Este 20 de noviembre se cumplen 44 años de la muerte del dictador Francisco Franco, pero aunque su cadáver haya salido del valle, el fascismo sigue amenazando nuestros derechos y libertades.
Permanecen miles de sus víctimas en las cunetas, pero también un lastre franquista que hace que VOX y las organizaciones ultras que representa tengan espacio en los medios, y facilita su auge siendo ahora mismo la tercera fuerza parlamentaria.
Un lastre franquista que legitima la impunidad con la que acosan al colectivo LGTBIs, a las clases populares, a las feministas, sindicalistas, personas racializadas y a toda activista social. Que legitima también la persecución institucional y social a las minorías: actos sistémicos violentos que se reflejan en las múltiples agresiones por acción o por omisión a los colectivos desfavorecidos, azuzados por la derecha institucional y los medios de comunicación de masas. Un lastre franquista que produjo, en fin, el impune asedio fascista a la manifestación del pasado 18 de Octubre en Zaragoza, que reclamaba la libertad de los presos políticos, el derecho a decidir y la amnistía total.
También vivimos crecientes prácticas autoritarias: se apalea o revientan ojos a manifestantes, se detiene a periodistas que lo graban, se dispara impunemente a migrantes que se ahogan y se bloquean barcos solidarios que les auxilian. Permanece la ley mordaza o delitos como la ofensa a sentimientos religiosos o injurias a la corona, herramientas con las que se persigue a titiriteros, cantantes, manifestantes o humoristas.
Se utiliza la ley antiterrorista para condenar a 6 jóvenes de Altsasu a casi 35 años de prisión, por una pelea de bar. En Cataluña se condena por sedición a entre 9 y 13 años de prisión a nueve personas por promover una votación y un total de 40 personas presas por ejercer el derecho de manifestación.
Precedentes que pueden usarse para encarcelar muchos años a activistas por parar un desahucio, informar en una huelga o actuar contra un cambio climático cuya irreversibilidad esta cada vez más cercana, provocado por el pensamiento capitalista de obtener el máximo beneficio económico, practicas controladas por las clases sociales más ricas y las grandes empresas.
Todos estos abusos han sido repetidamente denunciados por organizaciones sociales y movimientos populares, incluso por Amnistía Internacional u organismos dependientes de Naciones Unidas. Pero quedan impunes, salvo las pocas veces que se revisan años después cuando los daños son irreparables.
Somos muchas, de muy distintas opciones políticas, las que no podemos permanecer quietas ante el avance del fascismo y el autoritarismo; fascismo que avanza en todo el mundo, respondiendo al nuevo orden mundial capitalista. Situación que criticamos cuando viene de la Italia de Salvini o del Brasil de Bolsonaro, pero que en nuestro país acabamos de ver en las urnas.
Si tu tampoco puedes permanecer quieta; si crees que es la hora de hacer algo, organízate, infórmate y participa, te esperamos este 20 de noviembre en la manifestación en Plaza San Francisco de Zaragoza a las 19.30 horas.
Cerremos en nuestros espacios cotidianos el paso a los bulos, a los discursos de odio y discriminación y a la criminalización de la protesta.