Declaración Cumbre de los pueblos del Sur: Todos los pueblos, toda la esperanza

DECLARACION DE MONTEVIDEO

Desde Montevideo, República Oriental del Uruguay, capital del MERCOSUR,
donde nos hemos reunido el día 17 de Diciembre de 2007, en la Cumbre de
los Pueblos del Sur, con el lema “Todos los Pueblos, Toda la Esperanza”,
ratificamos firmemente nuestra convicción y apuesta política en la
integración de los Pueblos de América, como medio para profundizar la
democracia y cambiar el modelo de desarrollo para la plena vigencia de
los derechos humanos. En este sentido, declaramos:

Reconociendo los obstáculos que las élites tradicionales imponen a los
procesos de transformación de la realidad social, económica, política y
cultural que están siendo impulsados en la región, y en particular en la
hermana Republica de Bolivia, levantamos enérgicamente nuestra voz de
protesta para condenar los intentos de desestabilización de la
democracia. Desde las organizaciones y movimientos sociales queremos
expresar nuestra profunda solidaridad al pueblo y al gobierno de Bolivia
en esta hora de difíciles definiciones en favor del pueblo.

Ratificando nuestra posición en contra de los tratados de libre comercio
e inversiones, repudiamos de forma vehemente la firma del tratado entre
el Mercosur e Israel, negociado a espaldas de la ciudadanía, que
significa la claudicación del bloque frente a las presiones
internacionales de liberalización y al mismo tiempo, con un gobierno que
en alianza con el poder imperial de EUA impulsa la agresión permanente
sobre pueblos vecinos. Este acuerdo viene a consolidar y profundizar un
camino de resguardo de los intereses de los capitales internacionales
frente a los cuales el Mercosur representó un freno con la derrota
impuesta al ALCA.

Al mismo tiempo, rechazamos todas las propuestas surgidas en el propio
seno del Mercosur, que estén destinadas a promover la firma de tratados
bilaterales de comercio o de protección de inversiones.

Este tipo de acuerdos irán en el sentido de agravar el modelo de
desarrollo que las políticas neoliberales han venido implementando en la
región, que continua promoviendo la degradación ambiental, profundizando
la exclusión social al interior de los países y las desigualdades entre
los mismos. En el marco del modelo agroexportador, la expansión de los
monocultivos está provocando la destrucción masiva de la naturaleza. El
auge de los agrocombustibles que ahora se fomenta para sostener el
patrón de consumo de los países industrializados, profundizará las
consecuencias devastadoras en el medio ambiente, provocando cambios
climáticos y riesgos de catástrofes naturales. El desarrollismo que
impulsa mega obras de infraestructura, como las incluidas en la
Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional de
Sudamérica (IIRSA) cuya ejecución responde a los intereses de las
grandes corporaciones trasnacionales y de sus socios nacionales y
locales traerá graves consecuencias para nuestros pueblos y la
integración continental basada en la equidad, la inclusión, la
diversidad, la soberanía local, la democracia, la justicia social y
ambiental y la paz.

Consideramos que la creación del Banco del Sur abre en este momento una
oportunidad de cambio en la lógica económica actual. Para incidir sobre
estos cambios de rumbos exigimos de los gobiernos que se garantice el
acceso público a la información y la participación social en las
decisiones del Banco.

En este sentido, asumimos desde los movimientos y organizaciones
sociales el desafío y la tarea de hacer que esta herramienta esté al
servicio de las necesidades de nuestros pueblos.
Asimismo, saludamos el proceso de auditoría integral iniciado en el
Ecuador, que constituye una posibilidad para fortalecer nuestro reclamo
que en cada uno de nuestros países se implemente una auditoría
participativa de todas las deudas.

Nos oponemos a la creación de las mega represas destinadas
fundamentalmente a reforzar el modelo exportador de recursos naturales
en forma de productos electro-intensivos. El proceso de integración
energética en curso debe ser desarrollado a partir de la recuperación de
la soberanía sobre los recursos energéticos de la región. Este proceso
debe basarse en el fortalecimiento de las empresas estatales de energía,
la nacionalización de los recursos estratégicos y la utilización de la
renta así conseguida en la construcción de un desarrollo sustentable con
políticas de redistribución de la riqueza y la construcción de nuevas
matrices a partir de fuentes renovables de energía, donde la prioridad
sea garantizar el acceso digno de todos los habitantes del continente a
los bienes energéticos.

Demandamos la urgente renegociación de los Tratados de Itaipu y Yacyreta
así como la necesidad de una auditoria de la ilegitima deuda paraguaya,
producto de los injustos términos de los tratados firmados por los
gobiernos dictatoriales del Paraguay, Brasil y Argentina.

Alertamos y repudiamos la promulgación de leyes denominadas
“antiterroristas” destinadas a criminalizar la lucha social, a los
movimientos sociales y a sus líderes.

En este sentido, la Cumbre de los Pueblos del Sur exige la urgente
libertad de los 6 ciudadanos paraguayos presos en Argentina, por
tratarse de una persecución política y una violación de los derechos
humanos fundamentales, solicitando el respeto a los acuerdos referentes
al asilo político.

Reafirmamos la necesidad de la inmediata retirada de la Misión Militar
de NN.UU. (MINUSTAH) de Haití.

Asimismo, expresamos el apoyo y solidaridad a la campaña popular por la
nulidad de la Ley de Caducidad de la pretensión punitiva del Estado,
desarrollada por los movimientos sociales en Uruguay.

En contrapartida, defendemos la soberanía alimentaria, cuyos principios
articulan políticas de autonomía productiva en base a las necesidades de
los pueblos, y no supeditadas a las demandas del mercado mundial. Es
urgente implementar reformas agrarias basadas en los principios de la
soberanía alimentaria y territorial de los pueblos campesinos e indígenas.

La integración de los pueblos implica, para nosotros, considerar las
diferencias entre los mismos como una expresión de la diversidad
cultural, a la vez que un desafío para que a través de la
complementariedad y la solidaridad mutua se conquisten mejores
condiciones de vida para todos. El combate a las asimetrías no puede
agotarse en medidas compensatorias y desarticuladas, sino que debe
contribuir a resolver los problemas estructurales que impiden la
autonomía y el bienestar de nuestros pueblos.

Los procesos de integración deben asegurar la libre circulación de
trabajadores y trabajadoras, la recuperación y ampliación de los
derechos laborales al mismo tiempo que garantizar el derecho de las
personas a no migrar como también todos los derechos de los y las
migrantes.

Una vez más, rechazamos todas las formas de discriminación, basadas en
el género, las razas y etnias, la orientación sexual, las creencias o
religiones, las ideologías, el origen, o cualquier otra distinción que
menoscabe los derechos de las personas y limite el ejercicio de la
ciudadanía.

La integración que queremos requiere la inclusión de la diversidad de
los sujetos sociales y culturales basada en el reconocimiento de los
territorios de los pueblos y naciones indígenas, que inclusive muchas
veces sobrepasan las fronteras de los Estados nacionales.

Exigimos también políticas públicas universales que respondan
efectivamente a las necesidades de hombres y mujeres de acceso a la
educación, a la salud, a servicios públicos esenciales, y al ejercicio
pleno de los derechos económicos, sociales, políticos, culturales y
ambientales.

Exhortamos a los gobernantes a garantizar la transparencia y el acceso a
las informaciones substanciales en las negociaciones del Mercosur y
fortalecer los espacios de diálogo e interacción entre pueblos y
gobiernos, estimulando los mecanismos de democracia participativa y
control social.

Consideramos que el fortalecimiento de los procesos de integración en la
región debe profundizarse y en este sentido, apoyamos la plena inclusión
de Venezuela como también de Bolivia y Ecuador al bloque.

Las organizaciones y movimientos sociales de América del Sur reunidos en
Montevideo ratificamos nuestra voluntad de seguir impulsando la
integración de los pueblos.

Por una verdadera integración que nos permita construir la soberanía
desde y para los pueblos del Sur.