El 28 de febrero recibimos a Adrián Almazán para la presentación de su libro, coescrito con Luis González Reyes, “Decrecimiento: del qué al cómo. Propuestas para el Estado Español”.
En la primera parte del libro explican cómo el capitalismo industrial global está chocando con los límites ecológicos, generando situaciones muy graves como la sexta extinción de especies en la historia de la vida en la Tierra, o la emergencia climática. Crisis tan graves que provocarán el colapso de la civilización actual entendido como un desmoronamiento del orden económico, político y cultural que dará paso a una situación abierta en la que surgirán múltiples órdenes nuevos, en la que, eventualmente, alguno de ellos podrá convertirse en hegemónico.
Destacan que la tecnología no va a ser un factor que evite el colapso, pues en realidad no es algo neutral sino que está imbricada en el funcionamiento del propio sistema que va a colapsar y comparte con éste sus intereses, su complejidad, su falta de control social, etc. Además, el trabajo científico, mayoritariamente, sigue siendo reduccionista, mecanicista e incluso determinista, cuando esos paradigmas han sido, paradójicamente, desmentidos por la propia ciencia. Pero además de estas limitaciones, el principal problema es que las crisis ecológicas y sociales requieren una solución política, no tecnológica. Afirman que “no necesitamos nuevas tecnologías sino dejar atrás una civilización basada en la dominación de la naturaleza y de las personas”.
A continuación esbozan la situación actual en la que predominan el Estado y el mercado, mientras que los cuidados de nuestros cuerpos tienen lugar en el ámbito de los hogares y, por otro lado, los marcos comunitarios para la satisfacción de necesidades, son desmantelados por el capitalismo y reducidos a pequeños espacios, donde, a pesar de todo, resisten y se reinventan constantemente.
La propuesta decrecentista invertiría el papel de estos ámbitos, reduciendo el peso del mercantil-estatal, para que sean los hogares y, sobre todo, el ámbito comunitario quien se encargue de la satisfacción de las necesidades.
Un gran problema al que nos enfrentamos es la falta de autonomía económica y material de las personas, provocada por procesos de acumulación por desposesión, que imposibilitan la autogestión de recursos básicos. De este modo, una vez expropiadas las tierras y desmanteladas las comunidades, nos encontramos en una situación de dependencia del trabajo asalariado, en un contexto de territorio degradado.
Hasta aquí, desde “Colapsando que es gerundio”, coincidimos plenamente con las ideas expuestas. Creemos que se va a producir un colapso de la civilización actual, pues su funcionamiento choca con límites planetarios imprescindibles para la vida, y ese choque es imposible mitigarlo con las mismas dinámicas que lo han generado. Así que el escenario va a cambiar radicalmente, aunque también creemos que las posibilidades de futuro están muy abiertas, y es por eso que tenemos este grupo, para intentar que ese escenario futuro se oriente hacia la autogestión comunitaria de las necesidades de las personas.
En cuanto al concepto de necesidad, también coincidimos con el enfoque que proponen en el libro, que es el de Manfred Max Neff. Este autor desarrollo una teoría que explica en su libro “Desarrollo a escala humana” y del que hemos hablado ya en este blog en la página “Marco teórico”.
Para recuperar la autonomía, pensamos que será imprescindible superar la situación de dependencia del trabajo asalariado y, por ende, de la dupla Mercado-Estado y para ello, no hay más remedio que ir a una nueva institucionalidad que acabe con la propiedad privada y la sustituya por bienes comunales para algunos recursos y propiedad responsable para otros. Este ultimo concepto, la propiedad responsable, lo estamos desarrollando en las cooperativas agroecológicas, como ya indicamos en la entrada del blog donde hablábamos de estas cooperativas (entrada de diciembre de 2022 en el apartado de propuestas).
Sobre este tema, en la presentación, hicimos hincapié en la necesidad de nuevas instituciones y Adrián apuntó que, en realidad, muchas de ellas no tienen porqué ser nuevas, sino que se pueden recuperar muchas, que fueron relegadas por el sistema dominante actual y que funcionaron durante periodos mucho más largos.
IDEAS CLAVES DEL DECRECIMIENTO
A continuación, acabando esta primera parte del libro, explican algunas ideas claves del decrecimiento:
- Reducción del consumo material y energético acorde a marcos ecológicamente viables. En ese contexto, habría más ocupaciones de gestión de residuos, reparación, cuidado del medio (agroecología) y desaparecerían las nocivas, como la producción de abonos químicos, la pesca intensiva y los servicios bancarios que lo sostienen.
- El enfoque es proteger a las personas y la trama de la vida, no a los mercados.
- Relocalización y diversificación de la economía. Es más razonable usar recursos locales y con la escasez de petróleo va a ser obligado.
- Integración del metabolismo social dentro del metabolismo ecosistémico. No hace falta regenerar los ecosistemas, basta con articular una economía que no los destruya. Habría que centrarse en el sector primario, porque secundario y terciario no son capaces de satisfacer el cierre de ciclos.
- Integración de la producción y la reproducción. No separar los trabajos de cuidados del trabajo productivo, considerando que los primeros son más valiosos y repartiéndolos por igual entre géneros. Esto permitiría visibilizar la ecodependencia y la interdependencia.
- Redistribución de la riqueza inter e intra territorios. Incluyendo expropiaciones, renta básica, eliminación de deudas, etc. En este caso, los colectivos sociales que más tienen que decrecer son las élites.
- Aumento de la autonomía económica de las personas. Es necesario desmercantilizar las relaciones sociales, quebrando el mecanismo del trabajo asalariado y consiguiendo el control comunitario de los medios de producción. Hay que defender y reconstruir los bienes comunes y reapropiarse de la capacidad de decisión autónoma, que ha sido expropiada por el Estado, mediante una toma de decisiones democráticas.
ANÁLISIS Y PROPUESTAS PARA LOS DIFERENTES SECTORES DE LA ECONOMÍA
En la segunda parte del libro analizan y desarrollan propuestas concretas en los diferentes sectores de la economía como son: energía; economía circular-residuos; silvicultura, resiliencia climática y restauración ecológica; agricultura, pesca y ganadería; minería; transporte; industria; rehabilitación de edificios-construcción; turismo; y finanzas.
Esta parte no la desarrolló Adrián en la presentación, para centrarse en la tercera parte del libro que habla de estrategias para una transición decrecentista desde los movimientos sociales.
DE AQUÍ HASTA ALLÁ. ESTRATEGIAS PARA UNA TRANSICIÓN DECRECENTISTA DESDE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
Frente al individualismo predominante en la actualidad, aquí se plantean cómo movilizar a la sociedad para que se autoorganice. Entendiendo que no será la razón la que nos movilice, sino las necesidades, entendidas no solo como carencia, sino también como potencialidad. Vuelven a incidir en el modelo de Manfred Max Neef, que define nueve necesidades: subsistencia, protección, afecto, identidad, entendimiento, creación, participación, ocio y libertad, que serían universales, y múltiples satisfactores, que serán los que tendremos que desarrollar en cada contexto.
Las emociones, sentimientos y estados de ánimo son fruto de la gestión de las necesidades, por ejemplo, miedo por falta de protección, amor que cubre la necesidad de afecto, o curiosidad como búsqueda de entendimiento. Esta relación hace que, a veces, aunque sean la causa, las necesidades queden ocultas y parezca que son las emociones las que guían la acción.
Sin embargo, las emociones, aunque generadas por las mismas necesidades, pueden llevarnos a acciones muy diferentes, en función del sistema de valores. Los autores proponen los valores ecosociales, pero explican que éstos no se van a propagar a través del discurso, sino a partir de la práctica. Por eso, son muy importantes las experiencias concretas, que permiten construir otros formatos sociales y generan transformaciones personales. Y aquí coinciden otra vez con nuestra propuesta central, que consiste en la creación de proyectos autogestionados, basados en el apoyo mutuo, que es una práctica que transforma la manera de relacionarnos, mientras interiorizamos esos valores ecosociales.
A la hora de construir estrategias, proponen una mirada holística, pues las diferentes crisis están interconectadas, y aprovechar la oportunidad que ofrece la fragilidad de este orden social que se desmorona, para organizarse con la intención de leer bien el contexto y proponer satisfactores resilientes, escalables y replicables, que permitan influir en los cambios sociales que han de darse de una u otra forma, para orientarlos a modelos ecosociales, autónomos, justos e igualitarios.
Plantean que habrá situaciones de confrontación y, en ese contexto, a la hora de articular identidades ecosociales, destacan que a veces funcionan más las identificaciones en negativo. Generar unión a través de la confrontación con un enemigo común, pero que éste no esté personificado, sino que sea claramente abstracto, como la muerte, el capitalismo o la acumulación. En este punto coinciden con la propuesta de Pablo Servigne de buscar la unión en la confrontación contra un gran malvado, que en su caso propone que sea el cambio climático.
También plantean que las nuevas identidades sean abiertas, que puedan incluir a todas las personas que quieran unirse. Y aquí coinciden con las propuestas comunitarias de Silvia Federici y de Gaël Giraud de las que hemos hablado en el blog (entrada de abril 2023 en el apartado propuestas).
Nos invitan a aprovechar los shocks, que es algo de lo que también hemos hablado en el blog (página “marco teórico”), cuando hemos hecho alusión al libro de Rebeca Solnit, “Un paraíso en el infierno”, en el que explica como en esas situaciones de shock aparece espontaneamente el apoyo mutuo. Y afirman que lo importante, en ese caso, no es tanto la sensibilización previa, sino la posterior, ya que aquí no se trataría de una sola situación repentina, sino un deterioro paulatino con momentos de shock a partir de los cuales habría que reforzar ese apoyo mutuo espontáneo, para intentar preservarlo en los momentos en los que el proceso de degradación sea más paulatino.
También explican que durante esos procesos de degradación paulatina, las élites van a intentar recuperar en todo momento esa “normalidad” jerarquizada, así que dispersar el poder será una opción estratégica determinante.
CONSTRUIR COMUNALISMOS
En el último capítulo del libro destacan que de las tres estrategias de los movimientos sociales: confrontar el poder, articular marcos culturales y construir alternativas; la más importante sería esta última.
Ante un futuro incierto, necesitamos generar seguridad y, para ello, será fundamental construir satisfactores resilientes de nuestras necesidades.
En cuanto a la relación con el Estado, establecen la premisa de que en la historia ningún Estado ha alumbrado sociedades justas, democráticas y sostenibles. Sin embargo, hay ámbitos como la red educativa o sanitaria en los que la sociedad se ha hecho tan dependiente del Estado, que nos empujan a ampliar el abanico de estrategias a proyectos de colaboración público-comunitarias, que permitan ir inclinando la balanza hacia lo comunitario. Incluso reapropiarnos de algunas herramientas estatales para reinsertarlas en marcos comunales.
Sin embargo, aunque en algunas cuestiones se dé esa colaboración público-comunitaria, insisten en que el sujeto institucional político que llevará el peso de las políticas decrecentistas será comunitario y no estatal. Por eso, es de suma importancia la defensa de antiguos comunales y la construcción de otros nuevos. Entre las experiencias que avanzan hacía la comunalización, destacan aquellas que plantean la gestión colectiva de la subsistencia, que generan autonomía y abren la posibilidad de reinterpretar la frugalidad no en términos de penuria, sino de lujo comunal y suficiencia.
En la construcción de esos comunales, plantean que hay que intentar que vayan abarcando cada vez más ámbitos de la vida, que la gente les pueda dedicar cada vez más tiempo; lo que sucederá si estos espacios comunales satisfacen necesidades reales, frente a un Estado que poco a poco perderá su capacidad de ofrecer satisfactores (o pseudosatisfactores) de esas necesidades.
En cuanto al intercambio de mercancías, plantean el paso de la economía de mercado a economías con mercado, en la que se produce para satisfacer las necesidades comunitarias y solo se venden los excedentes, haciendo que el mercado se convierta en un mecanismo de cooperación. Proponen sustituir el dinero capitalista por monedas sociales y pasar del trabajo asalariado al socialmente necesario.
Estos comunalismos deben ser útiles para la satisfacción de las necesidades, y para valorar su aptitud contamos con criterios recogidos por diversas autoras, sobre todo Elinor Ostrom, de cuyo trabajo hemos hablado ya en el blog (entrada de abril de 2023 en el apartado de propuestas). Esos criterios hacen referencia a la definición del común y de las personas que lo van a usar, a la interdependencia, la implicación emocional, las normas diseñadas por la propia comunidad, la supervisión del respeto a las normas, los medios para regular los conflictos, etc.
Los comunalismos descritos serían de pequeña escala, pero para gestionar determinados recursos, sería necesaria una articulación confederal de las comunidades alcanzando ámbitos más grandes como el bioregional.
El libro cierra con los elementos que permitirían crear proyectos resilientes en un contexto de colapso como: capacidad de reorganización; gestión de conflictos internos; gestión emocional; cohesión interna; consumo de recursos adaptado al ecosistema; energias renovables y locales; reintegración de residuos; mejora de ecosistemas; técnicas controladas por la comunidad; amplio abanico de necesidades cubiertas; resolución eficaz y ágil de los problemas; capacidad de aprender e innovar; comprensión del contexto de la comunidad; detección rápida de cambios en el sistema socioeconómico; y mecanismos de protección frente a agresiones externas.
Y por último, exponen elementos para evaluar la justicia de los comunalismos hacia dentro y hacia fuera, como el reparto equitativo de las tareas y de la capacidad de influir en las decisiones estratégicas; el acceso equitativo a bienes y servicios; trabajo sobre privilegios; gestión de conflictos; integración de personas que sufren algún tipo de discriminación; decidir considerando a otras comunidades para no perjudicarlas; y participación en otras organizaciones con el objetivo de avanzar hacia la justicia social, la democracia, la sostenibilidad ambiental y la resiliencia social.
Desde “Colapsando que es gerundio” coincidimos también en gran medida con el análisis y las propuestas de esta parte del libro. Y por nuestra experiencia en proyectos autogestionados, si tuviéramos que destacar un aspecto en este proceso de crear comunalismos, haríamos hincapié en el aprendizaje de la toma de decisiones colectivas a través del funcionamiento asambleario.