En los últimos días los grandes medios de (des)información para masas nos introducían un nuevo mantra: el fin del mundo. De forma burlona, aprovechando los tintes apocalípticos que se deprenden de las películas made in Hollywood, unas y otras lo hemos comentado en algún momento. Una forma sutil y peligrosa de negar la realidad: la quiebra del capitalismo global del que ya nos hablaba hace un tiempo Ramón Fernández Durán y de la que alertamos muchas personas a diario. Somos conscientes de que este mundo tal y como está actualmente, no puede seguir así. Debe finalizar. Por eso buscamos alternativas, buscamos recovecos en los que crear la vida que queremos vivir, desobedecemos y nos rebelamos.
No aceptamos lecciones y sin embargo, al finalizar el 13 baktún de los mayas, sus descendientes nos han dado una nueva lección de dignidad, de lucha, de organización y resistencia. El pasado 21 de diciembre, hasta 50000 zapatistas (en su mayoría de nueva generación) marchaban en silencio en cinco ciudades chiapanecas, en el sureste mexicano. Palenque, Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas y San Cristóbal de las Casas se llenaban así de mujeres y hombres del maíz y la tierra, cubiertos con pasamontañas y paliacates, caminando juntas y en silencio, venidas de sus comunidades de la Selva Lacandona. Se trata de la mayor movilización desde el año 94, en que el mundo entero volvió sus ojos un primero de enero hacia el sur de México.
Desde entonces, las comunidades zapatistas nos han dado un ejemplo de resistencia y autonomía. Otras formas de entender la educación, la salud, la justicia, otra forma de trabajar la tierra,de establecer las relaciones entre las personas y la organización de las comunidades. Como bien dicen ellos, vivir en un mundo en el que quepan muchos mundos.
Las que parecían escondidas, calladas u olvidadas por algunos han mostrado una vez más su poderosa fuerza y disciplina. Atendemos a su mensaje. Escuchamos. Su silencio. Sus pies caminar bajo la lluvia. Sus rostros cubiertos y sus puños en alto.
Cuando a este lado del mundo decimos que los y las zapatistas nunca estarán solos también nos lo decimos a nosotras mismas. Cuando aquí nos faltan las fuerzas o nos gana el desánimo o nos llegamos a creer en alguna medida todos esos mensajes que nos imponen los malos gobiernos, los bancos o los poderosos, los descendientes de los mayas, los zapatistas, nos recuerdan que no estamos solas. Que de los escombros del mundo capitalista y canalla resurgirán todos esos mundos que llevamos en nuestros corazones y que crecen a cada instante.