Irlanda, Grecia, ahora Portugal… dentro de poco España… y todos los países de la unión europea están pasando por procesos similares. Todos los ciudadanos enfrentan recortes, recortes en los puestos de trabajo, recortes en las prestaciones sanitarias, escolares, universitarias, de asistencia social… unos ciudadanos protestan, otros se resignan. Son recortes necesarios, nos dicen, y tienen razón. Ahora explicaremos por qué.
Y es que cuando uno se encuentra inmerso en una Guerra económica, uno ha de producir más barato, renunciar a privilegios y vivir, como estamos, en tiempos de Guerra, porque todos competimos contra todos, competimos por cuotas de Mercado, por exportaciones e importaciones, por ver quién resulta más atractivo a los Mercados (es decir, ver quien vive peor para producir más barato). Y es que si estás en una Guerra: o comes, o te acaban comiendo… Por eso estos recortes resultan necesarios, cuando uno está en Guerra, ha de renunciar a algunas cosas.
La resignación es coherente, aunque inconsciente, llena de miedo, y poco inteligente. Las protestas… la mayoría no son coherentes. Protestan por los recortes, pero no protestan por las causas de esos recortes, no protestan contra el sistema que les ha conducido a esa situación. Protestan porque quieren crecimiento, un crecimiento más social. Pero la época del crecimiento y derroche ha pasado. Nos convencieron de entrar en esta Guerra prometiéndonos un gran botín, un American lifestyle, basado en los recursos de otros, que nos traería la felicidad. Los ricos se unieron para no competir entre ellos y poder mantener ese nivel de consumo. Pero ahora “el enemigo” (gente que quiere vivir en paz) se ha hecho más fuerte. Ahora que países como China, India y Brasil se han establecido como potencias económicas con su campo hegemónico, se acabaron las uniones de ricos contra pobres… ahora esa Guerra económica que unos llaman Libre Mercado ha llegado hasta nuestras puertas y ha entrado en nuestras casas, en nuestras vidas. Y es que tenemos que plegarnos y humillarnos a las exigencias de los Mercados (y llevar una vida miserable) o pasar a jugar en la segunda división (llevando también una vida miserable). El problema no son pues, nuestros “enemigos”, sino la Guerra en sí.
Este escrito no carece de tintes proféticos o apocalípticos, pero no deja de ser una narración de la realidad. Lo vemos en la tele pero no le dábamos forma. Para nosotros está claro: el capitalismo es Guerra económica, y la Guerra trae miseria, en la Guerra no hay vencedores, sólo victimas…. Durante décadas hemos visto a las víctimas en los anuncios de campañas humanitarias… ahora las victimas empiezan a ser gente como nosotros, de clase media, con estudios y aparatos inútiles que sirven para escuchar música con auriculares, como los que tenemos nosotros. Ahora las victimas nos son más familiares.
¿Acaso no hay salida? ¿Acaso hemos de resignarnos? En absoluto. Ya se ha dicho reiteradamente: decrecimiento o barbarie. Por desgracia estamos viendo que la barbarie que otrora distaba de nuestra rutina, se halla ahora inmersa en ella. Por suerte también vemos que la gente empieza a despertar, a organizarse, empieza a empoderarse para salir de esta Guerra y abandonar esta estúpida forma de relacionarnos, esta competición que sólo nos ha traído miseria: miseria para los pobres y miseria para los ricos.
Si quieres salir de esta Guerra… asóciate, júntate con otros, consume productos locales, de agricultura ecológica, no compres productos producidos a miles de kilómetros simplemente porque sean más baratos. Son más baratos porque los productores han estado muy sacrificados y, a la larga, tú también tendrás que sacrificarte si quieres seguir produciendo. “Pero son más baratos”… recuerda: lo barato sale caro. Si quieres ahorrar no te compres la última versión de esa cosa rara que hace luz y suena, si quieres ahorrar reutiliza, reaprovecha, confórmate con menos y descubrirás la alegría de la autosuficiencia, la abundancia que se halla en la simplicidad… te hallarás en paz (económica y medioambiental) con los otros y también te hallarás en paz contigo mismo, pues el contentarse con poco es una de las claves de la felicidad [Ver traducción automática].