¿Qué me duele? o… ¿Cómo me duele?

El dolor “físico” prolongado en el tiempo no depende sólo de un estímulo doloroso o de un componente mecánico. Los tejidos que “no se relacionan” adecuadamente con la víscera que tienen asociada, estarán mal irrigados – no les llegará suficiente sangre- y, por tanto, es probable que estén atrofiados. Un tejido mal irrigado, atrofiado, tendrá un mayor riesgo de lesionarse cuando haya un exceso de carga. Si no curamos la causa – en este caso, la víscera asociada- el síntoma se perpetuará en el tiempo.

Además, el contexto en el que se produjo y desarrolló el dolor y la forma que tenemos de percibir la realidad y de relacionarnos con el entorno, también influirá en el sufrimiento.

No todos los dolores son inflamatorios, terminan en “-itis” y mejoran con ibuprofeno.

Sabes qué es el síndrome de sensibilización central?

Y el dolor hipóxico o visceral?

¿Sabes que una mala alimentación puede generar dolores diseminados, indicativos de inflamación de bajo grado y/o de una respuesta inmunitaria?

Un dolor es un aviso de que algo no va bien… Indaguemos, escuchemos nuestro cuerpo, démosle sentido a cada síntoma y resignifiquémoslo!

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