Faye V. Harrison, Universidad de Florida
Daniel Hellinger, Universidad Webster, Saint Louis
Elizabeth A. Hennessy, Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill
Kimberly Hernández, Universidad Central de Carolina del Norte
Marco Polo Hernández Cuevas, Universidad Central de Carolina del Norte
Doug Hertzler, Universidad Menonita del este
Peter E. Hildebry, Universidad de Florida
Derrick Hindery, Universidad de Oregon
Donald Hindley, Boston College
Lori Hopkins, Universidad de New Hampshire
P. Terrence Hopmann, Universidad Johns Hopkins
René Harder Horst, Universidad Estatal
Sallie Hughes, Universidad de Miami
Janise Hurtig, Universidad de Illinois
Forrest Hylton, Universidad de Nueva York
S. Ryan Isakson, Universidad Saint Mary, Halifax, Nova Scotia, Canadá
Reiko Ishihara, Universidad de San Carlos de Guatemala
Deborah Jakubs, Rita DiGiallonardo Holloway, Universidad Duke
Laura Jensen, New Haven, Connecticut
Reynaldo L. Jiménez, Universidad de Florida
Benjamin H. Johnson, Universidad Metodista sureña
Jennifer Jolly, Ithaca College, NY
Susanne Jonas, eUniversidad de California
Tedd Judd, Universidad de Washington
Karen A. Kainer, Universidad de Florida
Susana Kaiser, Universidad de San Francisco
Marina Kaplan, Smith College
Nicole Kellett, Universidad de Nuevo México
Norma Klahn, Universidad de California
Cecelia F. Klein, UCLA, Los Angeles
Benjamin Kohl, Universidad Temple
Sarah Koopman, Universidad de British Columbia
Elizabeth Kubick, estudiante en asuntos sobre América Latina y el Caribe
María L. Lagos, Universidad de Nueva York
Victoria Langly, Universidad de California
Brooke Larson, Universidad Stony Brook
Nenhalie Lebon, Gettysburg College
Catherine Legrand, Universidad McGill, Montreal
Michelle Lenoue, eUniversidad estatal de San Diego
Kelley León Howarth, Universidad de Oregon
Alejyra Letelier Kramer, Universidad de California
Fredric G. Levin, escuela de Derecho, Gainesville, FL
Elizabeth Lilliott, Instituto Pacifico de Investigación y Evaluación
Amy Lind, Mary Ellen Heintz, Universidad de Cincinnati
Flora Lu, Universidad de CA
Anibal Lucas, Organización Maya K´iche´, New Bedford, MA
Jennie M. Luna, U.C. Davis
Silje Lundgren, Universidad de Estocolmo, Suecia
Amy Lutz, Universidad Syracuse
Bárbara Lynch, Instituto de Tecnología de Georgia
Ann Magennis, Universidad del Estado de Colorado
Mary Ann Mahony, Universidad Central del estado de Connecticut
María Margarita Malagon-Kurka, doctora en filosofía en Arte e Historia
Laura Malosetti Costa, Universidad Nacional de San Martín, Buenos Aires
Bernardo Mançano Fernyes, Universidad estatal de Sao Paulo
Valeria Manzano, Universidad de Indiana
Michael Marchman, doctor en filosofía en el Departamento de Geografía, Universidad de Kentucky
Maxine L. Margolis, profesora emérita de Antropología, Universidad de Florida, Gainesville
Diane Marting, Universidad de Misisipi
Lillian Manzor, Universidad de Miami
Patricia M. Martin , Universidad Loyola Marymount
Patricia Mathews-Salazar, Ciudad Universitaria de Nueva York
Kathleen McAfee, Universidad estatal de San Francisco
Frank D. McCann, Universidad de New Hampshire
Robert McKee Irwin, UC Davis
Marc McLeod, Universidad de Seattle
Malcolm K. McNee, Smith College
J. Penrice McSherry, Universidad Long Isly
Carmen Medeiros, Universidad de Nueva York
Zoila Mendoza, Universidad de California
Cecilia Menjivar, Universidad estatal de Arizona
Brent Metz, Universidad Rutgers
Kenneth J. Mijeski, Universidad del este de Tennessee
Rosamel Millaman Reinao, Universidad Católica de Temuco, Chile
Marilyn G Miller, profesora adjunta, Tulane
Lisa Mills, Universidad Carleton, Ottawa
William P. Mitchell, Universidad Monmouth
Raúl Molina Mejía,Universidad Long Isly
David Mora-Marin, UNC, Chapel Hill
Julio Moreno, Universidad de San Francisco
Kim Morse, Universidad Washburn, Topeka
Julia E. Murphy, Universidad de Calgary
Dr. Silvia Nagy-Zekmi, Universidad Villanova
María Isabel Neüman, Universidad del Zulia, Maracaibo, Venezuela
Liisa L. North, Universidad York, Toronto, Canadá
John M. Norvell, Pitzer College
Marcia Ochoa, UC, Santa Cruz
Joanna O'Connell, Universidad de Minnesota
Penrick J. O'Connor, Oberlin College
Elizabeth Oglesby, Universidad de Arizona
Diana Ojeda, Universidad de Florida
Yrew Orta, Universidad de Illinois
Gerardo Otero, Universidad Simon Fraser, Canadá
Okezi T. Otovo, Universidad Georgetown
Mark Overmyer-Velázquez, Universidad de Connecticut
Javier Eduardo Pabón, Saint Augustine College
Joseph M. Palacios, Universidad Georgetown, Washington, DC
Amalia Pallares, Universidad de Illinois en Chicago
Juan Manuel León Parra, Boston College
Profesor Alberto Julián Pérez, Universidad Tecnológica de Texas
Melanie Pérez Ortiz, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
Héctor Perla Jr., Universidad de California,
Ann H. Peters, Universidad de Florida
Bryt Peterson, Universidad estatal de Michigan
Paulo Sergio Pinheiro, Universidad Brown
Nancy Postero, UC, San Diego
Kerry Preibisch, Universidad de Sussex
Yolada Prieto, Ramapo College de Nueva Jersey
Lola Proaño Gómez, Universidad de Puerto Rico
Joanne Rappaport, Universidad de Georgetown
Laurel Rayburn, Universidad Brown
Cynthia Radding, UNC, Chapel Hill
Ana Cristina Ramírez Barreto, Facultad de Filosofía, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, México
Margo Ramlal-Nankoe, Ithaca College
Elías A. Ramos, Universidad estatal de California
Marcus Rediker, Universidad de Pittsburgh
Martha W. Rees, Agnes Scott College Decenur, GA
Bernardo Rengifo Lozano, Universidad de los Yes
Gerardo Renique, Universidad de la Ciudad Nueva York (CUNY)
Rosana Resende, Universidad de Florida
Jennifer F. Reynolds, Universidad de Carolina del Sur
Patricia Richards, Universidad de Georgia
Kenneth M. Roberts, Universidad Cornell
William I. Robinson, Universidad de California en Santa Bárbara
Debra H. Rodman, Ryolph-Macon College
Marisol Rodríguez, Universidad Duke
María Rogal, Universidad de Florida
Karem Roitman, Regent's American College London, Londres
Cristina Rojas, Universidad Carleton, Ottawa
Rachel Rosenbloom, Boston College
Regina A. Root, College de William y Mary
Frances Rothstein, Universidad de Florida
Alma Ruiz, Museo de Arte Contemporáneo, Los Angeles
Rubén G. Rumbaut, Universidad de California
Dereka Rushbrook, Universidad de Arizona
Eduardo Sáenz-Rovner, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá
Frank Salomon, John V. Murra, Universidad de Wisconsin-Madison
Robert Samet, doctor en filosofía, Universidad de Stanford
James Syers, Universidad estatal de Utah
Luis Syoval, Boston College
Myrna Santiago, Saint Mary's College de California
Patricia Sawin, Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill
Suzana Sawyer, Universidad de California
Marianne Schmink, Universidad de Florida
Barbara Schroder, Ciudad Universitaria de Nueva York
Ofelia Schutte, Universidad del Sur de Florida
T.M. Scruggs, Universidad de Iowa
Miguel La Serna, Universidad de Carolina del Norte
Maureen E. Shea, pUniversidad Tulane
Barry G. Shelley, Universidad de Massachusetts
Avrum J. Shriar, Universidad de Virginia Commonwealth
Sharleen H. Simpson, Universidad de Florida
Peter Singelmann, Universidad de Missouri-Kansas City
Sandy Smith-Nonini, UNC, Chapel Hill
Dr. Caridad Souza, SUNY-College en Oneonta
Liv Sovik, Universidad Federal de Río de Janeiro
Karen Spalding, Universidad de Connecticut
Shannon Speed, Universidad de Texas en Austin
Dr. Anita Spring, Universidad de Florida
Barbara Stallings, William R. Rhodes, Universidad Brown
Maya Stanfield-Mazzi, Universidad de Florida
Steve Stein, Universidad de Miami
Marcia Stephenson, Universidad Purdue
Steve Striffler, Doris Zemurray Stone, Universidad de Nueva Orleán
Margarita M.W. Suarez, Meredith College
Christina A. Sue, Universidad de Colorado
Heather Sullivan, Universidad de Carolina del Norte en Chapel H
Henry W. Sullivan, Universidad Tulane, Nueva Orleáns
Sharon Sullivan Mujica, Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill
Daniel O. Suman, Universidad de Miami
David Sweet, Universidad de California
Analisa Taylor, Universidad de Oregon
Beatriz de la Tejera H., Universidad Nacional Autónoma de México y Universidad Autónoma Chapingo
Miguel Tinker Salas, Pomona College
Cynthia Tompkins, Universidad estatal de Arizona
Marion Traub-Werner, Universidad de Minnesota
Donaldo Urioste, Universidad Estatal de California, Monterey Bay
Andrea Valenzuela, Whitman College
Ivonne del Valle, Universidad de Michigan
Lucila Vargas, UNC, Chapel Hill
Verónica Vallejo, Universidad Georgetown
Stefano Varese, Universidad de California
Adrián Ventura, Organización Maya K´iché, New Bedford, MA
Adam Versényi, Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill
Steven Volk, Oberlin College
Lissie Wahl, Escuela Médica de Harvard
Kay Warren, Universidad Brown
Ronald Wenerbury, Queens College, CUNY
William F. Weners, Universidad San Francisco de Quito, Ecuador
Ronald W. Webb, Universidad Temple
Susan V. Webster, College de William y Mary
Mark Weisbrot, Centro para Investigación de Política y Economía
Cliff Welch, Universidad estatal de Gry Valley
Norman E. Whitten, Jr., Universidad de Illinois
Linda Wilcox Young, Universidad del Sur de Oregon
Justin Wolfe, William Arceneaux, Universidad Tulane
Wendy Wolford, Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill
Stephanie Wood, Universidad de Oregon
Edgar Woznica, Universidad Brown
Robin M. Wright, Gainesville
Horacio Xaubet, Universidad Central de Carolina del Norte
Qingwen Xu, Boston College
Caroline Yezer, Instituto de la Santa Cruz
April Yoder, Universidad Georgetown
Jordan Young, Universidad Pace, Nueva York
Phil Young, Universidad de Oregon
Emma Zapata Martelo, Colegio de Postgraduados, México,
Pat Zavaleta, Universidad de California, Santa Cruz
María Zebadúa Serra, Universidad Autónoma de Nuevo León, México
Lori Zett, Escuela Internacional de Relaciones Públicas, Universidad de Columbia y Universidad de Temple
Marc Zimmerman, Universidad de Houston
Ann Zulawski, Smith College

 

Carta de CONAIE al Foro Social Mundial

Compañer@s del Foro Social Mundial

La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, ante el anuncio de la presencia del Presidente de la República del Ecuador, Rafael Correa, en el Foro Social Mundial a desarrollarse en la ciudad de Belem, manifiesta:

1.- Su OPOSICION  y RECHAZO a la presencia del Econ. Rafael Correa, Presidente del Ecuador, en un espacio donde históricamente se construyen alternativas y garantías a los derechos de los Pueblos y por la vida y no puede ser tribuna para un Presidente con posiciones impregnadas de racismo, machismo, paternalismo, discriminatorias, sexistas y violentas. El Presidente de Ecuador viene desconociendo nuestros derechos fundamentales, atenta gravemente contra nuestras organizaciones e instituciones indígenas. El régimen Correa, promueve la explotación de petróleo en territorios de los  Pueblos Indígenas en Aislamiento por su pleno ejercicio del derecho a la libredeterminación, configurando con ello una situación de Genocidio. El Presidente Rafael Correa y sus Ministros de Gobierno Fernando Bustamante, de Seguridad Interna y Externa Gustavo Larrea y la Secretaria de Estado Manuela Gallegos, han tenido posiciones racistas, divisionistas y atentatorias contra derechos fundamentales y la dignidad indígena. El fin de la larga noche neoliberal anunciado por el Presidente Correa está aún bastante lejos en Ecuador.  

2.- La CONAIE denuncia enfáticamente la represión de que fuimos víctimas  las comunidades  indígenas que resistimos a la privatización de nuestros territorios, de la biodiversidad y del agua. Venimos siendo objeto de hechos de persecución y de criminalización de nuestro derecho a la resistencia social. Cuando demandamos respeto y garantías para nuestros derechos, hemos sido  acusados desde la Presidencia de la República y sus Ministros de   "terroristas" "ignorantes" "delincuentes" " fundamentalistas" e "infantiles". La represión ha sido grave en comunidades como Dayuma, Molleturo, Cuyabeno donde las fuerzas armadas usaron, helicópteros, gases lacrimógenos, armas de grueso calibre. Se agredió indiscriminadamente a mujeres y niños. En  el gobierno de Rafael Correa se imponen leyes favorables a la minería en territorios indígenas, desconociendo y violando flagrantemente y de forma reiterada el Derecho a la Consulta que lo establece el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de la ONU sobre los Derechos Indígenas.

3.- La CONAIE se ha opuesto a las leyes extractivistas del régimen de Rafael Correa, como la Ley de Minería, como el proyecto de Ley para el desarrollo de los biocombustibles y de los transgénicos, a una ley que no da garantías a la soberanía alimentaria. Alertamos al Foro que el discurso y prácticas de la Revolución Ciudadana en Ecuador, es levantado e impuesto desconociendo y violentando derechos fundamentales y colectivos garantizados en instrumentos internacionales de respeto obligatorio. Alertamos al Foro que el discurso del régimen de Ecuador usa el argumento de la revolución ciudadana, el del socialismo del siglo 21, como un argumento ideológico a cuyo nombre se reprime y atenta a la dignidad y derechos de nuestros pueblos.

4.- La CONAIE , en el marco del ejercicio del derecho de los Pueblos a sus derechos fundamentales, exhorta al Movimiento Indígena Mundial que se dirija al Foro Social Mundial, para:

A.- Se declare al Presidente del Ecuador, persona no grata con el espíritu del FSM.  El Foro se debe a la legitimidad de nuestras reivindicaciones, de nuestros derechos y la de los Pueblos del Mundo y es en este contexto que no debemos ni podemos arriesgar su legitimidad y su credibilidad.

B.- Se suspendan los eventos del FSM en que esté presente el Presidente Ecuatoriano Rafael Correa Delgado y haga pública su posición de condena a las violaciones de los Derechos de nuestros y de todos los Pueblos que hacemos la sociedad ecuatoriana.

 

5.-  La CONAIE ratifica su espíritu democrático, de paz, de defensa inclaudicable de los derechos de nuestros pueblos, de la Madre Tierra y su compromiso con las causas nobles de construcción de sociedades donde se garanticen derechos de todos los Pueblos del planeta.

 

"Somos como la paja de los Páramos, que nos arrancan y volvemos a crecer y de paja poblaremos el mundo".

"Los Pueblos Indígenas no somos parte del Problema, nosotros somos parte de las soluciones"

 

"El racismo en todas sus formas es inmoral, miserable y los que lo practican también"

 

Dado y firmado en Quito, el 26 de enero de 2009

 

Por el Consejo de Gobierno de la CONAIE

17 de abril : Día Internacional de la Lucha Campesina

¡ Juntos por los derechos de los campesinos y las campesinas !

 El 17 de abril ha sido declarado por La Vía Campesina desde 1996 como el “Día Internacional de la Lucha Campesina” como homenaje a los diecinueve campesinos del “Movimiento Sin Tierra” asesinados por la policía brasileña durante una acción de movilización para acceder a ciertas tierras. Trece años más tarde, la lucha por el reconocimiento de los derechos de los campesinos y campesinas sigue siendo una prioridad para La Vía Campesina.

Las crisis actuales financiera, energética, alimentaria y en relación con el clima y la biodiversidad han puesto de manifiesto la culpabilidad, fragilidad e incongruencia del sistema económico liberal. Si apelamos a la razón, los gobiernos deberían abandonar las políticas que generan estas crisis y aplicar en su lugar las salvaguardias necesarias. En lugar de ello, observamos lo contrario: los constantes intentos de la OMC por concluir la ronda de negociaciones de Doha, la propagación en todo el mundo de acuerdos bilaterales de libre comercio o el lanzamiento en África de una nueva Revolución Verde centrada en las biotecnologías, por ejemplo. Incluso la Unión Europea (UE) está forzando a los países africanos a aprobar los Acuerdos de Asociación Económica (EPAs) para junio de 2009.

 

Los EPAs y las políticas neoliberales representan un peligro acuciante para África. Según un estudio de Impacto de los EPAs en la economía de Malí la firma de los EPAs conllevará nefastas consecuencias para los pequeños productores de leche. Ante la apertura de los mercados, muchos campesinos y campesinas se verán forzados a abandonar su producción. Los EPAs garantizan a las compañías multinacionales sus beneficios pero fracasan de lleno en dar respuesta a las necesidades de la población.

 

¡Unámonos el 17 de abril de 2009 para oponernos a los acuerdos de libre comercio en África y en el resto del mundo! ¡Actuemos juntos para mostrar que estamos hartos de que se ignore la violación flagrante de los derechos de hombres y mujeres en beneficio de las multinacionales! Reafirmemos nuestras reinvindicaciones: la soberanía alimentaria y las alianzas económicas que la defienden como la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

 

La Vía Campesina hace un llamado a todas sus organizaciones miembro, amigos y aliados para defender juntos el 17 de abril los derechos de los campesinos y campesinas (derecho al acceso a la tierra, a las semillas, al agua, etc). Puedes contribuir organizando alguna manifestación, un debate público, la proyección de alguna película, un mercadillo de productos locales, una fiesta, acción directa, concursos musicales, etc.

 

Apoya la Campaña Mundial de La Vía Campesina a favor de la Convención Internacional de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos tal y como se acordó en la V Conferencia del movimiento campesino celebrada en Maputo en octubre de 2008. Esta campaña es nuestra herramienta de lucha contra las políticas neoliberales que atentan contra la soberanía alimentaria.

 

Suscríbete a la lista de distribución para participar en la acción del 17 de abril enviando un mensaje sin texto a la siguiente dirección: http://viacampesina.net/mailman/listinfo/via.17april_viacampesina.net.

Te rogamos incluyas en la lista todas las acciones que ya estés organizando.

 

Más información en www.viacampesina.org

Via Campesina: Carta de Solidaridad y Un llamado para el Alto a la Guerra en Gaza

El final del año 2008 presencio una nueva ola de violencia en contra la humanidad con la Guerra de Israel en contra del pueblo Palestino en Gaza. El ataque  por la fuerza ocupadora de Israel comenzando el 27 de diciembre – bajo el pretexto de la guerra en contra de Hammas – ha matado a centenares de palestinos y herido a miles de personas, muchas de ellas mujeres y niños.

La guerra en Gaza está destruyendo casas, escuelas, hospitales y también campos agrícolas Palestinos. El pueblo Palestino en Gaza presentemente está enfrentando una carencia de medicinas, agua, alojamiento y comida. Mientras que al mismo tiempo campesinos Palestinos no pueden producir su propia comida. La situación se está volviendo más trágica cada día.

En nuestra lucha por los derechos humanos y en contra de la guerra, nuestro Movimiento Campesino Internacional condena los ataques militares crueles por Israel.  La Vía Campesina ve esta guerra como un acto de violencia extrema en contra de la humanidad cual debe parar inmediatamente.

La Vía Campesina como movimiento solidario internacional de campesinos, pequeños agricultores, desposeídos y pueblos indígenas presentamos nuestro más profunda preocupación y solidaridad con los campesinos y el pueblo Palestino quienes están sufriendo muerte y sufrimiento en esta guerra. Hacemos el llamado a todos los miembros de La Vía Campesina y otros movimientos progresistas y solidarios tomar mayores esfuerzos para poner un alto a la guerra y dar apoyo a los campesinos y pueblo Palestino in su demanda para 

1.       Organizar marchas en solidaridad con el Pueblo Palestino y demandar que el mundo intervenga en poner un alto a la agresión Israelita en contra del pueblo Palestino.

2.       Acelerar la provisión de apoyo económico y en especie en beneficio de Gaza

 (ver la carta anexada de la Unión de Campesinos Palestinos).

Unamos nuestros esfuerzas y luchemos para poner un alto a la guerra y violencia en Palestina.

¡Globalicemos las Lucha – Globalicemos la Esperanza!

En solidaridad,

Henry Saragih

Coordinador General de La Via Campesina               

An Appeal for help from the Palestinian Farmers Union for all living consciences of the world

 

At the time we try to pull together our wounds, our voices are calling for help and support. we in the Palestinian Farmers Union appeal to all our brothers in the farmers and peasants Unions, we also appeal to all international organizations and solidarity with Palestinians organizations to work to stop the massacre, to stop the siege and to help and assist the Palestinian people in the Gaza Strip, for what they are facing steadfastly of Barbarian fierce attack by the Israeli occupation forces, as this aggressive bombardment reached children, women and the elders and even trees and stones.

 

we are in the provinces of the West Bank and Gaza Strip are living these days, a state of panic and shock to the size of the heinous crime committed by the Israeli occupying authorities against the defenseless Palestinian people in the Gaza Strip and what we appeal to the brothers and friends in the world is to work on:

The organization of marches of solidarity with the Palestinian people and demand the world to intervene to stop Israeli aggressions against the Palestinian people.

 

To expedite the provision of financial support and in-kind for the benefit of the Gaza Strip.

 

It is essential that right will win at the end and injustice will vanish.  

your brothers and friends in the Palestinian Farmers Union

 

                                                 

O MST e as reformas agrárias do Brasil – Bernardo Mançano Fernandes

Octubre de 2008

Resumo
O trabalho estuda a evolução do Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem
Terra (MST) e da reforma agrária no Brasil. Argumenta também que o governo
não quer uma reforma agrária que limite o agronegócio e por isso
privilegia a legalização da colonização de terras na Amazónia. Expõe finalmente
que o agronegócio e as ocupações camponesas avançam simultâneamente
nessa região o que isso deixa prever uma dura disputa territorial
no momento em que a fronteira agricola chegue ao seu limite.

Introdução
Nosso objetivo neste artigo é uma breve reflexão a respeito do Movimento
dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST) e das mudanças recentes que
ocorreram nas políticas da reforma agrária brasileira. A reforma agrária é uma
política territorial que serve para minimizar a questão agrária. Para este estudo,
tomamos como referência a definição de questão agrária compreendida
como um problema estrutural do capitalismo (Fernandes, 2001), sendo parte
de sua própria lógica de desenvolvimento, gerando processos de diferenciações
e desigualdades, expulsões e expropriações, excluindo ou subalternizando,
destruindo e recriando o campesinato. Por essa razão, as relações entre
campesinato e capital são de conflitualidades permanentes e explicitadas, de
um lado, pela subalternidade do campesinato ao capital e pelo poder que o
capital tem, de acordo com os seus interesses, de destruir e recriar o campesinato
e, de outro lado, pela resistência do campesinato em determinar sua
própria recriação por meio das ocupações de terra (Fernandes, 2008a).
No centro dessas conflitualidades há a disputa territorial
que se manifesta no controle do processo de criação e destruição do
campesinato. A questão agrária é então uma questão territorial e a reforma
agrária é a face dessa dimensão. As conflitualidades expressam os embates
dos processos estruturais e suas características conjunturais. Nas últimas
quatro décadas, a questão agrária teve diferentes conjunturas. Na década
de 1970, a intensificação da expansão das monoculturas e a ampliação da
agroindústria, acompanhada da quase extinção dos movimentos camponeses
pela repressão da ditadura militar, marcou uma das maiores crises da
resistência do campesinato. Com a redemocratização do país na década de
1980, ocorreu a consolidação do modelo agroexportador e agroindustrial
simultaneamente ao processo de territorialização da luta pela terra, com o
aumento das ocupações de terras e da luta pela reforma agrária.

Na década de 1990, ocorreu a multiplicação dos movimentos
camponeses em luta pela terra, ampliando a conflitualidade ea criação de assentamentos rurais, tendo o MST à frente desse processo,
como demonstraremos neste artigo. Nesta década, corporações nacionais
e transnacionais ampliam o modelo agroexportador em um amplo conjunto
de sistemas que passou a ser denominado de agronegócio. Esse conjunto
reúne, de formas diferenciadas, os sistemas agrícolas, pecuário, industrial,
mercantil, financeiro, tecnológico, científico e ideológico.
Na primeira década do século XXI, essas mudanças
conjunturais da questão agrária geraram diferentes conflitualidades. Os
movimentos camponeses passaram a se confrontar cada vez mais com
corporações transnacionais e cada vez menos com latifúndios. Esta confrontação
está associada ao processo de globalização da questão agrária
com a territorialização das corporações transnacionais para vários países e
da criação de uma organização mundial de movimentos camponeses, a
Via Campesina. A crise alimentar demonstrou o mito de que o agronegócio
seria o grande produtor de alimentos, destacando a participação do campesinato
e a necessidade de políticas de soberania alimentar. O aumento
do preço do petróleo e a ampliação da produção de agrocombustíveis
transformaram o campo em território para a produção de agroenergia e
de alimentos. O MST e mais de noventa outros movimentos camponeses
brasileiros estão no centro destas conflitualidades da atual questão agrária.
Nesta conjuntura, as políticas de reforma agrária também se modificaram.
Analisamos essas mudanças a partir desta nova conjuntura agrária que dá
atualidade à questão agrária e ao MST.
O MST e as mudanças na conjuntura da questão agrária
Oficialmente, o MST tem 24 anos porque o Movimento definiu o seu primeiro
encontro realizado em janeiro de 1984, na cidade de Cascaval, estado
do Paraná, como a data de sua fundação. Todavia, ao considerarmos
o seu período de gestação (a “pré-história” do MST) a partir das primeiras
lutas e das primeiras reuniões que aconteceram nos anos 1978 a 1983,
o MST está completando 30 anos em 2008 (Fernandes, 2000). Nestas
três décadas de existência o MST conviveu com diferentes conjunturas da
questão agrária. Essas mudanças trouxeram novos desafios e um deles
está no próprio nome. Quando foi fundado, o MST se denominou Movimento
de Trabalhadores Rurais Sem Terra (Stédile e Fernandes, 1999).
Todavia, a expressão “trabalhadores rurais” não sobreviveu na própria sigla,
que desde o final da década de 1980 passou a ser MST. Desde meados
da década de 1990 (especialmente por causa da fundação da Via Campesina),
a expressão “camponês” aparece cada vez mais nas falas e nos
documentos do MST. Se a expressão camponês era estranha na época de
sua fundação, hoje é comum em acampamentos e assentamentos, emreuniões e outros espaços e territórios onde o Movimento
se manifesta. Exemplos podem ser encontrados
nas matérias publicadas no Jornal do MST ou em seu
sítio <www.mst.org.br>.

Esta definição fortaleceu a identidade
do MST como movimento camponês. E esse fortalecimento
acentuou a questão territorial da luta. Um
movimento camponês não existe sem os territórios do
campesinato. Por essa razão, um movimento camponês
também é um movimento socioterritorial
(Fernandes, 2005). É da terra
e de todos os bens produzidos desde
a terra que o campesinato promove
a sua existência. Portanto, o
território é elemento fundante neste
artigo para compreender o MST e a
reforma agrária hoje. Evidente que o
território é condição essencial para
todos os tipos de organização. Por
essa razão, o MST vai disputar territórios
com seu principal oponente: o agronegócio. Essa
disputa é uma das principais marcas da questão agrária
desde o passado até a atualidade e foi ampliada e intensificada
pela modernização e mundialização da produção
agrícola. Contraditoriamente, esta nova realidade
liberta a reforma agrária da simples compreensão distribucionista
e amplia seu conteúdo para uma luta ampla,
multidimensional e complexa. Lutar pela reforma agrária
significa lutar por todas as dimensões do território,
entre elas a tecnologia, o mercado, a educação, saúde
e, principalmente, contra o capital que procura tomar o
controle dos territórios do campesinato.

Esta compreensão de reforma agrária
como território o MST traz desde sua fundação. Por
essa razão, o MST é um movimento camponês moderno
(Oliveira, 2005). Uma das características dos modernos
movimentos camponeses é o rompimento com
as relações de dependências com partidos, governos e
outras instituições, como já foi muito bem argumentado
pelos sociólogos que estudaram os “novos movimentos
sociais”. O MST desde sua fundação manteve autonomia nas relações com as instituições que contribuíram para a sua formação,
como a Comissão Pastoral da Terra (CPT), a Central Única dos Trabalhadores
(CUT) e o Partido dos Trabalhadores (PT), para citar somente as
três mais expressivas. Todavia, é fundamental lembrar que o MST também
contribuiu com a formação dessas instituições. Essa relação de contrapartida
nas formações dessas instituições pode ser melhor compreendida na
construção de políticas para a transformação das realidades do país, cujos
avanços são limitados pela correlação desproporcional de forças.
Outra característica da modernidade do MST é saber
acompanhar as mudanças das conjunturas políticas. Aliás, esta é uma prática
de destaque nos principais espaços políticos do MST, que tem grande
relevância para a defesa de sua resistência contra o capital. A participação
do MST na Via Campesina muito contribuiu com essa compreensão. A
maior e melhor compreensão das realidades é possível quando se acompanha
as lutas de movimentos camponeses de vários países do mundo. O
inimigo comum dos movimentos camponeses em todo o mundo chamase
agronegócio. Ser um movimento camponês na América Latina significa
lutar pela reforma agrária e contra o agronegócio. Os países da América
Latina possuem as concentrações fundiárias mais altas do mundo e seus
territórios são intensamente controlados pelas corporações multinacionais
(Fernandes, 2006). As políticas de reforma agrária no Brasil, na Bolívia e
no Paraguai, por exemplo, têm um forte obstáculo: o agronegócio. Este
complexo de sistemas das corporações multinacionais está desafiando os
movimentos camponeses no impedimento da reforma agrária, ora pressionando
os governos, ora fazendo parte do arco de alianças de apoio aos
governos de direita, centro e esquerda na América Latina.

O MST, os governos FHC e Lula e as políticas de reforma agrária
A eleição da primeira gestão do governo Lula (2003-2006) teve o apoio
do MST. Havia a perspectiva de um governo ofensivo na implantação
da reforma agrária, considerando que esta era uma promessa de Lula.
Em 2003, membros do MST participaram, junto com um grupo de especialistas
coordenado por Plinio de Arruda Sampaio, da elaboração do
segundo Plano Nacional de Reforma Agrária (II PNRA). O primeiro PNRA
foi elaborado em 1985 (governo Sarney) sob a coordenação de José
Gomes da Silva (1987; 1989). Os projetos coordenados por estes dois
históricos defensores da reforma agrária nunca foram implantados. Na
década de 1980, a principal oposição à realização do I PNRA partiu dos
ruralistas, principalmente com a criação da União Democrática Ruralista
(UDR). Neste princípio do século XXI, a reforma agrária encontra como
principal opositor o agronegócio, que defende o acesso à terra sob o seu
controle, ou seja, “sem luta de classe e sem conflitos” (Bruno, 2008). A
reforma agrária de mercado, em todas as denominações que esta política
recebeu, representa uma forma de controle territorial por meio da comoditização
(Pereira, 2004), ou seja, a mercantilização da terra, retirando a
reforma agrária do território da política e transferindo-a para o território da
economia capitalista (Ramos Filho, 2008).
As diferenças e semelhanças entre ruralistas e agronegócio
podem ser melhor compreendidas pelas relações que estes mantêm.
Os ruralistas da década de 1980, em parte, integraram-se ao agronegócio
por meio da produção ou pelo arrendamento da terra para as
corporações. Os ruralistas, em grande parte, são formados por pecuaristas,
produtores de soja e de cana de açúcar. Grandes latifundiários encontraram
no modelo do agronegócio uma forma de utilizar suas terras para
a expansão da soja e da cana, arrendando ou produzindo. O latifúndio
controla grande parte das terras agricultáveis e por sua própria natureza as
mantêm improdutivas. O agronegócio avança sobre essas terras, por meio
de sua lógica de produtividade de monoculturas em grande escala. As
mudanças no uso do solo de pecuária para soja ou cana tornaram-se uma
marca do processo em que improdutividade e produtividade se unem
como barreiras às políticas de reforma agrária.

Essa nova conjuntura redefine as correlações de forças
e impede a realização de uma reforma agrária que atinja o território do
agronegócio. A reforma agrária será feita, principalmente pela incorporação
de terras públicas na Amazônia. Essa conjuntura traz um novo desafio para
os movimentos camponeses, como analisaremos a seguir.
Os governos Fernando Henrique Cardoso (FHC) e Lula
foram os que mais criaram assentamentos ao consideramos os governos
do processo de redemocratização do Brasil. Em torno de 80 por cento
das realizações em números de assentamentos, famílias e área ocorreram
nos períodos destes governos, como pode ser observado nas tabelas 1
e 2. Estas duas tabelas são esclarecedoras para a compreensão de que
a reforma agrária só acontece com a organização dos movimentos camponeses,
por meio da ocupação de terras. Observe-se a relação entre o
número de ocupações e de assentamentos. A política de reforma agrária
não é somente uma ação do Estado. É antes uma ação dos movimentos
camponeses. Sem luta pela terra não há reforma agrária.

A luta pela terra, por meio das ocupações, cresceu mais
intensamente a partir da primeira gestão do governo FHC. As duas gestões
deste governo são marcadas por diferentes políticas de reforma agrária. Na
primeria gestão, o governo FHC apostou que eliminaria a questão agrária
com a realização de uma ampla política de assentamentos. Foi o períodoem que mais se assentou famílias. Todavia, a questão agrária se manteve,
exatamente por causa de seu caráter estrutural, como afirmamos na introdução
deste artigo. Fracassada a teoria do governo FHC, ele iniciou uma estratégia
completamente oposta. Investiu na criminalização das ocupações
de terra, criando medidas provisórias para não assentar famílias ocupantes
de terra e não desapropriar terras ocupadas. Estas medidas políticas atingiram
parcialmente as ações dos movimentos camponeses, como pode ser
observado na diminuição do número de famílias ocupantes na segunda
gestão do governo FHC. Como as ocupações determinam a criação de assentamentos,
a diminuição do número de famílias ocupantes representou
a diminuição do número de famílias assentadas.

Tabela 1
Brasil. Ocupações de terra 1985-2006
Governo Ocupações % Famílias %
Sarney (1985-1989) 229 3 34.333 3
Collor/Itamar (1990-1994) 507 7 82.600 8
FHC (1995-1998) 1.987 28 301.908 29
FHC (1999-2002) 1.991 28 290.578 28
Lula (2003-2006) 2.387 34 343.958 33
Total 7.101 100 1.053.377 100
Fonte: DATALUTA (2008).

Tabela 2
Brasil. Reforma agrária 1985-2006
Governo Assentamentos % Famílias % Hectares %
Sarney (1985-1989) 800 11 122.598 16 8.248.899 17
Collor/Itamar (1990-1994) 461 7 61.825 8 4.485.953 9
FHC (1995-1998) 2.211 31 240.819 31 10.706.365 22
FHC (1999-2002) 1.712 24 149.140 19 7.296.429 15
Lula (2003-2006) 1.879 27 192.257 25 17.092.624 36
Total 7.063 100 766.639 100 47.830.270 100
Fonte: DATALUTA (2008).

O período do governo Sarney é o único em que o número de famílias em
ocupações é menor que os números de famílias assentadas. Na época,
acreditava-se que o governo faria a reforma agrária. A decepção do governo
Sarney, que realizou menos de 10 por cento das metas do I PNRA, fez
com que os movimentos camponeses se tornassem protagonistas principais das políticas de reforma agrária nos governos
seguintes. A primeira gestão do governo Lula começou
com uma grande esperança pela realização da reforma
agrária. Os movimentos camponeses realizaram
o maior número de ocupações de terras e de família
da história da luta pela terra no Brasil. Ao contrário da
segunda gestão do governo FHC, que criminalizou as
ocupações, o governo Lula sempre dialogou com os
movimentos camponeses. Esta tem sido uma característica
marcante deste governo.
Contudo, também criou uma nova
política agrária que, paradoxalmente,
fez avançar e refluir a luta pela
terra e a reforma agrária.
O agronegócio é uma das forças do
arco de alianças que apóia o governo
Lula. O presidente Lula tem feito
claras declarações de admiração
pelo agronegócio. Como afirmamos
na primeira parte deste artigo, o
agronegócio está se apropriando das terras dos latifúndios
e quer manter um estoque de terras para o futuro
próximo, principalmente para a expansão da cana de
açúcar para produção de agroenergia.
De forma velada, o governo Lula
não desapropria terras nas regiões de interesses das
corporações para garantir o apoio político do agronegócio.
Mesmo em regiões de terras declaradamente
griladas, ou seja terras públicas sob o domínio dos latifundiários
e do agronegócio, o governo não tem atuado
intensamente no sentido de desapropriar as terras.

Somente as ocupações e o acirramento dos conflitos
é que podem pressionar o governo a negociar com
o agronegócio para cessão da fração do território em
conflito. Mas, ao mesmo tempo em que ocorre esta
lentidão, o presidente precisa dar uma reposta objetiva
aos camponeses sem-terra. Esta postura resultou
numa reforma agrária paradoxal. Aproveitando-se do
acúmulo das experiências de implantação de assentamentos,
o governo Lula investiu muito mais na regularização
fundiária de terras de camponeses na Ama-zônia do que na desapropriação de novas terras para a criação de novos
assentamentos de reforma agrária.
A opção política do governo Lula de não fazer a reforma
agrária por meio da desapropriação, e sim, principalmente, por meio
da regularização fundiária, gerou um problema para os movimentos camponeses
que mais atuam nas ocupações de terra –no caso, para o MST,
responsável por 63 por cento das famílias em ocupações no período de
2000 a 2007. Neste período, 583 mil famílias ocuparam terras no Brasil.
Destas, 373 mil estavam organizadas no MST. Em 2007, em torno de 70
mil famílias ocuparam terras, sendo que 45 mil estavam organizadas no
MST (DATALUTA, 2008). A junção de políticas do governo Lula atingiu o
MST. A predominância da criação de assentamentos por meio da regularização
fundiária fez com que o tempo de acampamento das famílias
aumentasse consideravelmente. Sem conquistas, muitas famílias abandonam
os acampamentos, o que diminui a pressão contra o governo. A
política compensatória do Bolsa Família –um auxílio financeiro mensal
irrisório– também tem diminuído o poder de pressão dos movimentos
organizados. Embora haja pesquisas em desenvolvimento sobre esta
questão, ainda não temos resultados numéricos. Fazemos esta afirmação
a partir do trabalho de campo em conversas com lideranças camponesas.
Outras leituras desse processo podem ser vistas no artigo de Osvaldo
Russo –ex-presidente do Instituto Nacional de Colonização e Reforma
Agrária (INCRA) <www.correiocidadania.com.br/content/view/1136/47>.
Ou em matéria publicada pelo jornal O Estado de São Paulo em 27 de
abril de 2008, na página A10. Ou ainda em matéria publicada pelo jornal
Folha de São Paulo em 4 de novembro de 2007, página 4.

O refinanciamento de dívidas do agronegócio e o aumento
de novos créditos de investimentos e custeio têm possibilitado ao
agronegócio a territorialização sobre as terras da Amazônia, desmatando
áreas recordes nos estados de Mato Grosso, Rondônia e Pará. No Centro-
Sul, as corporações compram extensas áreas para expansão da cana e do
eucalipto. Estas políticas diminuíram o poder de pressão dos movimentos
camponeses e intensificaram a dinâmica do agronegócio. Este também
atua em Roraima, na fronteira com a Venezuela, colocando em risco a manutenção
dos territórios indígenas. Esta conjuntura nos desafia a repensar
o conceito de território. A simplificação desse conceito como apenas o
espaço geográfico de uma nação não é suficiente para compreender as
conflitualidades entre os movimentos camponeses e indígenas da América
Latina. É preciso compreender os diferentes tipos de territórios em disputa
que compõem o território nacional (Fernandes, 2008b).

O MST e a diversidade de movimentos e de assentamentos

Para melhor compreender o paradoxo da reforma agrária no Brasil hoje é
preciso analisar a diversidade de movimentos camponeses e de territórios
camponeses que se formaram nos últimos anos. Mesmo que o MST esteja
enfraquecido pelas políticas do governo Lula, há avanços importantes e desafios
a superar. O MST e os movimentos que compõem a Via Campesina
Brasil estão enfraquecidos, porque na correlação de forças não conseguiram
ocupar espaços políticos importantes e fazer com que o governo Lula
aplicasse uma política agrária que atendesse os interesses do campesinato.
Um exemplo é a não execução de uma política de reforma agrária ofensiva
que intensificasse o processo de territorialização dos movimentos camponeses,
com a criação de mais assentamentos por desapropriação do que
por regularização fundiária. Os avanços estão na expansão do território
camponês e nas experiências dos setores de educação e produção. Mas
ainda precisam superar muitos desafios para aumentar a participação do
campesinato nessas políticas. O MST é o movimento camponês mais atuante
na luta pela terra no Brasil. Nessas três décadas de existência do Movimento,
dezenas de outros movimentos surgiram. Em 2008, o número de
movimentos camponeses na luta pela terra era noventa e três (Massaretto,
2008). O crescimento do número de movimentos intensifica a disputa
territorial que tem à frente o MST, que é reponsável por 63 por cento das
famílias que lutaram por terra nos últimos sete anos.
No Brasil, a fronteira agrícola ainda está aberta, de modo
que agronegócio e camponeses se territorializam sobre o espaço geográfico
da Amazônia. Essa condição possibilita o aumento dos territórios do
campesinato e do agronegócio. Este é um elemento paradoxal da reforma
agrária no Brasil. A reforma agrária é compreendida pelas mudanças na
estrutura fundiária de um país. No caso do Brasil, essa mudança está ocorrendo,
mas a desconcentração fundiária não. O Brasil amplia o território
agrícola e a concentração de terras. É fácil compreender essa contradição
quando analisamos os dados da estrutura fundiária brasileira e percebemos
que tanto o agronegócio quanto o campesinato ampliaram seus territórios
nos últimos quinze anos (Fernandes, 2008a).
No governo Lula, a ampliação do território camponês
ocorreu pela apropriação das terras públicas por meio da regularização fundiária,
bem como pela compra de terras por meio de políticas de créditos
fundiários. Por ampliação do território camponês estamos nos referindo
ao aumento do número de unidades camponesas e pelo reconhecimento
oficial de posses, quando o INCRA incorpora em seu cadastro os números
de famílias e as respectivas áreas ocupadas, registrando-os como resultados
da reforma agrária. Esta nova política aumentou os tipos de assenta mentos. Segundo os estudos de Coca (2008) e Rocha (2008), entre os
assentamentos criados predominam os agroflorestais em detrimento dos
agropecuários como tendência crescente desde a primeira gestão do atual
governo. Nos estudos desses dois pesquisadores estão registrados dezoito
tipos de assentamentos de reforma agrária e sete tipos de assentamentos
de reforma agrária de mercado. Esta diversidade é resultado da criação de
novos tipos de assentamentos, que ultrapassam o clássico modelo agropecuário
e também respondem a diferenças regionais. Os movimentos
camponeses e, especialmente, o MST, têm se utilizado dessa diversidade
para avançar na luta pela reforma agrária em áreas próximas às regiões
metropolitanas. Modelos de assentamentos agroflorestais criados para a
Amazônia são implantados próximos à região metropolitana de São Paulo
(Golfbartt, 2007). Ao mesmo tempo, também aumentam os números de
assentamentos de reforma agrária de mercado, principamente nas regiões
Nordeste e Centro-Sul (Coca, 2008; Rocha, 2008).
Conclusão
O aumento dos territórios do campesinato e do agronegócio aponta para
uma acirrada disputa territorial no futuro próximo com o começo do fechamento
da fronteira agrícola brasileira. Esta condição vai acabar com o atual
paradoxo da reforma agrária e intensificar os conflitos. Outro elemento da
disputa territorial que já está se formando é o uso das terras para a produção
de agroenergia. As atuais políticas que buscam resolver o problema
do petróleo estão acirrando a disputa territorial pelo tipo de uso da terra.
De um lado, o agronegócio intensifica a produção de agroenergia e de
commotidies para indústrias de alimentos. De outro lado, a Via Campesina
defende o aumento do uso das terras para a produção de alimentos. O paradoxo
volta ser contradição como elemento estrutural da questão agrária.

Bibliografia

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De la Sociolog?a Rural a la Agroecología: la revalorizaci?n del conocimiento local como constante

Conversando con Eduardo Sevilla Guzmán

Miguel DOÑATE i SASTRE; Raúl MÁRQUEZ PORRAS; Pablo ROMERO i NOGUERA

Universitat de Barcelona


Eduardo Sevilla Guzmán ilustra la especificidad de varias disciplinas centradas en el medio rural a partir de su propia experiencia. Tal y como explica en la entrevista, su deriva hacia las Ciencias Sociales se debió a la necesidad de sustraerse al dominio que los intereses de latifundistas y multinacionales ejercían sobre la investigación en la escuela de ingenieros donde trabajaba. Más recientemente, la necesidad de buscar una alternativa a lo que se conoce como agricultura “convencional” le llevó a focalizar su atención en el estudio de otras maneras históricas y contemporáneas de manejar los recursos naturales, confluyendo –con la incorporación de los saberes locales y científicos en Ciencias Naturales- en la Agroecología. En todo este camino ha seguido de cerca y colaborado con el SOC (Sindicato de Obreros del Campo), histórica y combativa asociación de jornaleros andaluces, y establecido una red internacional de alianzas académicas y activistas en el campo de los estudios y las luchas campesinas. Su apuesta –como veremos a continuación- es a favor de un tipo de investigación militante y pluriepistemológica.

 

Eduardo Sevilla Guzmán es doctor ingeniero agrónomo y doctor en Sociología Rural, área en la que ocupa una cátedra en la Universidad de Córdoba desde 1991. En esta institución dirige el programa de doctorado en Agroecología, Sociología y Desarrollo Rural Sostenible y el Instituto de Sociología y Estudios Campesinos (ISEC). Su labor investigadora se ha centrado en el campesinado, el sector jornalero andaluz y los movimientos sociales en España y América Latina en general, siendo también un referente del activismo agroecológico. Entre su copiosa obra publicada destaca: La evolución del campesinado en España: elementos para una sociología política del campesinado (1979), Sobre agricultores y campesinos: estudios de sociología rural de España (1984), Ecología, campesinado e historia (1993) o De la sociología rural a la agroecología (2006).

 

Actualmente centras tu labor investigadora en la Agroecología, ¿podrías explicarnos brevemente en qué consiste?

La Agroecología es una alternativa al manejo degradante y de naturaleza industrial de los recursos naturales que se da en la agricultura convencional. Una alternativa que ha surgido de la gente que ha visto por ejemplo la utilización de agroquímicos, de insumos externos provenientes de usos bélicos, etc. para la erradicación de animales y plantas llamadas malas hierbas (cuando realmente no lo son). Y todo porque el conocimiento agronómico convencional de la ciencia es limitado y además va acompañado de un desprecio al conocimiento histórico que han tenido todos los pueblos en el manejo de los recursos naturales y a la sustentabilidad que han conseguido en el planeta. Pero esta gente no sólo se ha rebelado al manejo industrial por la degradación que suponía de la naturaleza sino también por la consiguiente degradación a la que la sociedad era sometida a través del mercado, la explotación de unos países sobre otros, el expolio de los recursos naturales… Los que empezamos analizando todo esto desde la agronomía deseábamos introducir en la universidad y en la ciencia el pensamiento de otra gente, de aquellos que hacen planteamientos que enriquecen el pensamiento científico, pero que también lo critican con razón al mostrar sus fallos. Es decir, la Agroecología plantea cambiar el pensamiento científico, quitándole aquello que contribuye a la degradación de los recursos naturales y de las sociedades e incorporando otras formas de conocimiento que lo enriquecen, creando así una ciencia nueva en beneficio de la naturaleza y de las personas.

 

¿Podrías hablarnos de tu paso de los Estudios Campesinos a la Agroecología? ¿Qué aportaría ésta de nuevo a los Estudios Campesinos1?

Veréis, yo empecé estudiando el campesinado, la gente que vive en el campo y tiene un manejo convencional de los recursos naturales, sean forestales, agrarios o ganaderos. Una gente que tenía unos planteamientos y sobre todo una cultura muy rica e importante que la modernidad despreciaba e incluso combatía. Entonces, cuando empecé con el trabajo de campo, contacté con personas que tenían una dimensión militante de oponerse a lo que la modernidad estaba y está haciendo con las culturas tradicionales en el campo, con el manejo de los recursos naturales que planteaba y plantea globalmente y la consecuente degradación que suponía y supone del planeta. Así es como decidí estudiar este enfrentamiento por parte de gente desde las sociedades rurales, primero aquí en España, en Andalucía, pero después, a raíz de mis estudios en Inglaterra, fui contactando con otros investigadores, sobre todo latinoamericanos, que estaban haciendo las mismas cosas. Mi tesis doctoral se tituló Campesinos sin tierra, es decir, gente que luchaba porque no tenia tierra, una cosa muy parecida a lo que hace ahora mismo el MST2; y es que por ejemplo durante mi estancia conocí a algunos brasileños que venían a discutir con esta gente y que años más tarde participaron en la creación del MST en Brasil. Desde entonces empecé a conocer gente que se opone a la modernidad actual tal como está planteada y que busca lo que luego se planteó en el movimiento antiglobalización: otro mundo distinto. Pues es con esta gente, que desde el manejo de los recursos naturales se posicionaba de esta manera (y posteriormente creó Vía Campesina), con los que yo empecé a trabajar desde la universidad. Porque además tuve la suerte de que en Córdoba pude organizar un grupo con el que trabajar estos temas3, y que además al ser funcionario no me podían echar -aunque lo intentaron-, pues hacía cosas que a gran parte de mis compañeros desagradaba, no sólo porque trabajaba con jornaleros y gente así sino también porque criticaba lo que ellos hacían. Aunque daba Sociología Rural, yo estaba trabajando en un escuela de ingenieros agrónomos, donde estaba al orden del día la química agrícola, el modificarlo todo, trabajar para los grandes propietarios y más tarde para las multinacionales, defendiendo en todo momento sus intereses. A día de hoy las multinacionales controlan prácticamente toda la investigación agronómica a nivel mundial, entre otras cosas financiando determinadas líneas de investigación en las universidades. Y yo y otra mucha gente lo denunciamos, pero nos silencian, intentan que no salga en la prensa, que no haya un debate público; son conscientes de la existencia de un fuerte movimiento contrario a todo esto a nivel mundial pero también de que los gobiernos hoy por hoy hacen caso omiso de estas reivindicaciones. Pero claro, con la crisis ecológica que padecemos, y ahora con la financiera que aclara aún más cosas, nos están dando la razón de una manera tan evidente que yo creo que van a tener que empezar a considerar la propuesta que nosotros tenemos desde hace mucho tiempo. Porque en cuanto no haya petróleo y no se pueda vivir de esta manera ni consumir como se consume… claro que nos escucharán; a lo mejor no lo vemos nosotros, pero aún así sirve plantearlo.

 

… es que tu trabajas, o trabajabas, un poco dentro de la bestia, ¿no?

Claro, yo estudie ingenieros agrónomos primero, pero muy pronto comprendí que para entender lo que pasa en el campo y en la agricultura lo más importante eran las ciencias sociales, la sociología. Fue por ello que fui a Inglaterra a realizar un doctorado en Sociología Rural. Allí, conocí a un antropólogo catalán que se había exiliado en México cuando la guerra civil…

 

¿te refieres a Àngel Palerm?

Sí. Me dijo que fuera con él a trabajar allí porque le parecía muy interesante lo que yo estaba haciendo, así que preparé todo y cuando terminé el doctorado me fui para allí, pero cuando llegué acababa de morir y al poco me volví a España, donde encontré trabajo en la Universidad de Córdoba. Pronto encontré a personas que estudiaban temas parecidos a los míos y nos pusimos a trabajar juntos; es el caso del catalán Joan Martínez Alier o del mexicano Víctor Manuel Toledo. Precisamente de Toledo acabo de presentar su libro La memoria biocultural dentro de nuestra colección "Perspectivas agroecológicas" en Icaria4.

 

Este mismo camino ha sido seguido por otros científicos sociales, ¿crees que sería una especie de proceso natural, inevitable?

Pienso que uno de los mayores defectos del pensamiento científico actual es la especialización, la parcelación de la realidad, el aislamiento del investigador en su pequeño reducto. Igual que la mayor parte de los médicos que hay en el mundo son medio analfabetos; es decir, el generalista sólo sabe curar un constipado, el oncólogo tratar un cáncer, pero no entienden la totalidad del hombre y lo que significa. Igual sucede con el resto de disciplinas, a todas corresponde una pequeña parcela del saber, pero para entender las cosas tienes que abrir el enfoque, tener una perspectiva más amplia. Entonces aparece no sólo la interdisciplinariedad, sino que llega un momento en que te das cuenta que la ciencia se equivoca en muchas cosas; es parte del método, equivocarse e ir modificando, pero hasta que se produce esa modificación a menudo el destrozo es ya enorme. Y esos destrozos hay que evitarlos, enfrentarse a eso y cambiarlo. Eso no sólo pasa en las ciencias sociales, que es donde os movéis vosotros y me he movido yo, sino también, y aún más, en las ciencias naturales, las puras. Por eso es muy importante la interdisciplinariedad y aceptar que hay otras formas de conocimiento que hay que incorporar a la propia. Ese es el motivo fundamental. En relación a vuestra pregunta, claro que la mayor parte de los científicos sociales o de la gente que trabaja desde cualquier disciplina científica ha de entender lo que pasa y adoptar una pluriepistemología; es decir no sólo trabajar la interdisciplinariedad, que es entrar en otras disciplinas, sino también penetrar en otras formas de conocimiento distintas a la científica y ver que eso vale, aceptarlo y articularlo con lo otro. Y eso sólo se consigue valorando el conocimiento local campesino indígena, no sólo en cuanto al manejo de recursos naturales sino de todo lo demás, y al revalorizar eso ver que tiene que haber un control comunitario de los problemas y no dejarlo todo en manos de los políticos, como hacemos ahora. Lo mismo con los científicos: tiene que haber un control de la gente implicada en los problemas, un control público que evite que se hagan las barbaridades que se hacen. Hay mucha gente que trabaja en lo que se llama "ciencia con la gente", como S. Funtowicz5, que plantea este tipo de alternativas. Y esto los que trabajamos desde la Agroecología lo tenemos muy claro, porque hemos tenido que unir ciencias naturales y ciencias sociales en el manejo de los recursos naturales. En la Agroecología confluyen en pie de igualdad la agronomía, la ganadería y la silvicultura con las ciencias sociales.

 

Entonces, ¿considerarías que esta propuesta de la pluriepistemología no sólo sirve para la Agroecología y el contexto del mundo agrario, sino para cualquier disciplina y contexto? Es decir, ¿todo investigador puede o debe trascender el conocimiento científico?

Claro, articular el conocimiento científico que no degrada a la gente con otras formas de conocimiento. Porque la perversión mayor del conocimiento científico es a través de la economía. La economía lo que ha hecho es pervertirlo todo utilizando el paradigma convencional del neoliberalismo, la implementación de la economía de los neoclásicos, no considerar que la tierra está viva, dando por sentado que la tierra es algo sustituible por dinero como si se tratase de cualquier otra mercancía. Aceptar este funcionamiento de la economía y la implementación de esta manera de pensar es lo que ha determinado que estemos cargándonos el mundo. Hay gente que lleva muchos años denunciándolo, también desde la ciencia autores como Naredo o Martínez Alier. En este sentido lo que la Agroecología ha hecho es tomar la crítica que se hacía a la economía: uniéndola a otras críticas ha elaborado un discurso para enfrentarse a esta situación.

 

Hablas del diálogo entre conocimiento científico y otras formas de conocimiento, de la incorporación del discurso local al propio discurso científico. Pero nos preguntábamos -nosotros que provenimos de la Antropología social- cómo construirlo, cómo diferenciarlo de otros discursos cuyo primer y último objetivo es la aplicación, un proceso que con demasiada frecuencia acaba sometiendo la investigación antropológica a los resultados que se quieren obtener, a unos objetivos concretos, muy prácticos…

En todo, en todo pasa esto. Pasa en todas las disciplinas, en todas las áreas de conocimiento. Porque se plantean pseudo-problemas vinculados con el mercado, que en el fondo son eso, y al resolverlos lo que se hace es contribuir a la lógica del trabajo dejando de lado la vida misma: estar todo el día trabajando, ahorrar y no poder gastar el dinero. Se adiestra para el mercado y para explotar a otra gente. Eso es lo horrible. Y que no haya un sector crítico y no nos demos cuenta de todo esto. Es obvio, claro que es así.

 

Además, aquellos que defienden estas posturas tienden a integrar el conocimiento local aunque no en pie de igualdad, situándose el investigador por encima de las gentes depositarias de ese conocimiento. La pregunta sería ¿cómo tu propuesta de una ciencia en la que el conocimiento local deviene fundamental en el discurso que construye el científico sortea estos riesgos, estos peligros del ego del investigador?

Nosotros trabajamos a través de una metodología que a los antropólogos y a la gente convencional puede escandalizar: trabajamos desde una "investigación acción participativa". O sea, nosotros no pensamos que hay que distanciarse de la gente con la que trabajas sino al revés, hay que meterse dentro para entenderla desde dentro; y desde sus intereses funcionar. Hay que seguir una metodología muy dura, que consiste en vivir con la gente durante mucho tiempo pero no como ha hecho el antropólogo históricamente, para conocerla y tal, cómo son y todo eso, sino para identificarse con ellos y resolver sus problemas de acuerdo con lo que ellos plantean. No eres tú el que plantea las soluciones, son ellos quienes lo hacen y así te lo van mostrando. Tú llevas a cabo procesos de acompañamiento de gente que es quien toma las decisiones y se da cuenta de las cosas. Porque tú solo no te puedes enterar, ni tú ni la gente que desde la universidad lo intenta, por mucho trabajo de campo que hagas. Es la gente que ha vivido las cosas y que conoce desde dentro sus problemas la que los puede resolver. Tú tienes que estar ahí apoyando lo que hagan, ayudándoles, y sobre todo, como apuntabais anteriormente, articular en pie de igualdad el conocimiento local con el científico. Articularlo y ver cómo llegas a un diálogo de saberes. Donde hay mayores dificultades es cuando existen etnicidades históricas profundas que se mantienen, como en el caso de los quéchuas y los aymaras en los Andes o los nahua en México, en sitios donde todavía hay gente que mantiene su identidad y el conocimiento, una cosmovisión histórica no erosionada. La mayor parte de las cosmovisiones históricas ya son un intento de recrear algo que no funciona para nada. Pero hay gente que agarrada, por ejemplo, a que sigue haciendo el tipo de agricultura que hacía antes, mantiene cosas… Porque el contacto con el resto lo destroza todo, es muy difícil mantenerse.

 

Se trataría de que no sea sólo un discurso o una recuperación de un discurso, sino que vaya acompañado de una práctica que no se ha dejado nunca de hacer…

Claro, y que se hace a lo mejor recreando otras cosas. Por ejemplo, en Bolivia (nosotros damos cada año un curso en Agruco, Cochabamba) las instituciones históricas que tenían se han perdido, pero los nuevos sindicatos, cuando se crearon, las retomaron para que realizaran la función que históricamente hacían; especialmente respecto al manejo de los recursos naturales. Por ejemplo: las comunidades disponen de grandes territorios comunales que se dividen, sortean y reparten de manera rotatoria entre las familias según el número de personas que las puede trabajar. Son los responsables de todo este proceso quienes han heredado el conocimiento de estos mecanismos, los que conocen e interpretan los signos de la naturaleza, la luna, las estrellas -los cuales, ellos dicen, nosotros no sabemos leer-.Y lo que hacen funciona, hacen una agricultura a cuatro mil metros que la ciencia convencional dice que no puede haber. Esto no significa que las montañas hablen, como ellos piensan, sino que tienen una manera de comprobar empíricamente cosas que nosotros no entendemos pero que funcionan. Se rigen por su cosmovisión y nosotros no lo entendemos. Hay que aceptar que eso es así y que funciona. Y la ciencia no resuelve sus problemas porque no sabe. Es importante, claro, pero, de todas formas esto que os cuento son pequeñas cosas que existen en muy pocos sitios. La mayor parte del conocimiento histórico está absolutamente perdido; lo que no significa que no se resuelvan los problemas de igual manera, porque la gente que trabaja en un ecosistema se da cuenta de cómo funciona. El conocimiento local se recrea y aparece solo. Sidney Mintz, que trabajaba en el grupo de Eric Wolf, Àngel Palerm y otros, tiene unos trabajos sobre el Caribe donde muestra cómo, tras varias generaciones, cuando el sistema político que había en determinadas islas se relajaba, la gente volvía a practicar el mismo tipo de agricultura que dos o tres generaciones anteriores. ¿Y ese conocimiento de dónde sale? ¿Cómo se sabe? ¿Por qué quienes habían sido esclavos y no habían podido trabajar, de pronto, dos generaciones más tarde, sus nietos hacían lo mismo que ellos hacían? Mintz es uno de los primeros que empieza a señalar que existe un conocimiento histórico, que la gente mantiene y que determina que resuelva los problemas de mantenimiento de las bases bióticas, de manejo de los recursos naturales…

 

Pervivencias, resistencias, reapariciones como éstas ¿se encontrarían aún en el campo andaluz tras el proceso de modernización agraria? ¿qué papel jugó el Estado, el Derecho en el intento de eliminación de estás prácticas consuetudinarias?

También aquí aún pueden observarse prácticas que son los rescoldos que perviven de un tipo de manejo comunal de los recursos naturales o sea, de los bienes comunales. Por ejemplo que todo el mundo en un pueblo tuviera derecho a la leña. Porque en el siglo XIX si no tenías eso te morías; la única energía que tenía la gente para protegerse del frío en invierno era la leña del bosque. Esto era comunitario y si no lo tenías te morías. Lo mismo pasaba con la leche, porque la cabra que te daba de comer también comía y para la gran mayoria que no poseían tierras, los pastos del ayuntamiento eran fundamentales. Pero también sucede con otras prácticas no necesariamente vinculadas a los bienes comunales pero con la misma lógica de aprovechamiento de los recursos como la rebusca6, y ésta es una práctica que yo he vivido. Porque todavía hay rebusca en muchos sitios en Andalucía.. Y eso es algo que todavía está. La lógica de eso hay mucha gente que trata de reivindicarla todavía. Pero hay que tener en cuenta que en Andalucía ya hay por lo menos dos generaciones que no han trabajado nunca en el campo, que han vivido del seguro de desempleo, del PAR. Y eso es brutal. La gente no necesita de la rebusca, aunque hay mucha gente que todavía la reivindica y les permiten practicarla. Yo he visto a la gente del SOC7, por ejemplo, estar durante quince días enfrentados con uno de los latifundistas que se negaba a permitirla hasta conseguir que lo hiciera; era algo importante. Hoy está prohibido en todos sitios pero como práctica social se mantiene.

 

El ISEC ha tenido desde sus inicios, allá por el 1978, un claro componente de compromiso, ¿cómo se ha desarrollado, cómo has desarrollado esta investigación-militante que has apuntado en diferentes ocasiones? ¿Y la denominada investigación acción participativa? ¿En qué se diferenciarían una y otra?

La investigación militante es un nombre que hemos puesto a la investigación-acción participativa que se hace pensando en los intereses de la gente, sobre todo. Si trabajas en una investigación-acción participativa tienes que aceptar que existen intereses distintos en el grupo con el que trabajas; tus intereses, hacer una tesis doctoral o lo que sea; los intereses de los otros agentes sociales que están en el escenario… Te mueves dentro de esta interrelación de intereses. Si realizas una investigación militante te pones prácticamente al servicio de los intereses del grupo con el que estás, corriendo riesgos en la universidad. Lo mejor es efectuar dinámicas que permitan llegar a consensos entre la gente, intentar resolver los problemas de una forma participativa. Lo cual no quiere decir que abandones la investigación militante, sino que la haces buscando eludir enfrentamientos. Hay que analizar la lógica situacional en cada momento, interpretando lo que pasa y tomando decisiones colectivamente, y eso debe hacerlo la gente, tu sólo no puedes. Tenemos que aprender a movernos buscando la dimensión participativa en el control de los conflictos, que es lo que antes apuntaba, que el mundo corriente no hace y la ciencia tampoco. La investigación militante pretende buscar elementos de resolución de los conflictos con la gente, ir resolviendo sus problemas, por eso es una investigación- acción participativa. Pero la acción no está guiada por tus intereses sino que está guiada por los intereses de los que inicialmente eran tu objeto de estudio y que ahora se han transformado y, junto a ti, son el sujeto que dirige la cosa. De eso se trata. Ese paso de objeto a sujeto es un paso con la gente, un tipo de relación que cuesta mucho tiempo. Yo trabajo desde la Agroecología pero valdría para cualquier área de estudio. La militancia es el compromiso, el compromiso con lo se hace; la militancia tienes que tenerle en la universidad también, en donde estás y en lo que haces. Este tipo de investigación militante es no separar tu militancia de tu vida, en ningún ámbito, porque sino lo que estás haciendo es engañarte a ti y a los demás. Pero es difícil.

 

Antes has citado al SOC, ¿cuál es la relación entre la evolución del ISEC y las dinámicas del movimiento jornalero andaluz?

Durante muchos años, durante el tiempo en que estuvimos intentando construir una Agroecología en Andalucía, comprobamos que lo local tiene una dimensión enorme en la cuestión del manejo de los recursos naturales, sumándose la propia identidad de cada lugar. En nuestro caso era la identidad andaluza, la de la gente con la que trabajábamos. Me acuerdo que conseguimos un proyecto de la Comunidad Económica Europea para introducir en el mercado variedades de calabaza, de cucurbitáceas antiguas, y a través de ellas generar posteriormente una serie de mercados alternativos. Pero los jornaleros dijeron: "¡Pero bueno, si estas semillas vienen de Alemania!". Claro se trataba de un estudio comparado entre diversos países con semillas provenientes de diferentes puntos del norte de Europa, con objetivos científicos pero que a ellos les reportaría un dinero con el que poder hacer muchas cosas. Pero decían: "¡Qué coño! Nosotros queremos las semillas nuestras, de aquí, porque eso es una falsa, eso no es nuestro!". Y tenían razón, porque adaptar una semilla de fuera es un proceso larguísimo y ellos ya tenían las suyas, históricas, que se habían amaestrado allí, unas semillas que sin agroquímicos funcionaban perfectamente. Las otras, vete tú a saber lo que tardan y cómo van. Ellos tenían razón y se enfrentaban al proyecto. Este tipo de relación que tuvimos con ellos era de vivir, de trabajar codo con codo, hasta el punto que varios del ISEC que trabajaban con ellos llegaron a dejar la universidad y a ponerse a trabajar en las cooperativas, aunque luego han vuelto a la universidad porque se han dado cuenta de que ellos no eran jornaleros… Pero es fundamental sentir que estás trabajando en una misma dinámica. Determinó que durante unos 15 o 20 años la gente del ISEC y la gente del movimiento jornalero, no solo del SOC, gente que se enfrentaba incluso a sus organizaciones, formáramos parte de un mismo proyecto vital. La gente del SOC que ha trabajado con nosotros es aquélla que se enfrentaba a la dirección porque querían una dirección más participativa, querían que no estuviera dentro de un marxismo con orejeras sino que tuviera flexibilidad para hacer cosas. Muchos de ellos eran los disidentes de varias organizaciones. Con ellos trabajamos y con ellos llegamos, tras muchos años, a elaborar una propuesta de manejo de los recursos naturales agroecológica. En ese período de tiempo nos hicimos amigos de un montón de gente, íntimos amigos; pero ahora esa relación tan fluida ya no existe. Ahora están empezando otras relaciones. Por ejemplo en Brasil, donde hay generaciones nuevas que han estado conociendo a la gente que trabaja temas de certificación participativa. Ahora el problema más importante que tiene la Agroecología es el sello que quieren implantar, la certificación dada por expertos. La gente de las comunidades se niega a ello porque ellos inventaron la certificación ética, ellos le ponen su sello. Además, no quieren exportar sino vender en mercados locales y de determinada forma, etc. Su sello recoge la diversidad de cada lugar, a diferencia del propuesto, que muy probablemente sería uniformizador. En Brasil la Agroecología es fuerte a nivel de movimientos sociales, hay mucha gente trabajando en estos proyectos y es con esta gente con la que actualmente tenemos relaciones más estrechas; más que con la gente del SOC. Aunque con ellos mantenemos buenas relaciones. Ellos siguen trabajando, haciendo cooperativas, van a Brasil y dan conferencias en las universidades… E incluso cuando nosotros tenemos un proyecto con Argentina o Brasil, en que nos obligan a que hayan expertos españoles que vayan, en lugar de llevar a gente de la universidad les pedimos a gente del SOC que lo hagan. Enseñar el conocimiento que vale, ponerlo en práctica, ellos lo van a hacer mejor que nosotros.

 

De tus explicaciones parece extraerse que estáis más próximos a las dinámicas del movimiento jornalero internacional…

Realmente trabajamos mucho más en Latinoamérica que aquí, en Argentina por ejemplo. Vale que da la casualidad que vivimos [él y su compañera] parte del año allí; pero también en Brasil, México… hay gente. No en vano llevamos desde inicios de los 90 haciendo maestrías y doctorados, quedándonos en estos países y haciendo cosas. Incluso hay algunas personas de la universidad que trabajan en el gobierno, en Brasil por ejemplo, en el Ministério de Desenvolvimento Agrário; gente con cargos importantes y que está intentando aplicar políticas públicas de Agroecología para los pequeños productores. Pero lo que ocurre es que, al mismo tiempo que existe este ministerio existe el de Agricultura, que impulsa decididamente los transgénicos. Uno se pregunta de qué sirve eso, pero son las contradicciones. Hay mucha gente haciendo eso y enfrentándose. Yo creo que la relación más importante ahora, más que con el SOC, que fue importante históricamente, es con Vía Campesina; porque Vía Campesina está jugando un papel destacado, está trabajando en sitios clave: en Bolivia con Morales o en Venezuela con Hugo Chávez, que, independientemente de contradicciones igual de salvajes, está dando mucho dinero para estos proyectos. Hay grupos en Brasil, con los que hemos trabajado en proyectos de Agroecología, que ahora están en Venezuela promoviendo proyectos. Nosotros apoyamos este tipo de cosas. ¿Van salir bien? Pues no se sabe, pero son dinámicas interesantes que miran de reproducir el manejo agroecológico en otros lugares.

 

Es curioso que a nivel internacional trabajaseis con el Portugal de la revolución de los claveles, con el Chile de Allende, con la Nicaragua de los sandinistas y ahora con Morales o Chávez…

Yo estuve trabajando en Nicaragua con el movimiento sandinista, fue un fracaso enorme, pero bueno fue una experiencia… Fijaros casualidades de la vida: hubo alumnos míos que se quedaron allí, se casaron, y han vuelto a Córdoba con sus parejas. Un trasvase de gente muy interesante. Fíjate que en Misiones, al norte de Argentina, en la selva donde están los guaraníes, hay un chico que ha creado una tecnicatura, una carrera de grado medio, de Agroecología; yo a él lo conocí en los 80 en Nicaragua, después me lo encontré en Argentina y le di un libro, un manualito que habíamos hecho de Agroecología. Empezó a leerlo; él tenía las metodologías pedagógicas de la teología de la liberación muy trabajadas, y con lo del libro creó este curso. Hay otras experiencias muy interesantes, militantes: por ejemplo, lo que han llamado "turismo militante"; gente que va a hacer turismo por Iguazú y son llevados con los guaraníes para que vean cómo las multinacionales están destrozando su territorio, su etnicidad, para crear dinámicas de apoyo y solidaridad. Luego quizás no se consigue nada, pero son propuestas que si tuvieran un mínimo de ayuda pública funcionarían; ahora cuando hay ayuda es con todas las contradicciones que decía antes. Es lo que mismo que pasa con el gobierno Lula: cuando llegó hubo muchas esperanzas pero luego nada; más bien todo lo contrario (aunque su política internacional haya sido positiva para Latinoamérica).

 

Empezásteis con el SOC, saltando a un nivel más internacional, quedando el SOC un poco apartado…

Creo que la dimensión internacional estaba en el SOC. Cuando yo empecé a trabajar en Nicaragua con el movimiento sandinista fue gracias a un cura del SOC que había allí, Diamantino García. Yo fui a Managua porque nos habían llamado para dar una conferencia académica sobre reforma agraria continental, pero dentro de una reunión política, así que allí nadie nos hacía ni caso. Estábamos solos, todo estaba vacío y, de pronto, cuando iba a haber una reunión plenaria, llegaba todo el mundo: miembros de los sindicatos revolucionarios de toda Latinoamérica. Entonces, en una reunión de ésas estaba Diamantino. Cuando me vio exclamó: "¡Eduardo!", y me abrazó. A partir de ese momento me empezaron a hacer caso… Fijaros, era la gente de Andalucía, del SOC, la que estaba en contacto con ellos. O sea que la dimensión internacional existía en ellos. Luego nosotros intentamos reciclar a gente de universidades que trabajaba en esto, intentamos acompañar estos procesos, pero han sido ellos los que han contactado y llevado a cabo esa dimensión internacional. Y Vía Campesina es el resultado. Son los movimientos sociales desde el manejo de los recursos naturales los que lo han hecho. Sin embargo, los sindicatos aquí en Catalunya… Aquí había una Unió de Pagesos genial, pero ahora… Sí hay un grupo de jovencitos disidentes, que reivindican la Agroecología, pero los demás hasta se han salido de la COAG8… ¡son empresarios!

 

De alguna manera todos estos conflictos de los que estamos hablando, ¿podrían interpretarse dentro de la lucha entre lo local y los poderes supralocales -en nuestro caso autonómico, estatal y europeo-, es decir, cómo una lucha entre poderes? ¿cómo una manifestación más del binomio local/global?

Creo que sí, conviene introducir aquí claramente una dimensión conflictiva para entender lo que pasa. Pero yo creo que el enfrentamiento más importante es el enfrentamiento entre los valores de la identidad europea, la modernidad, la ciencia, etc., y lo que surge del pueblo, las identidades locales y su diversidad. Porque ocurre que la modernidad trata de reducir las identidades a una sola, la nuestra. Sin embargo hay una biodiversidad, una diversidad cultural enorme que se enfrenta a eso, que no lo acepta. Yo diría que esa dimensión conflictiva existe en esos términos, entre una identidad europea -aunque hablar en estos términos tal vez sea excesivo- que se intenta reproducir en todo el mundo arrollando todo lo demás, desplegándose como la única cosa posible, y esas resistencias que se le enfrentan. Es un enfrentamiento que sigue vigente, y en un momento dado se articula con el capitalismo, con su manera de analizar las cosas y de ver las cosas, el punto de vista de la lógica económica. En este momento es el neoliberalismo, antes como lo queramos llamar, pero es el desarrollo del capitalismo, la lógica del lucro vinculada a eso y el proceso de mercantilización. Primero de privatización de las cosas, después de mercantilización, y finalmente de utilizar la ciencia para legitimar y justificar todo eso. O sea, diría que es la modernidad lo que nos ha agredido. Suena muy fuerte decir eso pero es así.

 

Se carga las propias identidades, las formas de hacer, de organizarse, de vivir locales lejanas, al mismo tiempo que surge todo este modelo neoliberal. Pero es lo mismo en todo el mundo, ¿no? Quizás a pocos kilómetros de Bruselas había unos campesinos que han sufrido esa misma homogeneización, esa destrucción de unas formas de vida locales como lo han hecho con los campesinos de la India…

Claro, claro, y todavía hay gente que sufre eso, mucha gente. Incluso en Holanda y en los sitios de Europa más modernos. Desde el punto de vista del manejo de los recursos y desde el punto de vista de la lógica del funcionamiento de las cosas, pues pasa todavía, claro que pasa.

 

Continuando con la dimensión más local, en concreto la andaluza: a pesar de la visión que has dado un poco pesimista -aunque tal vez deberíamos hablar de realismo- sobre la Agroecología en Andalucía, queríamos que nos hablases de un concepto muy interesante que conocemos por Martínez Alier, el de "ecologismo popular" o "ecologismo de los pobres"9. De alguna manera parecéis afirmar un origen del ecologismo entre los jornaleros andaluces… ¿se puede afirmar este origen popular del ecologismo en Andalucía?

Bueno, creo que el planteamiento no debería ser ése. La gente percibe los cambios que se han ido produciendo en el manejo de los recursos naturales y el deterioro de la naturaleza que ello ha significado; en las zonas rurales lo perciben de una manera muy clara. Y lo perciben no sólo desde el punto de vista ecológico, de que ya no hay biodiversidad en la fauna, la flora y todo eso, que el monocultivo lo ha arrasado todo, etc., sino también desde el punto de vista social. O sea que la gente se va, se tiene que ir, se vacía el campo, y bueno ¿dónde van? La gente vive en el desorden de las ciudades. ¿Y cómo está quedando el campo en todos sitios? Ante esto hay una respuesta de jóvenes neorrurales que tratan de enfrentarse a eso y que buscan la Agroecología. En Andalucía hay asociaciones de productores y consumidores de productos agroecológicos creadas por jovencitos, mujeres en su mayoría, para trabajar en huertos, vender a gente que ideológicamente les apoya, que quiere que se haga otro tipo de agricultura y cambiar las cosas. Y no sólo piensan en comer sano. Piensan en que ésa es una alternativa, buscan una alternativa de vida. Eso se está dando, claro que se está dando. O sea, yo no soy pesimista respecto a la Agroecología, pero sí lo soy respecto a que surja de la gente de los pueblos, de los pequeños agricultores. A ésos se los cargan. La gente joven que sale pues tiene que empezar a aprenderlo, pero no soy pesimista.

 

Nos gustaría que hablases de la conexión entre lo que son los movimientos sociales de ámbito agrario y los movimientos sociales urbanos, sobre la necesidad de pensar juntos el campo y la ciudad, sobre todo en la situación actual de crisis ecológica global. No es nueva la idea de ruralizar la ciudad, al tiempo que se urbaniza el campo, para entendernos: los anarquistas ibéricos, sobre todo los catalanes, desde una perspectiva proto-ecologista, ya hace más de cien años que pensaban el territorio de otra manera, con una mayor conexión campo-ciudad y con unos núcleos urbanos de tamaño limitado y autosuficiente a nivel energético y alimentario, rodeados de cinturones agrícolas y forestales10. Hoy en día, mucho tiempo después, tenemos curiosas continuidades, expresiones de esa vocación en ejemplos contemporáneos como el de Can Masdeu y lo que ellos llaman "rurbanismo"11: están en la ciudad pero a la vez son rurales. Bueno, cómo es en Andalucía, si existe, esa confluencia de luchas entre la ciudad y el campo, por ejemplo a través de la defensa del territorio, contra el urbanismo agresivo, la desecación, la desertización, los problemas del agua…

Creo que la crisis tan brutal que estamos viviendo -no la crisis financiera actual, que es un resultado también de las barbaridades que hacen, sino la crisis desde el punto de vista ecológico, la crisis ecológica global- ha determinado que la gente del campo, como os he dicho antes, perciba de manera clara todo esto, se sienta impotente para hacer cosas pero quiera hacerlas. Sobre todo determina que mucha gente, al vivir en las ciudades, en la explosión de desorden que existe por todos lados, intente generar alternativas. Hay un intento de hacer una agricultura periurbana o una agricultura incluso urbana a través de huertos… Y yo diría que la alianza más que entre rural y urbano es entre consumidores y productores. Claro, los consumidores fundamentalmente están en las ciudades y los productores en el campo, pero entonces ahí se produce una convergencia. Hay mucha gente de la ciudad que quiere ir al campo y que quiere actuar allí también, eso se está dando. Hay esta movilidad y este intercambio que está determinando que se genere un tejido social reivindicativo, con esa doble naturaleza de rural y urbano. Ahora mismo hay propuestas que utilizan la Agroecología, a un nivel de consciencia política, más allá de los movimientos éstos que aparecen en el libro del que hemos hablado antes12. Hay mucha gente que está practicando experiencias alternativas, pero, como os decía hace un momento, también más acá de este tipo de experiencias alternativas más atípicas, pues hay otras muchas que son meras asociaciones de productores-consumidores, que tienen esa dimensión militante también y que hacen planteamientos muy cañeros en muchos aspectos. Hay muchas. En Andalucía existe una Federación de asociaciones de productores-consumidores de productos agroecológicos, que no tiene casi apoyo oficial aunque tenga un cierto respaldo, y que ha surgido de la gente que trabajaba en el campo, del SOC y estos grupos. Ellos empezaron a hacer en todas las ciudades puntos de venta, articulándose con consumidores y demostrando que funcionan. Se está dando eso. Que eso tenga una dimensión, como propuesta, más cultural también, más amplia, pues es más complicado. Si se buscan propuestas que enriquezcan eso en experiencias que ya ha habido en el movimiento anarquista…, pues no lo sé. En todo caso existe eso, pequeño, incipiente. Pero como la crisis que se está dando cada vez va a ser mayor y más evidente, y va a obligar a la gente a vivir de otra manera -dentro de muy poco no va a haber los follones de coches que tenemos porque no va a haber gasolina, aunque todavía sigan actuando como si eso no fuera a pasar. Tienen que empezar a pasar cosas nuevas, que van a suponer cambios muy drásticos en los cuales va a haber que echar mano de propuestas. Entonces, bueno, nosotros tenemos propuestas claras, que están funcionando. Va a llegar un momento en que haya oportunidades de introducirlas; espacios que generen cambios. Sí se va a dar, pero la cosa va lenta, a pesar de la virulencia y lo fuerte de la crisis, que va a ser cada vez mayor, que se está dando ya… Fijaos: creo que lo que más va a convulsionar todo va a ser el movimiento de los emigrantes, porque va a seguir y a ver qué va a pasar. Y fijaos en estos planteamientos de ruptura de la propiedad de la tierra, que ya no existe el poder que existía antes vinculado a ella en el campo. ¡Si la gente tiene la tierra abandonada por todos lados! ¿Por qué no se dan oportunidades? Ya hay muchos alcaldes de pueblo que están empezando a decir, ‘oye, esto hay que dejar que la gente venga aquí, vamos a dar cosas'. Creo que eso va a pasar y esas son soluciones que tendrán que poder crearse muy pronto. Vamos a ver si somos capaces de llevarlas a cabo entre todos. No sé si te contesto la pregunta… Lo decís es muy interesante, y hay atisbos de que eso se produzca, claro que hay atisbos.

 

Sí, esa la visión, que las cosas están ocurriendo. A menudo se dice que no hay alternativas, que no existe una alternativa, pero lo cierto es que ya se están llevando a cabo en muchos sitios hace tiempo… Cerramos un poco con la Antropología, barriendo para casa. Si la disciplina -o transdisciplina- es la Agroecología, en algunos lugares indicas que el ‘agroecosistema' es su unidad de análisis. Parece ser una aproximación micro-macro, donde se podría hablar de lo macro a través de lo micro, de los casos concretos. Esto remite directamente al método antropológico. La idea es trabajar no en la pura abstracción o en el campo de las ideas, o no sólo, sino a través de la investigación concreta, de casos, de investigaciones etnográficas y trabajo de campo. Ir al modelo general a través de lo particular. Nos parece muy interesante porque ahí parece ser que la Agroecología hace una aproximación análoga a la de la Antropología social.

Claro, el concepto de ‘ecosistema', que se transforma en el de ‘agroecosistema' cuando introduces la artificialización para generar alimento, y luego en ‘etnoagroecosistema' cuando te das cuenta que esa artificialización no funciona sin una cultura potente localizada que le dé su identidad, es algo que la Agroecología ha tomado de las ciencias naturales, de la ecología. Hay un cuerpo mínimo conceptual que la Agroecología utiliza. La Agroecología funciona a un primer nivel o una primera dimensión, que es la ecológico y técnico-productiva; pero una segunda dimensión que es la que podríamos llamar el ‘desarrollo local', la búsqueda de soluciones, de tener el acceso a los recursos, a los medios de vida, propiamente económica. Y luego ya la cultural y política, donde te mueves a través de los movimientos sociales intentando buscar alternativas a un sistema de realidad que impide que podamos funcionar y que podamos vivir mínimamente, por como se han desarrollo mecanismos de coacción a través del mercado y todo el deterioro que se ha provocado. Esto es algo que implica una resistencia y unas alternativas que, a través de políticas públicas puntuales, se puedan ir introduciendo; se trata de que llegado el momento, cuando el cambio sea evidente porque la crisis suponga un callejón sin salida, tengamos acceso a esas alternativas. Pero sí, esta estructura conceptual que aparece tiene una naturaleza muy interdisciplinaria y la confluencia con los planteamientos de la Antropología militante es obvia. Porque, efectivamente, el trabajar y pensar localmente es algo que aparece en el movimiento ecologista cuando se articula con los movimientos sociales en la defensa de la naturaleza.

 

NOTAS

1 Para más información sobre esta cuestión ver: SEVILLA GUZMÁN, E. (2006) De la Sociologia Rural a la Agroecología. Barcelona: Icaria Editorial.

2 El Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra es un movimiento de campesinos surgido en Brasil en los años 80 que reivindica, a través de la ocupación de tierras y otras formas de lucha, una reforma agraria en sentido amplio. Se ha convertido en uno de los movimientos sociales más importantes de América Latina. Para más información consultar http://www.mst.org.br.

3 Se trata del ISEC (Instituto de Sociología y Estudios Campesinos), al que se refiere más adelante.

4 TOLEDO, V. M. & BARRERA-BASSOLS, N. (2008) La memoria biocultural. La importancia ecológica de las sabidurías tradicionales. Barcelona: Icaria.

5 FUNTOWICZ, S. & RAVETZ, J. R. (2000) La ciencia posnormal. Ciencia con la gente. Barcelona: Icaria.

6 Práctica consuetudinaria por la que se permitía la entrada a campos de propiedad ajena para recoger los frutos que restaban después de la cosecha. Recomendamos el excelente documento fílmico de la directora francesa Agnès Varda sobre dicha práctica y su extensión al ámbito urbano y contemporáneo: Les glaneurs et la glaneuse (2000). Existe una versión subtitulada al español ("Los espigadores y la espigadora") de acceso libre en la red: http://video.google.es/videoplay?docid=1757319964974802576.

7 Sindicato de Obreros del Campo. Ver http://www.soc-andalucia.com.

8 Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos.

9 MARTÍNEZ ALIER, J. (2005) El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración. Barcelona: Icaria.

10 Ver MASJUAN, E. (2000) La ecología humana en el anarquismo ibérico. Urbanismo "orgánico" o ecológico, neomalthusianismo y naturismo social. Barcelona: Icaria. Este libro es reseñado por Pablo Romero i Noguera en este mismo número de (con)textos.

11 Can Masdeu es una antigua masía okupada en la sierra de Collserola dentro del límite del término municipal de Barcelona. En ella viven comunitariamente y -como ellos dicen- "rurbanamente" unas 30 personas y se desarrollan cada fin de semana multitud de actividades abiertas al barrio y la ciudad, relacionadas en su mayoría con la agroecología, el naturismo social y la autogestión colectiva de la vida. Se trata además de un proyecto muy vinculado con el barrio y que participa y sirve de nodo de muchas luchas sociales y de defensa del territorio. Ver http://www.canmasdeu.net/.

12 Se trata de un libro sobre distintas experiencias contemporáneas en el campo del activismo político agroecológico del que hablamos en algún momento off the record: LÓPEZ GARCÍA, D. & BADAL PIJOAN, M. (coords.) (2006) Los pies en la tierra. Experiencias y reflexiones hacia un movimiento agroecológico. Barcelona: Virus.

Boicot a Israel

LISTA DE PRODUCTOS A BOICOTEAR:
 

-FRUTAS:

Mangos y melones CARMEL.

Aguacate ecológico Ecofresh-Carmel.

 

-TECNOTRON: Fotomatones y otras instalaciones recreativas callejeras.

 

-NANAS: Estropajos jabonosos.

 

-PATATAS: Variedad Mondial, LZR (En Mercadona) variedad Vivaldi y Desiree.

 

-VINO: Carmel Mizrachi Wines, vinos de Israel.

 

-ESHET-EYLON: Clasificación automática de frutas.

 

-NETAFIM: Equipos de riego.

 

-MILONOT: Piensos para el ganado, Planta textil algodonera, Central de

mecanización del algodón, Matadero de aves, Envasado de frutas,

Procesado de frutas y hortalizas, Maduración y envasado de bananas,

Centro de proceso de datos…

 

-DÁTILES CARMEL: Jordan Plains.

 

-AGUA MINERAL EDEN: Garrafas para surtidores públicos.

 

-MENNEN: Sistemas de monitorización de pacientes en cuidados intensivos.

 

-COSMÉTICOS REVLON: En casi todas las droguerías y perfumerías.

 

-AHAVA: Cremas, sales, lociones.

 

-BAÑADORES GIDEON OBERSON y GOTTEX.

 

-ROPA INTERIOR VICTORIAS SECRET, WARNACO, THE GAP, NIKE.

 

-APARATOS DE AIRE ACONDICIONADO JOHNSON, WHITE WESTINGHOUSE, AIRWELL y ELECTRA.

 

-EPILADY: Máquinas de depilación y masaje.

 

-VEET: Cera de depilación.

 

-INTEL: El mayor fabricante de microprocesadores del mundo.Fue la primera empresa extranjera que abrió una sucursal en Haifa en 1974.

 

-EMBLAZE: Esta compañía israelí por primera vez estará en la prestigiosa lista de compañías como Nokia y otras que desarrollan teléfonos móviles. Emblaze actuará en conjunción con la israelí Partner Communications, que opera bajo el nombre de firma de Orange.

 

-RAFAEL: Sistemas de seguridad para el hogar.

 

-EMPRESAS EXTRANJERAS QUE APOYAN A ISRAEL: McDonald's, Timberland, Revlon, Garnier, Hugo Boss, Tommy Hilfiger, Calvin Klein, L'Oreal, Garnier…..

 

-JOHNSON & JOHNSON: En el 50º Aniversario de la Independencia de Israel, a Johnson & Johnson le fue concedido el mayor galardón, el Jubilee Award, en reconociemnto a su apoyo a la economía israelí.

 

-TELEFÓNICA: Adquiere gran parte de sus productos en Israel entre ellos, los multiplicadores de líneas, componentes para redes y sistemas de facturación de llamadas.

 

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SOMOS lo que hacemos para cambiar lo que SOMOS

Suicidios campesinos: No ver el año nuevo

Entre otras muchas personas que no han celebrado el año nuevo figuran todas las personas, principalmente hombres, del sector agrario que se suman a la vía rápida para solucionar sus problemas: cada año son miles los y las agricultoras que se suicidan. Así, directamente.

http://www.gara.net/paperezkoa/20090107/115114/es/No/ver/el/ano/nuevo/

 

El caso más conocido, y que tristemente aparece repetidamente en internet -aunque no en medios de comunicación más tradicionales-, es el de la India, donde desde 1997 se estiman en casi 200.000 las personas del campesinado que se han quitado sus vidas. ¿Qué les empujan a un acto tan decisivo y final? En la India hablan de endeudamiento crónico del campesinado, debido a rendimientos menores que los prometidos con semillas híbridas y transgénicas vendidas por empresas occidentales, mayores gastos por compras de agrotóxicos y fertilizantes minerales, precios irrisorios de las cosechas, etcétera, etcétera.

El suicidio agrario no afecta únicamente a la India, aunque allí destaca el alto número de personas muertas, sino que también caracteriza a las poblaciones agrarias de los otros continentes. Malas experiencias entre el campesinado dedicado a la producción de tomate generaron una oleada de suicidios en Ghana, no hace tanto tiempo. En el Norte, en países con una agricultura definida como «moderna» (léase tecnificada y controlada por empresas y bancos) como son Inglaterra y Gales, más de 700 agricultores (hombres) se quitaron la vida entre 1981 y 1993. En solamente 3 estados de los EEUU (Kentucky y las Carolinas), 645 agricultores se suicidaron entre 1990 y 1998. Uno cada 6 y 5 días, respectivamente.

En todos estos países la incidencia del suicidio en la población agraria es mayor que en la población en general. En China, el suicidio es tres veces más alto en las zonas rurales que en las metrópolis, en Grecia y Australia dos veces más. En Inglaterra las llamadas descritas como «desesperadas» a los servicios sociales de personas que habitan zonas rurales subieron en un 400% en el 2001. Algo pasa para que la población rural claudique ante el mundo en que vive.

A veces motivos «naturales» influyen en el suicidio: así en Australia se llegó a conocer el suicidio de un agricultor cada 4 días en 2006, arruinados por una larga sequía. En Gales e Inglaterra la debacle económica resultado de la fiebre aftosa generó suicidios. Pero, en general, las causas de los suicidios tienen mucho que ver con la codicia y la avaricia de un sistema económico que valora por encima de todo los beneficios económicos de unas pocas personas, implique lo que implique eso para el resto de la población, en este caso la agraria y rural. Obligar a las personas (por mil caminos mezquinos) a endeudarse en modelos agrarios controlados por tecnócratas, empresas o bancos, manipular el mercado fijando precios agrarios por debajo de sus costes de producción, echar violentamente el campesinado de sus fincas para subsistir únicamente en tierras marginales… hay personas sometidas a estos procesos que simplemente prefieren no ver el año nuevo.

Artigo da Revista caros amigos, Janeiro de 2009

MST: 25 ANOS DE TEIMOSIA

 

Em janeiro de 1984,   havia uma processo de reascenso do movimento de massas no Brasil.  A classe trabalhadora se reorganizando, acumulando forças orgânicas.  Os partidos clandestinos agora já estavam na rua, como o PCB, PcdoB, etc. Tínhamos conquistado uma anistia parcial, mas a maioria dos exilados tinham voltado.   Já havia se formado o PT e a CUT e a CONCLAT.  Amplos setores das igrejas cristãs ampliavam seu trabalho de formiguinha, de ir formando consciência e núcleos de base em defesa dos pobres, inspirados pela teologia da libertação.  Havia um entusiasmo em todo lugar, porque a ditadura estava sendo derrotada, e a classe trabalhadora brasileira está na ofensiva.  Lutando e se organizando. 

 

Os camponeses no meio rural viviam o mesmo clima e a mesma ofensiva.   Entre 1979 e 1984 se realizaram dezenas de ocupações de terra em todo o país.  Os posseiros, os sem terra, os assalariados rurais, perderam o medo.  E foram à luta.  Não queriam mais migrar para a cidade como bois marcham para o matadouro (na expressão de nosso saudoso poeta uruguaio Zitarroza).

 

Fruto de tudo isso  nos reunimos em Cascavel, em janeiro de 1984, estimulados pelo trabalho pastoral da CPT,  lideranças de lutas pela terra de dezesseis estados brasileiros.  E lá, depois de 5 dias de debates, discussões, reflexões coletivas,  fundamos o MST.  Movimento dos trabalhadores rurais sem terra.

Nossos objetivos eram claros.   Organizar um movimento de massas a nível nacional, que pudesse conscientizar os camponeses para lutarem por terra, por reforma agrária (significando mudanças mais amplas na agricultura) e por uma sociedade mais justa e igualitária.    Queríamos enfim combater a pobreza e a desigualdade social.  E a causa principal dessa situação no campo, era a concentração da propriedade da terra, apelidada de latifúndio. Não tínhamos a menor idéia se isso era possível.  E nem quanto tempo levaríamos na busca de nossos objetivos.Passaram-se 25 anos.   Muito tempo.  Foram anos de muitas mobilizações, muitas lutas, e de uma teimosia constante, de sempre lutarmos e nos mobilizarmos contra o latifúndio.

 

Pagamos caro por essa teimosia.  Durante o governo Collor,  fomos duramente reprimidos, com a instalação inclusive de um departamento especializado em sem terra na Policia Federal.    Depois com a vitória do neoliberalismo do governo FHC, foi o sinal verde para os latifundiários e suas policias estaduais atacarem o movimento.  E tivemos em pouco tempo dois massacres: Corumbiara e Carajás.   Ao longo desses anos, centenas de trabalhadores rurais pagaram com sua própria vida, o sonho da terra livre.

Mas seguimos a luta. 

 

Brecamos o neoliberalismo elegendo o governo Lula.   Tínhamos esperança de que a vitória eleitoral pudesse desencadear um novo reascenso do movimento de massas, e com isso a reforma agrária tivesse mais força de ser implementada.    Não houve reforma agrária durante o governo Lula.  Ao contrário, as forças do capital internacional e financeiro, através de suas empresas transnacionais ampliaram seu controle sobre a agricultura brasileira.  Hoje a maior parte de nossas riquezas, produção e distribuição de mercadorias agrícolas está sob controle das empresas transnacionais.   Elas se aliaram com os fazendeiros capitalistas e produziram o modelo de exploração do agro-negócio.    Muitos de seus porta-vozes se apressaram a prenunciar nas colunas de jornalões burgueses que o MST se acabaria.   Lêdo  engano.

 

A Hegemonia do capital financeiro e das transnacionais sobre a agricultura, não conseguiu, felizmente acabar com o MST.   Por um único motivo.  O agro-negócio não representa solução para os problemas dos milhões de pobres que vivem no meio rural.  E o MST é a expressão da vontade de libertação desses pobres.

 

A luta pela reforma agrária que antes se baseava apenas na ocupação de terras do latifúndio, agora ficou mais complexa.   Temos que lutar contra o capital.  Contra a dominação das empresas transnacionais.   E a reforma agrária, deixou de ser aquela medida clássica: desapropriar grandes latifúndios e distribuir em lotes para os pobres camponeses.   Agora,  as mudanças no campo, para combater a pobreza, a desigualdade e a concentração de riquezas, depende de mudança não só da propriedade da terra, mas também do modelo de produção.      E se agora, os inimigos são também as empresas internacionalizadas, que dominam os mercados mundiais.  Significa também que os camponeses dependerão cada vez mais das alianças com os trabalhadores da cidade para poder avançar nas suas conquistas.

Felizmente, o MST adquiriu experiência nesses 25 anos.  Sabedoria necessária para  desenvolver novos métodos, novas formas de luta de massa, que possam resolver os problemas do povo.

 

Joao pedro Stedile, membro da coord. nacional do MST e da via campesina Brasil