En Decrecimiento Madrid siempre decimos que todo puede verse desde la perspectiva del decrecimiento. Pues bien, qué ejemplo más sorprendente que las artes marciales. Sí, y es que a pesar de la concepción errónea que se suele tener, el mismo nombre nos da una pista crucial. Porque al fin y al cabo son ARTES marciales, y sus practicantes son ARTISTAS marciales. El arte está destinado a tomar un papel mucho más relevante en la sociedad del decrecimiento, en parte gracias a la reducción de la jornada laboral y una mayor disposición de tiempo libre. Las artes marciales contienen todo lo esencial en un arte, incluso sus fases: el principiante (con gran creatividad pero sin habilidades técnicas reseñables), el aprendiz (con menor creatividad, gran repetición de las técnicas para su aprendizaje) y el maestro (que expande su creatividad, hace parecer fácil lo difícil y no hace arte: el arte se hace a través de él).
A pesar del aspecto feroz que en el cine se nos muestra, las artes marciales contienen una importante componente espiritual. Como todo arte, es constantemente mercantilizada y copiada, olvidando su esencia. Como todo arte, es un camino cuyo fin es la expresión del artista mediante su obra. Como todo arte, su sentido no reside en llegar a algún sitio, sino que cada movimiento tiene sentido en sí mismo, como dos bailarines, que no compiten por llegar primero a un punto de la pista, sino que cada paso es una obra de arte en sí misma. Y, como todo arte, requiere tiempo. No sólo para su aprendizaje, sino para el disfrute de su práctica.
Yendo al tema concreto de las artes marciales, ¿hay algún estilo de arte marcial que se pudiera considerar decrecentista? Al fin y al cabo, los estilos de artes marciales no son sino sistemas de técnicas que condicionan nuestra reacción a unas pautas fijas, como podrían ser el impresionismo o el realismo en pintura. No sólo eso, sino que cada estilo tiende a institucionalizarse en una federación no horizontal, que cobra coutas, organiza campeonatos con unas reglas. Por lo tanto, para expresarnos con libertad, con total libertad, ningún estilo de arte marcial puede ser decrecentista.
En este sentido, Bruce Lee (filósofo, poeta, actor y artista marcial) desarrolló el Jeet Kune Do, no como un estilo más de lucha, sino como una idea revolucionaria: el estilo del no estilo, sin reglas establecidas y estrictas, con plena libertad para el practicante. Lo importante es, entonces, el individuo, no el sistema. En palabras de Bruce Lee: “En las artes marciales tradicionales, ser sabio parece ser un proceso de acumulación de conocimiento fijo. En el JKD, ser sabio es un proceso de descubrimiento de la causa de nuestra ignorancia. En la mayoría de los casos, implica una muda, una especie de decrecimiento diario.” Es como tallar una estatua, el artista ha de ir despojándose de lo que no es auténtico, hasta encontrarse a sí mismo. “El arte marcial es la expresión del alma humana. Así, no practicamos el arte para llegar a ser libres, sino para descubrir que somos libres.”
Al igual que el ser humano es un ser social, el artista marcial no puede expresar su arte si no es en relación con los demás. “La relación es un proceso de autodescubrimiento. La relación es el espejo en el que tú te descubres a ti mismo – ser es ser en relación. Una pauta pre-establecida carece de adaptabilidad. La verdad está más allá de todos los patrones”. Es decir, que la visión del arte de Bruce Lee es mucho más dinámica y versátil que cualquier estilo.
Al igual que el decrecimiento, se amolda a cada cultura, a cada ecosistema. El decrecimiento no será igual en una zona o en otra, sino que será la sincera expresión de la voluntad de los individuos que la habitan. Y eso sólo se logrará, no mediante la adquisición de patrones de comportamiento fijados, sino mediante la pérdida de los mismos, mediante la escucha de nuestro medio social y ecológico. Al fin y al cabo, nos despojamos de lo que no somos para expresarnos como somos, y las sociedades del decrecimiento, también.
Y os dejo con un inquietante concepto sobre el kung-fu. El kung-fu no es un conjunto de técnicas de combate. El kung-fu impregna toda la vida del artista. Kung-fu es cocinar, beber, cultivar, caminar, dormir, jugar al ajedrez, pintar, escribir un poema… La maestría es expresarse mediante cada una de estas facetas de la vida. La maestría es revelar la sencillez de las cosas.