Construir autonomía frente a la crisis global. Experiencias de apoyo mutuo para garantizar las necesidades básicas

Entre el 6 y el 16 de septiembre de 2024 se celebraron en Gijón unas jornadas con el título: Construir autonomía frente a la crisis global. Experiencias de apoyo mutuo para garantizar las necesidades básicas. Fueron organizadas por los sindicatos, grupos ecologistas y movimientos sociales, CGT, CNT, Corriente Sindical de Izquierdas-Asturias, Intersindical Alternativa de Cataluña, ARBA, Zamora Viva, Ecologistas Zamora, Actyva Sociedad Cooperativa Extremadura, Araba Bizirik y Assemblea Pagesa.

En las ponencias participaron:

Antonio Turiel, que habló de límites materiales y ambientales de la transición ecológica.
Antonio es muy conocido por la divulgación que lleva años haciendo sobre el cénit del petróleo, a través de su blog “The oil crash”. En los últimos años está hablando también de los problemas generados por el cambio climático y, últimamente, está entrando más en aspectos sociales e incluso políticos, ya que en sus propuestas habla de medidas que deberían tomarse desde las instituciones y está hablando explícitamente de decrecimiento.
Primero habló de algunos parámetros que se definieron desde el instituto de resiliencia de Estocolmo. Esta institución consideró que hay 9 elementos importantes, de los que dependemos, que deberían mantenerse a unos niveles adecuados para permitir nuestra subsistencia en el planeta. Se estima que sobrepasar ciertos límites en uno solo de estos parámetros pondría en riesgo la vida humana. Pues bien, según los datos actuales ya se habrían sobrepasado seis de estos nueve parámetros. El primero que se ha sobrepasado es la de sustancias tóxicas dispersadas en el medio ambiente, el segundo más sobrepasado es el relacionado con la biodiversidad y los servicios ecosistémicos de los que dependemos, el tercero está relacionado con los ciclos de ciertas sustsancias como el fósforo y el nitrógeno, el cuarto es el cambio climático, el quinto tiene que ver con la degradación de la tierra, con la pérdida de suelos fértiles y la desertificación, y el sexto que se ha sobrepasado está relacionado con la disponibilidad de agua.
Después habló del problema del cambio climático y del agotamiento de los recursos. Primero de los combustibles fósiles y después de otros materiales necesarios para la supuesta transición energética. Este tema lo detalla en su libro “Petrocalipsis”, en el que va repasando como no va a funcionar cada una de las propuestas que se hacen desde el tecno optimismo, para mantener los niveles de consumo actuales.
Citó un dato importante que es la superficie de tierra cultivable disponible a nivel mundial, que es de 4000 metros cuadrados por persona, que es una cantidad que empieza a ser escasa para producir el alimento que necesita una persona.
Por último, hizo una serie de propuestas, más realistas que las que ofrecen las instituciones, para afrontar la crisis climática. El problema es que dichas propuestas pasan por el decrecimiento de la esfera material, lo que choca frontalmente con el paradigma de la civilización actual.

Alicia Valero tituló su charla: Materias primas para la transición energética. Mitos y leyendas.
Alicia es profesora de la universidad de Zaragoza y estudia los límites de los recursos minerales del planeta. Junto a su padre Antonio Valero acuñó el término “Thanatia” para describir a nuestro planeta como un sistema finito en el que los recursos se van reduciendo, en virtud del segundo principio de la termodinámica, evolucionando hacia su muerte como sucede con los organismos vivos. Sobre este tema han hecho varias publicaciones científicas y un libro, más de divulgación, en el que les entrevista Adrián Almazán, que se titula “Thanatia. Los límites minerales del planeta”.
Explica cómo las energías renovables sí que reducen en gran medida las emisiones de CO2, incluso considerando todo el proceso, desde la extracción de los materiales necesarios, pasando por la fabricación y puesta en funcionamiento. Pero señala que los sistemas de aprovechamiento de las energías renovables necesitan más materias primas que los fósiles, lo que supone una gran limitación para su despliegue masivo.
Para el litio, por ejemplo, cuenta cómo el pico de extracción se estima que puede estar entre el 2030 y el 2080. Pero en cualquiera de los casos, la demanda para una transición energética sería tal, que sería irrelevante una u otra fecha, la conclusión es que habría escasez de este material en muy pocos años.
El límite de materias primas en las minas se podría suplir por el reciclaje, pero esto también tiene sus limitaciones, pues hay materiales que están presentes en los aparatos en muy pequeñas concentraciones.
Por último, plantea si hay otras opciones para no superar los límites materiales. Lo primero sería buscar la eficiencia, tanto energética como en el uso de materiales, y con el lema “vuelta a las raíces, vuelta al futuro” propone recuperar objetos como el botijo, que es eficiente energéticamente, tiene un diseño simple, está hecho de materiales locales y baratos, es robusto, fácil de reparar y reciclar y, además, crea sentimiento de comunidad, pues se comparte por muchas personas.

Gustavo Duch. Habló de recuperar el control popular de la alimentación y sobre Soberanía alimentaria.
Gustavo es veterinario, cofundador de Veterinarios sin fronteras, investiga en materia de alimentación y agricultura.
Explica cómo están desapareciendo abejas y lombrices, estas últimas fundamentales para que existan suelos fértiles. También habla de la extinción del campesinado. En España solo el 1 % de la población trabaja en la agricultura.
Critica la agricultura industrial con sus monocultivos. Alerta de cómo la destrucción de los bosques elimina barreras entre los animales salvajes y las comunidades humanas, haciendo que se transmitan virus, provocando pandemias. En la ganadería, con la masificación de animales en las granjas se concentran purines y antibióticos que se le suministran a los animales, que acaban contaminando las aguas y los suelos.
Usa el término colonialismo para referirse al la producción de muchos alimentos en el sur global, para alimentar a las poblaciones del Norte.
Denuncia que hay 850 millones de personas que pasan hambre y 2000 millones que tienen problemas de nutrición, debido a la mercantilización de la alimentación.
En respuesta a esta situación, surge hace 25 años la Vía Campesina, que es una coordinación entre campesinas de todo el mundo. En esos encuentros trabajan sobre la idea de la Soberanía alimentaria y han conseguido que este concepto aparezca en muchos ámbitos.
Explica en qué consiste la agroecología, que incluye el cuidado de la tierra, pero además considera los aspectos sociales, incorporando los circuitos cortos de distribución, los grupos de consumo, etc. Reconoce, en cambio, que este movimiento se ha quedado corto porque no ha llegado a cambiar el sistema alimentario.
Entendemos que la sanidad o la educación son derechos y por eso exigimos que sean públicas, que no estén a merced del mercado capitalista, sin embargo, aceptamos que la alimentación sea objeto de negocio y de especulación, que impide a la pequeña agricultura vivir con dignidad y hace que para las clases populares la buena alimentación sea muy compleja.
Habla de un movimiento que ha aparecido en Francia que se plantea que se cree una seguridad social de la alimentación. Que sería un paso previo para llegar a sistemas que realmente sean gestionados por las comunidades.
Cita el caso de “Las sublevaciones de la Tierra” de Francia donde se están movilizando miles de personas para impedir que se pongan en marcha proyectos de agricultura industrial.

Antonio Aretxabala tituló su intervención: Nuestras infraestructuras expuestas a una dinámica atmosférica y cortical más violenta. El hormigón armado como testigo del declive.
Antonio es geólogo, profesor de universidad, que estudia los efectos del agotamiento de los recursos energéticos y minerales. Explica cómo la actividad humana genera problemas no solo en la atmósfera, sino también en la hidrosfera y la geosfera.
Relaciona el hormigón armado con la provocación de terremotos. En 2020 la masa de materiales artificiales superó a la de la materia viva, gracias sobre todo a las estructuras de hormigón, que suponen el 80% en masa de los materiales artificiales; es el responsable del 18 % de las emisiones de CO2 y supone el 40% del peso de la urbanosfera.
El hormigón es un material pétreo que aguanta bien la compresión pero mal la tracción. Los materiales que aguantan la tracción usados tradicionalmente eran la madera y el hierro. Para unir las dos propiedades se inventó el hormigón armado, pero el problema que tiene es que su duración es de 70 u 80 años, o sea que es un producto con obsolescencia programada. Mientras abundaban los combustibles fósiles, no había problema con esto, porque había energía abundante para seguir construyendo en sustitución de los edificios obsoletos. De hecho, hay un paralelismo entre la cantidad de construcciones de hormigón realizadas y el consumo de combustibles fósiles.
La humanidad usaba al principio recursos energéticos renovables, biomasa, animales, personas esclavizadas,… Pero desde el siglo XVI empezó a usar el carbón, de manera que al inicio del siglo XX ya se consumía tanta energía fósil como renovable y, a partir de entonces, aparecen otros recursos energéticos fósiles: el petróleo y el gas, cuyo consumo se dispara hasta unas cantidades enormes. Más recientemente aparecen nuevas tecnologías de aprovechamiento de energías renovables. Lo que se observa es que en ningún momento se produce una sustitución de unos recursos energéticos por otros, sino una adición de éstos. Este hecho lo desarrolla mucho más Jean Baptiste Fressoz, como recogemos en la anterior entrada del blog.
Con toda esta energía se ha producido una cantidad enorme de infraestructuras, que como tienen obsolescencia, se tienen que ir renovando. El problema es saber si habrá recursos energéticos y materiales para hacerlo.
También tenemos problemas con los residuos. Por ejemplo, con los microplásticos, que ya se encuentran incorporados en nuestro propio cuerpo.
Ante esta situación de insostenibilidad económica, social, de referencias culturales, de infraestructuras, de convivencia y de desigualdad, nos espera un futuro con dos alternativas: el ecofascismo o un comunitarismo basado en la soberanía de los territorios gestionados por las comunidades, en un contexto de convivencia, de menor derroche, no autoritario y en un innegociable contexto de descentralización, descomplejización y decrecimiento.

Carlos Taibo habló de decrecimiento y colapso en la Iberia vaciada.
Carlos es profesor jubilado de Ciencias Políticas y un conocido divulgador, a través de libros y charlas, de ideas relacionadas con la emancipación de las mayorías sociales. Últimamente está explicando las teorías del colapso y las propuestas del decrecimiento.
En esta charla empieza contando que la huella ecológica de España es 3, lo que significa que necesitamos 3 veces el territorio para mantener nuestro nivel de consumo. Esto se consigue ejerciendo una gran presión sobre los derechos de las poblaciones futuras de nuestro territorio, las poblaciones actuales de los países del Sur y sobre los miembros de las demás especies.
Desde el decrecimiento se propone que, en países como el nuestro, hay que reducir los niveles del consumo desmesurado actual. Para ello, debemos cambiar de valores, recuperar la vida social, apostar por el ocio creativo, repartir el trabajo, sobre todo el doméstico, reducir infraestructuras productivas, administrativas y de transporte, practicar la autogestión y, a nivel individual, defender la sobriedad y sencillez voluntarias.
A continuación, habla del colapso de la civilización actual debido al declive de los recursos energéticos y materiales. Éste lo sufrirán más las estructuras centralizadas, como los estados, los ejércitos, etc. y también se hará notar más en las ciudades que en el medio rural.
Será importante recuperar prácticas de restauración, de trabajos artesanales y de trabajos agrícolas, tan denostados los últimos años. Su propuesta se resume con 6 verbos, decrecer, desurbanizar, destecnologizar, despatriarcalizar, descolonizar y descomplejizar nuestras prácticas. Últimamente está añadiendo un séptimo verbo: desmilitarizar.
Después habló de la vida rural, que puede ser dura, pero que también tiene muchas ventajas, como un medio natural más limpio, más silencioso, con menos necesidad de desplazamientos y, en general, una vida más sana. Critica los supuestos avances que traen las empresas que se instalan en el medio rural, que no suelen dar los puestos de trabajo que suelen prometer. También explica como avances en infraestructuras de transporte pueden ser contraproducentes, cuando provocan que habitantes de los pueblos acaben yendo a trabajar a las ciudades.
Explica cómo los parques eólicos, también vendidos como desarrollo rural, al final, responden a la misma lógica, al ocupar el medio rural para abastecer de más energía a las ciudades, olvidando que la pregunta clave no es cómo generar más energía, sino cuánta energía necesitamos.
Por último, alerta del peligro del ecofascismo. Pues hay élites que saben de la escasez material que se avecina y, ante ella, pretenden marginar o incluso eliminar a la gente que, a su modo de ver, sobra.
En las conclusiones, dice que como el colapso no se puede evitar, sería interesante empezar a construir la sociedad postcolapso, tal y como proponemos desde “Colapsando que es gerundio”. A este respecto cita el libro de Jhon Michael Green, que se podría traducir como “Colapse ahora y evite aglomeraciones”. Esto implicaría cambios sistémicos cuestionando cosas cómo la plusvalía. Cita también el libro de Rebeca Solnit titulado “Un paraíso en el infierno”, donde describe como el apoyo mutuo suele aparecer en escenarios de catástrofe.

Iñigo Capellán habló de potencial y límites de las energías renovables.
Iñigo es ingeniero y estudia la energía pero no solo en aspectos técnicos sino también cómo se integra su uso en la sociedad, vinculándolo con la economía y el impacto ambiental, haciendo un análisis desde un punto de vista sistémico. Habla del metabolismo social que procesa los recursos y produce residuos.
Explica cómo se vinculan energía y desarrollo, que en principio se estudian separadamente pues son aspectos el primero técnico y el segundo más abstracto, pero lo que está claro es que el desarrollo está limitado por la disponibilidad de energía.
Plantea la gran paradoja que supone el enorme consumo de energía y el deterioro del medio ambiente, mientras hay indicadores que muestran que no se cubren las necesidades básicas de un gran número de personas. Propone un análisis sistémico de la sostenibilidad analizando conjuntamente los límites planetarios, las necesidades humanas básicas, los recursos no renovables y los potenciales sostenibles renovables.
Explica qué es la Tasa de Retorno Energético (TRE), que supone un límite en el aprovechamiento de recursos energéticos no renovables, pues para extraer una cantidad de energía se necesita aportar una cantidad de partida y cuando lo que se necesita aportar se acerca a la cantidad extraída, el aprovechamiento del recurso se vuelve inviable. Sobre los renovables existe otro límite que es la Tasa de Reposición, de manera que si un recurso renovable se gasta más rápido que lo que la naturaleza tarda en reponer, su uso se hace insostenible. Así que no siempre lo renovable es sostenible. También hay que considerar que la transición energética requiere mantener una TRE elevada.
Hace una comparativa entre las energías fósiles y las renovables. Ahora se producen los aparatos de aprovechamiento de las renovables usando una infraestructura energética fósil, lo difícil es crear una infraestructura renovable producida también por un sistema renovable.
Un límite de las renovables es la estacionalidad. Se intentan desarrollar sistemas de almacenamiento, pero estos son complejos, de hecho, ahora, al no tener suficientes formas de almacenamiento, para no saturar la red eléctrica,se hace necesario parar la producción, en concreto se paran los aerogeneradores, es decir, que se “tira” esa energía por no poder almacenarla.
Los biocombustibles se han dejado de producir, pues se comprobó que las emisiones ligadas a su producción, por uso de tractores, deforestación, etc., eran mayores que las que se producían con los combustibles fósiles.
Las renovables también necesitan mucha inversión inicial comparadas con las fósiles, así que una transición necesitaría inicialmente una intensificación en el uso de energía.
Por último, analiza el potencial real de las renovables, porque se dice que hay mucho sol y mucho viento, pero hay limitaciones geográficas, técnicas, económicas y de sostenibilidad que no se tienen en cuenta.

Marta Rivera dio una charla titulada: La soberanía alimentaria en el marco del IPCC: una propuesta para la reducción de emisiones y adaptación al cambio climático.
Marta es veterinaria y ha hecho estudios sobre agroecología, relacionando agricultura, alimentación, sociedad y medio ambiente. En esta presentación explica cómo la soberanía alimentaria propuesta por el movimiento internacional La Vía Campesina en 1996, es interesante desde el punto de vista social, pero además tiene capacidad para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero e incrementar nuestras opciones para la adaptación al cambio climático, lo que proporciona argumentos científicos para apoyar propuestas como el decrecimiento, usando las evidencias mostradas en el último informe del IPCC.
Hay que contextualizar el sistema alimentario en la situación actual de desigualdad, con contraste entre alimentación deficiente en el Sur y problemas de obesidad en el Norte, pero también en el contexto de cambio climático. El sistema alimentario es responsable de ⅓ de las emisiones de gases de efecto invernadero, un 12% debido a la propia producción en las fincas y el resto a todo lo que hay antes, por ejemplo, la producción de piensos para ganadería está vinculada a la deforestación, que es una acción, que en sí misma, afecta a las emisiones y después, debido sobre todo al transporte a grandes distancias de los alimentos.
El movimiento campesino, desde los 90 está demandando una democratización de la producción de alimentos, pues ni el campesinado decide sobre la producción, ni las consumidoras deciden sobre lo que comen, pues estas decisiones las tomas los grandes actores del sistema productivo industrializado y las grandes distribuidoras de alimentos. Esta democratización pasaría por la agroecología y por circuitos alternativos de comercialización.
Un elemento fundamental es el acceso a la tierra y el acceso a las semillas. Actualmente hay un problema de acaparamiento de tierra.
Sobre agroecología describe sus características, que serían asociación de cultivos, combinación de agricultura y ganadería, intercambio de semillas locales, aumento de la materia orgánica del suelo, que además supone captura de carbono, etc. La conclusión es que estas prácticas campesinas mitigan el cambio climático.
En cuanto a la distribución, propone una relocalización, acercando la producción al consumo y también plantea la necesidad de cambios en los hábitos de consumo. Por ejemplo, en España se consume más proteína animal de lo que sería saludable, pero además esa producción es insostenible, debido a la huella ecológica que genera, que como contó Carlos Taibo es de tres veces el propio territorio y que solo es posible gracias a la presión sobre las generaciones futuras y las habitantes del Sur.
Otro aspecto de la soberanía alimentaria es la participación en la toma de decisiones políticas, que recogen los informes del IPCC y que se puede hacer a través de asambleas climáticas, que podrían ser también asambleas alimentarias, a través de la descentralización de las decisiones, con participación de las comunidades, etc. que sería una manera también de aprovechar los conocimientos campesinos.
Por último, destaca la importancia del enfoque de género en todos estos procesos de democratización.

Pedro Prieto tituló su intervención: 50 sombras de gris apocalíptico.
Habló de la sátira y el esperpento de las transiciones energéticas renovables y su exposición no se puede resumir, hay que verla. Está en youtube en el canal Apoyo mutuo o Colapso, donde se pueden encontrar también el resto de las charlas.

Nuestra opinión
Desde nuestro punto de vista, este tipo de jornadas son muy interesantes para visualizar un problema que ya tenemos encima y del que contrasta su gravedad con la poca atención que se le presta. Estas jornadas han dado una visión muy amplia de la problemática, tocando muchos de sus aspectos, como el declive de la disponibilidad de energía y materiales, el cambio climático y otros aspectos de la degradación medioambiental, incluída la pérdida de la biodiversidad, la insostenibilidad de la creciente artificialización de los espacios naturales, así como del modelo de producción de alimentos, etc.
Además de la amplitud de los temas mostrados, el nivel de las ponentes es extraordinario y cualquiera que vea las charlas adquirirá una visión muy completa y realista de la situación en que nos encontramos.
En cuanto a las propuestas, casi todas las personas que intervienen en las jornadas hablan del concepto de decrecimiento.
Lo único que planteamos de manera diferente en nuestro grupo es la idea que transmite el nombre del canal de Youtube que recoge las charlas, “Apoyo mutuo o Colapso”, que parece que plantea una dicotomía entre estos dos conceptos. Nosotras diríamos “Apoyo mutuo y Colapso” o, mejor aún, “Apoyo mutuo ante el colapso”. Ya que nosotras hablamos de Colapso en un ámbito y Apoyo mutuo y Autogestión en otro diferente.
Sobre el colapso, pensamos que este es inevitable, entendido como cambio total de la Civilización actual, pues esta se basa en un sistema económico que depende del crecimiento de los intercambios mercantiles, representado por el Producto Interior Bruto. Este indicador muestra una fuerte correlación con el consumo de materiales y, sobre todo, de energía, de manera que el declive geológico de ambos tipos de recursos (en especial el de los combustibles fósiles y, principalmente, el del petróleo, que pasó su cénit sobre el 2006, en su versión convencional y en 2018 si se incluyen las versiones más ineficientes) provocará una situación de permanentes caídas que, llegado un momento, harán imposible la continuidad de este sistema económico.
Esta caída del capitalismo global arrastrará a las instituciones estatales, enormemente imbricadas con él, en lo que, a nuestro modo de ver, podrá considerarse un auténtico colapso de la Civilización termoindustrial.
En un ámbito diferente situamos a la población, que actualmente se encuentra en gran medida atomizada, víctima de este modelo individualista. Pero que mantenemos la esperanza que reaccione positivamente al colapso institucional, recuperando la organización social basada en las comunidades, que practiquen la autogestión y prioricen las relaciones de apoyo mutuo, a nivel interno, junto a una actitud de colaboración con las comunidades vecinas, generando una nueva institucionalidad que parta desde las bases comunitarias y que pueda crecer a espacios mayores, pero desde un punto de vista cooperativo.
Jugamos un poco con el concepto colapso, para perderle el miedo, pues como explica Pablo Servigne, en la naturaleza colapsan organismos constantemente y ese colapso se convierte en una oportunidad para otros seres vivos. Por ejemplo, cuando muere un árbol grande y viejo, en su madera puede surgir un nuevo ecosistema del que pueden participar hongos, líquenes, insectos, reptiles, pájaros, etc.
Así que consideramos que también a nivel social, el colapso de unas instituciones, puede presentar una oportunidad para crear otras mejores. Nuestro nombre “Colapsando, que es gerundio” y nuestro lema “Autogestión y Apoyo mutuo para colapsar con alegría” van en la línea de la frase de John Michael Green, que Carlos Taibo traduce en su charla como “Colapse ahora y evite aglomeraciones”.

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