Estos días azules y este sol de la infancia

Salgo de un hotel en Munich queriendo estar triste. Buscando nostalgia y tranquilidad. Me encuentro una boda, a la que por supuesto no estoy invitado. Mientras me abro paso entre los invitados, ellos me miran como si fuera a robarles su alegría. Hoy no tengo ganas ni de robar. Huyo de esta felicidad y caigo de bruces en una gran verbena. Todo el mundo rie y yo naufrago entre fruta escarchada, gritos de atracciones y olor a caramelo.

 

Me paro ante las sillas voladoras y las miro durante un rato. Recuerdo como me gustaban y el miedo que me daban. Mi hermana, siempre más valiente, intentaba darme la mano para unirnos en el vuelo. Yo me agarraba a esas minúsculas cadenas que nos hacia sentir que volábamos y disfrutaba de este miedo elegido. Ahora las veo volar en esta noche de Munich que me obliga a estar de verbena. 

Santa Felicidad

Hay días que es una avenida. Otros es una pequeña calle. Algunas veces un callejón sin salida. Hay días que te despiertas y nada mas abrir los ojos ves su cartel. A veces no la encuentras ni con el callejero en una mano y el gps en la otra. Hay días en que caminas a solas por ella ya veces tienes que ir con cuidado para no tropezar con la multitud. Calles que se cruzan. Calles cuesta arriba. Calles cuesta abajo. Calles llenas. Calles vacías. Calles sin salida. 
 
 

Un abrazo eterno

Tenía que hacer una fotografía de la Gran Vía de noche. Era domingo. Había que usar el trípode, captar el movimiento, las luces, la velocidad, el ajetreo de una noche de verano en chancletas, de la ciudad llena de vida. Ese era el encargo. Cuando ya volvía hacia mi moto les encontré abrazados. Gritos de borrachos ingleses caían a su alrededor como bombas asediándolos. Coches a toda velocidad aprovechaban el escaso tráfico y provocaban un ligero aire que movía sus ropas. Estaban tan quietos y tan abrazados que pude poner el trípode y hacer una exposición larga. Fue un abrazo eterno. De domingo por la noche.
 

Al fondo la Bola del Mundo

 Mira que nos ponen edificios, gruas, antenas, señales de tráfico, señores con traje, autobuses…pero si andamos atentos por la ciudad no pueden ocultarnos el sol, la luna, las montañas. Así que hoy he salido a la terraza, he esquivado un par de gruas, muchas antenas, miles de edificios y estaba ahí. La bola del mundo, la sierra de Madrid, la nieve. No consiguen que no la veamos, aunque cuidado, que siguen intentándolo.
 
La sierra de Madrid desde la gruas de Madrid
 

Siempre puede sonar el teléfono

Si estas preparando un gazpacho y pensando comoorganizarte, siempre puede pasar que suene el teléfono. Y en esas quete cojas un avión 3 horas después para ver como los niños ríen con lasturbulencias mientras yo tengo sudores fríos. Niños franceses que seríen de mí como si fueran de mi barrio. Vamos que los entiendo. Elavión aterriza en Bruselas para coger un coche a Lieja, trayecto en elque intento organizar todas las cosas que había dejado en Madrid,crampones, piolets, besos y dineros. 
 
Un niño que me alegró un par de horas en Lieja
Este niño me alegró una espera muy larga en Lieja
 
Despierto en Lieja en una habitación triste peromoderna, sin nada que indique que alguien mas había estado allí antes.Asi que ahora me voy al centro a hacer unas fotos a un señor,almorzamos en un típico restaurante belga con comida italiana, recojolas cosas y voy corriendo al aeropuerto. Quiero llegar pronto y retomartodo donde lo dejé. Y cuando estas listo para embarcar, siempre puedeocurrir que suene otro teléfono.
 
Una de las fotos que tenia que hacer en Lieja
Y por este fui, pero lo siguiente no fue su culpa
 
Y de repente a algún genio se le ocurra ircorriendo a Manchester. Pero claro, el avión sale en 30 minutos por loque es necesario correr por todo un aeropuerto, esa imagen que sale enlas películas, pues así pero en un aeropuerto. Y cuando has convencidoa 3 azafatas en un idioma que probablemente hayas creado tú, entrassudado y te sientas en tu asiento mientras todo el pasaje te mira.Respiras aliviado y muy mosqueado.Y cuando estas intentado apagar elmóvil, siempre puede pasar que hasta suene. Y que te digan que se hanequivocado, que no era Manchester ni Liverpool, que no saben dónde era.Asi que apagas el móvli con el avión despegando, ante la miradaenfadada de la azafata, con la que ahora si que no te valdría ni suidioma materno. Ves atardecer desde el avión.
 
Una habitación de hotel en Liverpool
Un día y medio después estoy en esta habitación de Liverpool
 
Asi que despiertas en Liverpool en un hotel dondelas actrices y los cantantes de boleros debían acabar sus noches hacemucho tiempo, pero ni tu compañero es Sofia Loren ni yo soy todavía unbuen cantante de boleros. Corremos para el aeropuerto y llegamos atiempo de saber que no hemos llegado a tiempo. Nos volvemos aManchester, estoy escribiendo desde Bruselas y tengo muchas ganas dellegar a casa. Y retomar los crampones, los piolet, los besos y losdineros. Si me doy prisa todavía el gazpacho casi está fresquito yaunque siempre pueda sonar el teléfono, también siempre puedo nocogerlo.
 

Tánger y Tetuán: tren con retorno

Este continuo caminar y preguntarme que quiero hacer en la vida me ha devuelto cuatro meses después a la misma estación de tren. Así que la conclusión por el momento es que los pensamientos de aquella vez me han traido al mismo sitio, el tren tenía retorno y de nuevo no sé muy bien cual tomar hoy. Lo bueno de todo esto es que no lo hago desde la angustia por no saber enfocarme, ni desde el miedo por el tiempo perdido, sino desde el disfrute de no tener nada decidido, desde la ilusión de tropezarme con esa idea, persona o lugar que me acerquen a lo que quiero.
 
Niñas de Tetuan
 
Y mientras tanto siendo feliz con mi indecisión, con mi falta de futuro, con los Alpes y otras montañas, con las chicas que me besan de vez en cuando, con el camino hecho viaje y la próxima estación la siguiente.
 
 
 

Un jubilado en Mallorca, un gato y un chiringuito

Llegará el día raro en que los gatos muerdan a los perros, en que los jubilados se levanten de su mesa camilla y que los chiringuitos de calas perdidas recuperen su vida. Y se me ocurre esto en Mallorca, donde veo gatos ladrando a perros, donde chiringuitos con un espectacular pasado andan carcomidos y donde escucho jugar al bingo en alemán.
El chiringuito está cerca de la Serra de Tramuntana, el gato en Porto Cristo y los jubilados en cualquier rincón de la isla. Quizás alguno de esos jubilados estuvo hace tiempo en el chiringuito. Entre olor a sardinas asadas y jarras de cerveza fría besaron a su amor. Escucharon una orquesta que tocaba reggae en el techo del bar, amanecieron desnudos…
 
 
Algunos han cogido el avión y ante la mala cara de sus hijos y las prohibiciones de sus médicos han regresado a poner su azúcar y su colesterol contra las cuerdas. Pero el chiringuito es sólo un armazón de madera y sillas por el suelo, la cala una urbanización para sus hijos, y el mar y el amanecer están muy fríos y muy lejos.
 
Bingo
 
Y han tenido que ir a un hotel donde las sardinas están sosas y como postres sólo hay kiwis, donde la cerveza es manzanilla y el bingo el único juego que se les permite. Y como el gato ladrando al perro, deciden , no cambiar su destino y su vida, pero al menos enseñarle sus implantes bucales, desmostrar que si ese chiringuito estuviera abierto ellos lo cerrarían al amanecer.
Asi que, justo antes de regresar a su pueblecito alemán, se acercan despacio a mojar los pies al mar, y con disimulo, toman un poco de agua con las manos y se humedecen los labios, para poder decirle a sus hijos y a sus médicos que de nuevo se han pasado con la sal.
 
 
Un gato ladra a un perro en Porto Cristo

Para volver a volver. Rabat y Tánger

Blanca tiene una casa pero está en Rabat. Pillamos un vuelo a Casablanca y de allí un tren a la casa de Blanca. Una casa que la reconoces por sus geranios de colores, aunque por dentro también es blanca. Tiene algo de eco que rápidamente lo sacamos a gritos. Y en Rabat, el antiturista que me posee se olvida el mapa en casa, asi que tengo que buscar los tesoros a tientas. Y me pierdo en las callejuelas de la medina, donde no creo que ningún mapa hubiera servido. Querría ver yo los gps por estas calles… así que lo mejor es esperar la noche y buscar la estrella polar. Sin mapa del tesoro encuentro miles a cada esquina, y con tanta callejuelas hay casi más esquinas que paredes. Aquí perseguir algo es una tontería, y más si es una foto. Mejor sentarte en cualquier escalón de la kasbah y esperar que la foto pase por delante. Y yo con esta cámara…

Las kasbah de los Oudayas en Rabat

En Tánger comprarmos pescado y carbón y preparamos un tayín. Y pasamos frío del marroquí, que es casi exactamente igual al de cualquier otra parte del mundo, lo único que lo pasas en Marruecos. La luna llena nos sorprende bailando y cantando a los Gipsy Kings, alli, en una terraza de Tánger, caminando por la calle yo te ví… Y vuelvo con ganas de volver. Con necesidad de volver. Y esos son los sitios y las cosas que me gustan, las que provocan otras nuevas, no las que terminan.

Un tayín de pescado, los gipsy kings de fondo y esta luna llena mas de fondo... Tánger. Enero 09...

 

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A veces la nieve ayuda a soñar

Un día que empieza a las cuatro de la mañana en Madrid. Ducha rápida y taxi lento. Avión ultrarápido en el que me duermo casi antes de ponerme el cinturón y me despierto ayudado por una azafata (luego diré que cada día me pone más nervioso volar). Amsterdam vuela sobre bicicletas. Tranvias que se cruzan y canales que desprenden olor a mar. Buscamos una aguja en el pajar y casi nos pinchamos sin meter la mano. Nos sentamos en un coche como dos policias secretas y esperamos, esperamos, seguimos esperando a que nos conceda una entrevista. Dos fotos. Y me sobra una. No queremos mucho mas. Primero sol. Lluvia. Tormenta. Sol. Arcoiris. Granizo. Lluvia. Atardecer cuando todavía casi no es tarde. Frío intenso. Noche cerrada. Frío que debe ser holandés. Ahora me sobra hasta una.

Tras casi 16 horas después de despertarme en mi cama ya hemos terminado. Todo ha salido bien pero no podemos ni movernos. Hemos comido de poco a nada y el sueño puede conmigo. De repente ocurre algo mágico. Nieva. Nieva mucho en Amsterdam. La emoción puede con mi cansancio y se me olvida todo, salgo disparado del hotel a hacer algunas fotos. La gente no se para a mirar la nieve. Parezco ser el único emocionado con la situación. A casi todo nos acostumbramos. Pocas fotos. Una chica en bicicleta es la última foto antes de regresar el cansancio. Hoy miro el resultado de mi excitación en plena nevada. Alguien ha escrito en el muro de mi foto. Sometimes it helps to dream. Me imagino que habla de la nieve.

 

México Distrito Federal

Fuera llueve. Sobre una ciudad demasiado grande. La primera impresión desde el avión es de angustia. Desde el aire no se ve un sitio libre sobre el suelo de DF. El hormigón no cree que ha sido bastante y se empeña en seguir creciendo sobre las montañas volcánicas que rodean la ciudad. La gente desde el aire no existe. No se ven ojos ni se tocan manos. Dicen que ahí abajo viven 22 millones de personas. Yo no veo a nadie.

Necesito despresurizarme y tomar oxígeno. Empezar a organizar mi angustia ante esta nueva ciudad tan lejana al modelo que busco. Yo intentando quitar hormigón de mi vida y me encuentro en Distrito Federal. Sin embargo tras los primeros días ya comienzo a ver caras. O pasear calles y poner algunos rostros a esos 22 millones que desde el aire eran una cifra.

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