Cuando se modifican los hábitos de vida en una ciudad como Madrid equivale a mirar debajo de la alfombra y darse cuenta del estado de suciedad de nuestra sociedad. Sin entrar a valorar lo ejemplarizante que es el arrojo y la determinación del colectivo de trabajadores del metro de Madrid, que más quisieran otros sectores de la sociedad, el incumplimiento de los servicios mÃnimos nos ha ayudado a contestar a preguntas del tipo: ¿qué pasarÃa si… no hubiera metro? ¿es importante el transporte público? ¿es viable una ciudad como Madrid sin transporte público? La respuesta viene por sà misma.
Pero esta pregunta lleva a tantas otras… ¿qué implican las ayudas a la compra de automóviles para reactivar la economÃa? Cuando un núcleo urbano, barrio, autopista o calle rebasa un número crÃtico de automóviles, el comportamiento del sistema dinámico que llamamos “tráfico” cambia y pasa de “tráfico fluido” (con contaminación insostenible, según los niveles actuales de emisiones derivadas del transporte) a “tráfico denso” o “atasco” (con contaminación muchÃsimo más insostenible). Asà que cuando nuestros polÃticos lanzan campañas de fomento de la compra de automóviles creen que lo hacen para fomentar la industria del automóvil y todas las industrias asociadas.
Sin embargo, no tienen en cuenta el detrimento que supone en la calidad de vida de los ciudadanos, que viven en una ciudad más ruidosa, más contaminada y más estresante, aumentando el número de afectados por enfermedades derivadas de la contaminación, la falta de sueño, el estrés… Pero eso, no olvidemos, hace aumentar el PIB, por lo que, aunque perjudicial, esta medida queda registrada bajo los criterios preponderantes como una medida muy eficaz para promover el crecimiento del Producto Interior Bruto.
Esto es un claro ejemplo de vivir peor con más, y de por qué hemos de cambiar de indicadores económicos y renunciar al traicionero y engañoso PIB que tanto se ha sacralizado: hemos de matar a un Dios. En el decrecimiento tenemos una alternativa: vivir mejor con menos… menos contaminación, menos estrés, menos ruidos, menos problemas de movilidad.
Invertir en transporte público y colectivo (metro, autobús, cercanÃas, tranvÃa) es invertir en calidad de vida de los ciudadanos, en fomento del empleo (no olvidemos que la misma inversión genera el doble de puestos de trabajo en el sector público que en el sector privado del transporte) y de las relaciones sociales (puesto que viajamos con más gente, pero esto no es suficiente, además, hace falta sonreir y saludar). Los resultados se ven a corto plazo.
La conclusión es clara: caminar, pedalear, patinar y usar el transporte público refuerza nuestra salud y mejora nuestra ciudad. ¿Alguien duda en reclamar otra forma de transporte? Razones tenemos de sobra, ellos no.
Decrecimiento y salud… caminando de la mano.
El otro dÃa, cuando llegué al trabajo, y faltaba la mitad de la gente nos dimos cuenta de que sólo habÃamos llegado los que vivimos muy cerca y van andando, o los que vamos en bicicleta.