Transformar las estructuras desiguales e injustas de nuestra sociedad siempre fue uno de los objetivos del Movimiento Sin Tierra, para construir un país soberano y conquistar una vida digna para los trabajadores y trabajadoras. Dedicamos nuestras energías para realizar una Reforma Agraria efectiva, capaz de democratizar el acceso a la tierra y producir alimentos. Pero también, a lo largo de nuestros 25 años, nos sumamos a las banderas de lucha que defienden la garantía y ampliación de derechos de los trabajadores. Por eso, consideramos fundamental la participación en la campaña por la reducción de la jornada de trabajo a 40 horas, sin reducción de salarios.
Igual que la Reforma Agraria, la reducción de la jornada es una reivindicación histórica y una medida capaz de estimular rápidamente el desarrollo económico. Se podrían crear más de 2,2 millones de nuevos puestos de trabajo. Con el fin o la limitación de las horas extras, se crearían otros 1,2 millones de nuevos puestos. O sea, por lo menos 3,4 millones de personas podrían ejercer su derecho al trabajo.
En nuestro país hay una de las mayores diferencias entre ricos y pobres del mundo. Brasil está entre las 10 mayores economías, no obstante, estamos en el puesto 75 en calidad de vida (según el IDH). Y aún peor, ocupamos el séptimo puesto en desigualdad social de todo el planeta. La reducción de la jornada, el aumento del salario mínimo y el pago de las horas extras son medidas fundamentales para reducir esta desigualdad.
Pero, tan importante como los nuevos puestos de trabajo son los avances sociales fundamentales para acabar con la explotación. De esta manera los trabajadores tendrían más tiempo para sus familias, para estudiar, para el tiempo libre y la cultura. El trabajo debe ser una forma de producir riquezas para que las personas puedan vivir mejor y no una fuente de explotación y opresión.
Datos del Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (Dieese) muestran que la reducción de la jornada significaría un aumento de apenas el 1,99% de los costes de producción. En esta situación, los empresarios se están articulando con los partidos de la derecha, y haciendo de todo para impedir su votación. Por eso nos sumamos a los más de 40 mil trabajadores de diversas centrales sindicales y movimientos sociales que participaron en la 6ª Marcha de la Clase Trabajadora, realizada el miércoles (11) en la Explanada de los Ministerios. En esta marcha defendimos también que los recursos del pré-sal* fueran a parar a la salud, la educación y el combate contra la pobreza; el cobro de la actualización de los índices de productividad y la realización de la Reforma Agraria; y contra la criminalización de los movimientos sociales por parte de los medios de comunicación, los sectores conservadores del poder judicial y los parlamentarios ruralistas.
Esperamos que la marcha acelere el proceso de votación de la Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC 231/95) que se está tramitando hace 14 años en el Congreso Nacional y prevé la reducción de la jornada semanal de trabajo de 44 a 40 horas, sin disminución de salarios, y el aumento del valor de las horas extras en los días útiles del 50% al 75%. La propuesta ya fue aprobada por una comisión especial de la Cámara, pero debe ser votada y aprobada en el plenario de la Cámara y el Senado.
Ciertamente esta lucha tiene que estar más presente en las calles. Tenemos que aumentar la presión sobre los parlamentarios, realizar manifestaciones y huelgas en todos los estados, para conseguir que se realice este importante proyecto social. Creemos que la reducción de la jornada laboral es una medida fundamental dentro de un proyecto popular, que pueda garantizar una vida digna a la población brasileña.
Secretaría Nacional del MST
*El término pré-sal se refiere a una formación geológica localizada en las porciones marinas en frente del litoral brasileño que contienen grandesreservas de petróleo en su interior. Recientemente la Petrobrás ha descubierto grandes reservas de petróleo de alta calidad entre los estados de Santa Catarina y Espírito Santo, lo que potencialmente permitirá que Brasil pueda ser un país exportador de petróleo.
