LAS PERSONAS RICAS MÁS RICAS, LAS POBRES MÁS PRESAS Volviendo la mirada atrás a lo que ha cambiado la cárcel en el Estado Español durante los últimos 100 años, comprobamos que, en esencia, existen muchos paralelismos entre la hoy reocupada cárcel de Torrero donde se apiñaban cientos de personas y las modernas macrocárceles. Si algo no ha cambiado en absoluto es el perfil social de las personas que pisan la cárcel. Los centros de reclusión del siglo XXI se siguen alimentando de las clases empobrecidas. Del «robagallinas» de hace un siglo hemos pasado a la persona sin papeles, a quien trapichea con drogas, a los pequeños delitos contra la propiedad. El Código Penal español y su sistema penitenciario, producen la duración media de las penas más larga de Europa. Por eso el número de personas presas en relación con la población general es mayor que nunca (a excepción de los primeros 15 años de la dictadura franquista). Llevamos años con una cifra que supera las 70.000 personas presas, a la que hay que sumar a los/as extranjeros/as presos/as en el limbo legal de los CIEs y los/as chavales/as presos/as en centros de menores. Y si la población presa se ha visto ligeramente reducida en los últimos 3 años es por motivos presupuestarios, no por un relajo en el control. Los planes del estado siguen siendo perversos. El número de personas que, de una u otra forma, quedarán bajo el control del sistema penal no va a descender, porque la dictadura de las élites económicas y políticas cambia sus estrategias pero no su objetivo: las personas ricas más ricas, impunidad para el crimen económico organizado, las pobres más presas, la chusma social y política bajo control. Las enfermedades tampoco han desaparecido. Ni las físicas ni las mentales reciben un tratamiento adecuado dentro de los muros. Es cierto que, formalmente, no existe pena de muerte. Pero la práctica demuestra que las muertes evitables , son mas de 260 las personas que mueren dentro de las prisiones según los datos oficiales, siguen siendo una constante en prisión, a menudo por suicidios de quienes no resisten al secuestro institucional o debido al deterioro físico que produce la reclusión prolongada y a la falta de atención. Los derechos de las personas presas son letra muerta, mientras los derechos de las personas en la calle son letra moribunda. Tampoco ha desaparecido la tortura. Permanece vigente el régimen FIES, Fichero de Internos de Especial Seguimiento, considerado ilegal por varias sentencias. También sigue existiendo el aislamiento, los traslados como sanción irregular y, demasiado a menudo, llegan noticias de malos tratos, algunos tan graves como mantener a internos/as esposados/as a las camas durante días. En el siglo XXI volvemos a recordar las condiciones de las personas presas, volvemos a recordar que la cárcel no es la solución para los problemas sociales. En esta época de movilización ciudadana por la defensa de los derechos sociales , educación, sanidad…. en definitiva por la igualdad; no podemos olvidar en estas demandas sociales, un cambio en el sistema penal actual y su máximo exponente, la prisión, que no sólo genera, si no que acrecienta las desigualdades. ABAJO LOS MUROS DE LAS PRISIONES. LAS CÁRCELES NO SIRVEN, LAS MACROCÁRCELES TAMPOCO.
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