[20 Diciembre 2015] Ante las próximas elecciones

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Sabemos que no son estos los mejores tiempos para la intervención revolucionaria en la sociedad, al menos desde nuestro punto de vista, y sabemos que todos, individuos, grupos y organizaciones que se reclaman de la revolución social afrontamos muchos quehaceres más o menos urgentes, empezando por hacer frente a la represión que se abate contra muchos compañeros.

Sabemos que en el pasado, desde el ámbito libertario-anarquista-autónomo-antiautoritario se ha tratado el asunto electoral y nuestra contrapartida abstencionista desde la óptica de los sagrados principios, la repetición ritual de mantras y consignas muchas veces vacías de contenido –es decir, vacías de práctica – más como reafirmación tribal de la propia identidad que como un momento más de lucha real contra el sistema capitalista y su Estado.

De modo que ¿Una campaña abstencionista? ¿Una más?

Dejando a un lado que para nosotros la denuncia del sistema político que ampara y defiende la explotación capitalista, es decir del Estado democrático, debe ser una constante entre quienes aspiramos a una sociedad libre, encontramos suficientes razones más o menos “novedosas” que justifican que alcemos la voz públicamente evidenciando su función y llamando a la abstención masiva y consciente.

Tras el reflujo del último ciclo de luchas (el que se abrió con el quince eme de marras) y la ordenada entrada de parte del movimiento en el redil institucional, acompañados mansamente por algunos antiguos libertarios, las voces contra el sistema de representación institucional democrático han sido tímidas, dubitativas o directamente inexistentes. Pareciera que nos hubiéramos tragado el camelo de que lo que define el funcionamiento del sistema son las personas que ocupan determinadas posiciones clave, y no el sistema en sí: su estructura y su función, frente a las cuales ni la mejor de las voluntades puede nada.

Un análisis somero de la situación nos indica que, como tantas veces antes, el sistema encuentra su renuevo y su regeneración democrática entre su antigua oposición. El descrédito generalizado de la política institucional entre la gente de a pie viene a hallar solución de manos de la nueva política, sus nuevas caras y sus nuevos discursos que en un visto y no visto huelen ya a viejo.

El sistema capitalista en su aspecto económico, por su parte, parece recuperarse de su última crisis tras haber arrasado con todo lo prescindible. Esta recuperación sin embargo se construye con un empeoramiento atroz de las condiciones de vida de los explotados, situación que no se va a revertir. En este escenario, en el que la crisis capitalista ya crónica se sortea mediante aumento de la explotación y la exclusión de grandes masas obreras, las políticas aparentemente sociales de la nueva izquierda son plenamente funcionales para evitar y controlar los estallidos sociales. Estas políticas, lejos de trabajar al servicio de los de abajo, apuntalan un sistema en ruinas.

Son estas algunas de las razones que nos empujan a denunciar la democracia ahora, en el momento en que busca su justificación mediante las urnas. La farsa electoral es el momento en que el Estado democrático se justifica a sí mismo, mediante nuestra participación. Rechazar la participación en la farsa es negar la supuesta justificación que el Estado democrático, brazo armado del capitalismo depredador, pudiera tener o pedir de nuestra parte.

Pensamos igualmente que, en momentos en que la integración por la vía de la participación es un hecho, las prácticas y las ideas de ruptura y de negación de su sistema y de su mundo han de tener presencia real y masiva en la calle; empezando por la negación del momento álgido de legitimación estatal, las elecciones, mediante el boicot activo, consciente y masivo.

Por todo esto, y porque pensamos que la lucha abstencionista no es un simple ritual identitario sino que forma parte de las prácticas necesarias para poner fin a este mundo de miseria y muerte; que si bien la abstención electoral y la denuncia de la democracia son insuficientes son pasos indispensables en la consecución de un nuevo mundo, os llamamos a sumaros a la iniciativa que hemos puesto en marcha en este sentido, o a impulsar desde vuestro ámbito cuantas otras vayan en esta dirección.

Porque hay que dar la cara: abstención activa, consciente y masiva.

Sociedades de enemigos del Estado –Sociedades de amigas de la revolución.

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