Desde Decrecimiento Madrid se apuesta por el consumo local y justo. No tiene mucho sentido que sólo vistamos ropa de China, maltratando los derechos laborales de sus ciudadanos, mientras cierran las fábricas en Toledo. Para demostrar que de los 100 euros que cuestan unas zapatillas de marca, el trabajador sólo recibe 40 céntimos en cualquier país del Sur, la Coordinadora Estatal de Comercio Justo ha montado una tienda cara B con 400 cajas de cartón.
Convendría pensar que nuestra fuerza como consumidores no es poca. Un ejemplo: el 90% del cacao consumido en Europa proviene de África, Asia y América Latina. Mientras comprar una tableta de chocolate en cualquier supermercado cuesta 1,20 euros, el agricultor sólo gana dos céntimos.
A mi lo que no me gustó es que no se proponía en ningún momento, la opción de consumir menos de ciertos productos. Siempre la solución es el comercio justo. El cacao viene de muy lejos, y sin embargo, está presente en muchos productos de repostería. Tendría que ser una especie de lujo que no nos pudiésemos permitir tan frecuentemente, teniendo en cuenta los kilómetros que supone. Eché de menos las alternativas locales y el DIY.
El problema es que hoy por hoy sólo se mira el precio (y en segundo término la calidad) de un producto, pero no se mira el lugar de origen del producto y su coste de transporte, ni quiénes lo han fabricado, bajo qué condiciones y sueldos miserables,… todo el proceso que conlleva.